miércoles, 13 de agosto de 2014

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: “BUSCANDO AL SR. GOODBAR”

BUSCANDO AL SR. GOODBAR (1977)
(LOOKING FOR MR. GOODBAR)
DIRECTOR: RICHARD BROOKS.
INTÉRPRETES: DIANE KEATON, WILLIAM ATHERTON, TUESDAY WELD, RICHARD GERE, TOM BERENGER, AL FEINSTEIN.
GÉNERO: DRAMA / EE. UU. / 1977  DURACIÓN: 135 MINUTOS.   


     Adaptación de la novela de Judith Rossner (basada a su vez en un terrible hecho real) con Buscando al Sr. Goodbar (1977)  Richard Brooks consigue dos logros curiosos que con el paso del tiempo se han olvidado; el lanzamiento definitivo a la fama de dos jóvenes y prometedores actores, Richard Gere y Tom Berenger; y cabrear tanto a las asociaciones más conservadoras y retrógradas como a las más radicales feministas. El film sigue a Theresa Dunn (Diane Keaton), una mujer joven y atractiva con una doble vida: de día desempeña una labor como profesora de niños sordomudos y, de noche, se desmelena frecuentando los tugurios y garitos de Manhattan en la búsqueda de un poco de evasión: música, alcohol, drogas y hombres con los que entablar todo tipo de relaciones. En esa drástica dualidad, tal vez tenga mucho que ver su castrante educación derivada de la mentalidad gazmoña y puritana del padre y un reciente desengaño amoroso que ha creado en ella un estado de inseguridad, así como la escoliosis que sufre desde que era una tierna adolescente y se vio afectada por la polio. Pero está claro que la ansiada liberación sólo le acarreará nuevos problemas y traumas que no ayudan a mejorar su autoestima ni sirven de solución a sus muchas frustraciones sexuales y emocionales.


      He confesado en múltiples ocasiones mi debilidad por este realizador que cuenta en su filmografía con varios títulos (El fuego y la palabra, Lord Jim, Los Profesionales, A sangre fría) que le otorgan un lugar preferente en la historia del cine, un autor siempre incómodo y gran explorador de las más conspicuas variantes temáticas y genéricas. Película muy representativa de su tiempo, con Buscando al Sr. Goodbar, Brooks realiza una amarga y descarnada radiografía sobre la búsqueda inútil del ideal en toda relación: una persona con quien compenetrarse emocionalmente y que, sexualmente, te haga vibrar, así como las consecuencias reales de un infierno cotidiano lleno de peligros, un reverso oscuro por el que desfilan una variopinta representación de la fauna nocturna que finalmente hará imposible su sueño de libertad. Theresa (enorme una vez más Diane Keaton que ese año había ganado el Oscar por Annie Hall), sólo es una trágica víctima de su época que tras una desalentadora relación con un profesor universitario casado con el que pierde la virginidad, se lanza a un torbellino de promiscuidad cazando ligues ocasionales en los bares de copas de Manhattan, como el loco Tony (Richard Gere) pero el dar rienda a sus apetencias supone siempre una amenaza imposible de calibrar en un tiempo tan cambiante, frenético, y convulso como fue el de la década de los 70 en Estados Unidos, de ahí que uno se pueda imaginar el epílogo de su funesto itinerario.



      Theresa, en su iniciático camino de aprendizaje en Nueva York, dejará atrás a la niña inmovilizada durante un año por la polio y la escoliosis, los sinsabores de una vida familiar que le resulta asfixiante y en donde impera la palabra de Dios por encima del más elemental raciocinio, a su frívola hermana (una Tuesday Weld magnífica, como siempre) en su tránsito voluble de la liberación de los sentidos a través de los porros y el sexo en grupo, una vida, en fin, monótona y llena  de insatisfacciones que le incita a abrazar otros mecanismos hedonistas de esclavitud (el alcohol, las drogas, el sexo) que se le aparecen como luces centelleantes de una felicidad que se descubrirá impostada y autodestructiva. Al contrario que su hermana, dueña de un embarazo no deseado, Theresa se esteriliza para dejar que su cuerpo goce sin cadenas, dejando volar sus fantasías sin rémora ni control, abandonando en un rincón del olvido aquel cuerpo lacerado de su primera adolescencia. Con una impresionante labor fotográfica a cargo de William A. Fraker, que crea una atmósfera sórdida y por momentos terrorífica, Buscando al Sr. Goodbar nos aboca a un clímax alucinante y brutal, el sangriento asesinato a cuchilladas de nuestra heroína a manos de un chapero misógino y trastornado por su propia condición sexual, una secuencia rodada de manera eficaz y siniestra con el efecto intermitente de una luz estroboscópica, que hace más angustiosa y aterradora la agonía de una vida a la que jamás encontramos sentido, y que queda envuelta en una ténebre oscuridad.

2 comentarios:

  1. La vi hace muchísimo y recuerdo que me gustó bastante. Es cierto que Richard Brooks es un gran realizador. Un abrazo.

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  2. Pues mi consejo, Ricard, es que deberías volver a verla. Yo, que la he visto una decena de veces desde su estreno, sigo creyendo que es una de las películas más terroríficas de la década de los setenta. Un film que ha alcanzado el estatus de clásico (tu blog rinde homenaje a ese cine) y de culto, y que refleja con desasosiego cómo era el estado de las cosas en aquella convulsa y fascinante época (recordemos que está basada en un hecho real), mi preferida en cuanto a producción cinematográfica. Siempre he pensado que el espeluznante clímax final representa una hiriente alegoría sobre el último tramo de celuloide que concluye al mismo tiempo que se apaga la vida de la protagonista. Tal vez sea sólo una percepción.

    Un abrazo

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