lunes, 1 de octubre de 2018

CRÍTICA: "EL REINO" (Rodrigo Sorogoyen, 2018)


El asqueroso estado de las cosas
EL REINOêêêê
DIRECTOR: RODRIGO SOROGOYEN.
INTÉRPRETES: ANTONIO DE LA TORRE, JOSEP MARÍA POU, NACHO FRESNEDA, ANA WAGENER, BÁRBARA LENNIE, LUIS ZAHERA.
GÉNERO: THRILLER / ESPAÑA / 2018 / DURACIÓN: 122 MINUTOS.


    Tras haber firmado tres largometrajes en solitario (recordemos que codirigió junto Peris Romano la comedia de 2008 8 citas) podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Rodrigo Sorogoyen es hoy uno de nuestros más sólidos valores cinematográficos. Sorprendió (y mucho) su ópera prima Stockholm (2013), descarnada radiografía de la juventud con un giro absolutamente brutal. Pero fue su segundo largometraje el trampolín que  le hizo saltar a un público más amplio, Que Dios nos perdone (2016) que cosechó un puñado de premios y se impone como uno de los mejores thrillers de la historia de nuestro cine, con unas interpretaciones primorosas y un mensaje devastador sobre nuestras más pútridas miserias cotidianas.


   Sin apartarse del thriller, ahora con tintes políticos, nos presenta El reino, cuyo argumento sigue a Manuel (Antonio de la Torre) influyente vicesecretario autonómico que lo tiene todo a su favor para dar el salto a la política nacional, pero ve cómo todo se derrumba a raíz de unas filtraciones que le implican en una trama de corrupción junto a Paco (Nacho Fresneda) uno de sus mejores amigos. Los medios se hacen eco del escándalo, pero el partido cierra filas y sólo Paco sale indemne. Manu es expulsado del partido, señalado por la opinión pública y traicionado por todos los que hace poco eran sus amigos. Manuel no está dispuesto a cargar solo con la responsabilidad y está dispuesto a tirar de la manta, pero tendrá que enfrentarse a una maquinaria de corrupción bien engrasada.

   
   Lo cierto es que quien tiene cerca la caja, mete la mano. Y no es ninguna novedad que la administración pública se imponga como la mayor ciénaga de corrupción. Aun así, lo más hiriente y lo que más le interesa subrayar a Sorogoyen es la impunidad de la que gozan esos gángsteres de coche oficial y la lasitud de las penas que les son impuestas cuando son juzgados, fijando su mirada en esos cortafuegos que representan los peones, su anunciado sacrificio para evitar que la mano de la justicia condene a sus jefes, inmunes en la más alta atalaya del reino. Manu (superlativo Antonio de la Torre) es sólo un débil eslabón de un engranaje bien engrasado por los políticos profesionales desde tiempos ancestrales, una casta que mantiene el sistema de partidos para lucrarse de las mordidas del dinero procedente de la UE, las recalificaciones de terrenos, el tráfico de influencias y el enchufismo, gozando de una vida de lujo asiático mientras esos cómplices y tontos necesarios que son los votantes alimentan el repugnante estado de las cosas.
     
   
   Manuel queda señalado por una filtración interesada, se sabe culpable, pero no el mayor culpable, acompañado por la insoportable sospecha de la traición, la cámara le sigue de forma impenitente y viscosa para mostrar su angustia (atención a la escena de la fiesta) y la de su familia, pero también su firme decisión de levantar las alfombras para no comerse el marrón solo. Una decisión peligrosa para sus intereses como le advierte Frías, el boss, al que da oxígeno de manera brillante Josep María Pou. Lo comprobará en sus propias carnes.

     
   El reino recrea con virtuosismo el vértigo, el abismo que se abre bajo los pies del vicesecretario autonómico que estaba llamado para causas mayores y ve cómo todo su mundo (su comodísima vida, las travesías en yates de lujo, las mariscadas, los obsequios…) se derrumba. El sistema continuará igual aunque caigan reyes y peones, una certeza que no servirá de consuelo a Manu, viviendo su propia pesadilla entre la culpa, la redención y la paranoia, atrapado en su frenética espiral para tratar de encontrar las pruebas que demuestren que en esa red mafiosa, corrupta y cruel de la política, él es sólo un simple emisario, un jornalero. Pero su incisiva denuncia caerá en el vacío… y serán los muertos de hambre que les votan los que tendrán que interrogarse por ello. Una gran película que explora un tema siempre de actualidad en repúblicas bananeras como la nuestra.


2 comentarios:

  1. Parece que este director no baja el listón.

    Un abrazo.

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    1. Es sin duda una de las apuestas más fiables del cine español.

      Un abrazo

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