miércoles, 8 de abril de 2015

EL CINE MÍTICO: "CARRETERA ASFALTADA EN DOS DIRECCIONES"

CARRETERA ASFALTADA EN DOS DIRECCIONES
(TWO-LANE BLACKTOP, 1971)
DIRECTOR: MONTE HELLMAN.
INTÉRPRETES: JAMES TAYLOR, DENNIS WILSON, WARREN OATES, LAURIE BIRD.
GÉNERO: ROAD MOVIE / EE. UU. / 1971  DURACIÓN: 102 MINUTOS.   
          
        El director, guionista y productor neoyorquino Monte Hellman, que produjo la ópera prima de Tarantino Reservoir Dogs, para quien es un ídolo, y actualmente anda por los 82 años y se dedica a dar clases de cine en el Instituto de Arte de California, comenzó a realizar películas de bajo presupuesto bajo el padrinazgo de Roger Corman a finales de los años 50 y tomando como actor fetiche a Jack Nicholson, al cual dirigió en cuatro películas: Viaje a la ira (1964), Back Door to Hell (1964), A través del huracán (1965) y El Tiroteo (1966). Hellman debutó con la película de serie B La bestia de la cueva maldita (1959), film de ajustadísimo metraje, paupérrimo presupuesto que financió Roger Corman y que se me antoja un trabajo voluntarioso pero fallido, sobre todo en el diseño de ese monstruo de cartón piedra. Hellman será recordado principalmente por dos trabajos: el sólido western El Tiroteo, sobre dos hombres que aceptan guiar a través del desierto  a una misteriosa desconocida que viaja sola y en donde, además del protagonismo de Nicholson, comienza su fructífera colaboración con Warren Oates; y el film que nos ocupa, considerada su mejor cinta y una de las más grandes obras de culto de la historia del cine, Carretera asfaltada en dos direcciones (1971), para este cronista junto al film del mismo año  Punto límite: cero (Richard C. Serafian, 1971) una de las mejores películas sobre coches y road movies que se han rodado y que fue un fracaso comercial en el momento de su estreno.

     

       Two-Lane Blacktop (título original) narra el itinerario de dos chicos, The Driver y The Mechanic (el famoso cantautor y guitarrista James Taylor y el baterista y fundador de The Beach Boys Dennis Wilson, del cual se hizo famosa su relación con Charles Manson y sus mansonitas) que recorren las carreteras de Estados Unidos en un Chevrolet del 55 con el que compiten en carreras ilegales. Es lo único que les preocupa y divierte, no hablan ni pierden el tiempo en otras cosas. Un día se cruza en su camino GTO (Warren Oates) un peculiar conductor que les reta lanzándoles un desafío.


       Guardo un especial cariño a esta película que he visto muchas veces a lo largo de mi vida y que me sigue fascinando tal vez por la gelidez con que está rodada, la exasperante parquedad de los diálogos y la carencia de emociones superfluas  entre sus lacónicos y nihilistas personajes, a los que sólo importa el atractivo itinerario por la ruta 66, el rugido del motor y quemar goma rindiendo honores a los ritos del asfalto en un viaje que no parece tener principio ni final. Hellman no quería que nada molestase lo que para él resultaba esencial en el film: el placer de la carretera como símbolo de huída y libertad, de ahí la abstracción extasiante de los protagonistas, los prolongados silencios, el desprecio por las anécdotas y los aditamentos, sin buscar una épica definida y sin, en definitiva, un argumento que justifique la función más allá del goce sensorial.


      Nada parece tener valor y pulsión si no se está al volante de un cacharro con motor, los paisajes polvorientos son recorridos por miradas fugaces incapaces de captar la amplia panorámica. La presencia de Warren Oates con su flamante Pontiac GTO amarillo de 1970, aporta un poco de chispa a la acción, reinventando su vida con cada autoestopista que invita a subir a su carro; al igual que la preciosa Lurie Bird, una muchacha sin rumbo que abraza el amor libre y que se les cuela a los protagonistas sin pedir permiso. Filmada tal vez como consecuencia del inesperado éxito de Easy Rider (Dennis Hopper, 1969) esta magistral road movie existencialista, lanza una descorazonadora reflexión sobre el desencanto de una generación (la del flower-power, el ácido y la psicodelia) que finalmente se vio fagocitada por el sistema y arrojada a un futuro incierto, como ese final hacia ninguna parte, en donde el celuloide quemado sirve como metáfora del fracaso y la desesperanza, de la carencia absoluta de respuestas que se adivina en esa vida absurda que acontece fuera de las carreteras.



2 comentarios:

  1. Me acuerdo de "Punto límite: cero" pero no de ésta aunque juraría que la he visto. Será cuestión de recuperarla. Por cierto, ayer vi "La noche es nuestra", de James Gray: ¡peliculón!

    Un abrazo.

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  2. Te aconsejo que sí, que la recuperes, durante hora y media vas a hacer un ejercicio de regresión en el tiempo hacia un mundo fascinante ya desaparecido... aunque hay cineastas jóvenes que lo quieren recuperar a toda costa. Sabes, Ricard, los americanos, siempre tan nómadas, tienen un lema que me gusta mucho: "Si no eres feliz aquí, lo serás en otra parte". Seguro que esta road movie silente y existencialista se convertirá también para ti en una de tus intocables películas de culto. El peculiar Monte Hellman fue uno de esos cineastas independientes siempre preocupados por buscar la pureza en el cine. Por cierto, si un día tienes tiempo, puedes entretenerte buscando la conexión de uno de los protagonistas de esta reivindicada película, Dennis Wilson, con aquel siniestro gurú llamado Charles Manson. Te sorprenderá, no tanto si uno conoce la debilidad de ese espléndido baterista y fundador de The Beach Boys por las mujeres.

    Claro, la mejor película de Gray, esperemos que encuentre la inspiración y vuelva por aquellos derroteros, talento no le falta.

    Un abrazo.

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