sábado, 11 de marzo de 2017

CRÍTICA: “THE ASSIGNMENT” (Walter Hill, 2016)

   

     El regreso a la dirección del veterano Walter Hill tras la olvidable Una bala en la cabeza (2012) irregular action movie creada para mayor gloria de Sylvester Stallone soltando mamporros, es ésta peliculita de serie B que nos presenta a un asesino a sueldo de élite Frank Kitchen (Michelle Rodríguez barbuda) que tras ser traicionado por unos gángsters liderados por John “El Honesto” (Anthony Lapaglia) es enviado a un cirujano plástico con la licencia retirada, la Dra. Rachel Kay (Sigourney Weaver) que le convierte en una mujer. Ahora, transformada y con otra identidad pero con su genética de asesino implacable, buscará la venganza ayudada por Johnnie (Caitlin Gerard) una enfermera que también oculta sus propios secretos.


      Con música de Ry Cooder y un libreto escrito por Denis Hamill y el propio Hill, The Assignment cuenta con un ajustadísimo presupuesto de 5 millones de dólares y tiene como mayor atractivo  ver a la hermosa Michelle Rodríguez totalmente desnuda por primera vez en su carrera y en su doble papel de hombre y mujer en una de las peores labores de maquillaje que se han visto en una pantalla de cine: primero en su papel  de asesino letal y gatillo fácil: más tarde, reconvertida en una mujer con sed de venganza que irá eliminando uno tras otro a todos los que participaron en la operación que le ha transformado en mujer en contra de su voluntad. Y lo hará con la determinación de un loco.


     Olvidándonos de la polémica de los grupos trans, la función no puede ser considerada transfóbica, sólo un clásico thriller de venganza, pues es imposible obviar que despertar con el sexo opuesto puede ser una experiencia terriblemente traumática para mucha gente. Y ese es el tema central de la película.


      Con Sigourney Weaver interpretando bien el papel de doctora fría, calculadora, sarcástica y pragmática, que desprecia a todo el mundo desde su atalaya de superioridad intelectual, The Assignment es una película de acción rebosante de violencia seca y contundente en la que el odio y la traición se mezclan con cuestiones psicológicas y filosóficas derivadas del salvaje cambio de sexo que le practican a la protagonista y las razones de la doctora para llevar a cabo tal acción. Por supuesto que no hay que tomarse muy en serio la propuesta, que sólo es un divertimento extravagante con cierto tono ochentero, con set pieces de acción bastante simples, la utilización del flash back para explicar lo innecesario y unas extraordinarias carátulas comiqueras intercaladas que ponen énfasis en la condición de serie B de la producción, y que puede elevarse como un pequeño film de culto para muchos aficionados.   

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