domingo, 14 de octubre de 2012

CRÍTICA DE "LO IMPOSIBLE"


Ejercicio de pericia técnica y corrosivo sentimentalismo
LO IMPOSIBLE êê
DIRECTOR: JUAN ANTONIO BAYONA.
INTÉRPRETES: NAOMI WATS, EWAN MCGREGOR, TOM HOLLAND, SAMUEL JOSLIN, OAKLEE PENDERGAST, ¿MARTA ETURA?
GÉNERO: MELODRAMA / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 107 MINUTOS.   
       
      Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975) ha tardado cinco años en estrenar una nueva película desde su exitoso debut con El Orfanato (2007). Las expectativas generadas por ésta, su segunda obra, son  el mejor indicio de la jugosa rentabilidad que con toda seguridad sacará en su itinerario por las taquillas, una empresa a la que sirve de gran ayuda la eficaz y machacona campaña publicitaria. Bayona es uno de los escasos ejemplos del cine español que hace películas pensadas para un amplio espectro del público, y el público responde con la certeza de que vivirá una experiencia emocionante, pero con la convencimiento de que la reflexión sobre lo visto no dejará a nadie exhausto.

      Vayamos con el argumento: Un matrimonio formado por María y Henry (Naomi Wats y Ewan McGregor), llegan a Tailandia para pasar sus vacaciones de Navidad acompañados de sus tres hijos: Lucas (Tom Holland) el mayor y más independiente; Thomas (Samuel Joslin) el hijo mediano; y Simon (Oaklee Pendergast), el más pequeño. Todos disfrutan unidos del emocionante ritual que supone el lanzamiento de candelas que iluminan el cielo en la noche navideña. Sin embargo, nada puede predecir la tremenda catástrofe que se avecina sobre esa parte del mundo al día siguiente: un terremoto da pie a la formación de un tsunami que arrasa las costas del sudeste asiático llevando a la muerte a varios centenares de miles de personas, en uno de los mayores desastres naturales de la historia. La gran ola arrasa el hotel donde se aloja la familia, quedando María y Lucas separados de los otros tres miembros de la familia, dando así  comienzo una odisea en la que sólo el amor y la fuerza de voluntad les lleva a seguir con vida, con la esperanza de reencontrarse con el resto de su familia, pues en medio de la destrucción no saben si están vivos o muertos.

      LO IMPOSIBLE es un melodrama clásico con capucha de disaster movie que ataca  más por la vía emocional que por la vía intelectual. Con dos partes bien diferenciadas; en la espectacular primera parte (menos de un tercio del metraje), asistimos a los demoledores efectos del tsunami arrasando el hotel-resort en el que sea aloja la familia, todo un alarde de pericia técnica que nos hace ver la magnitud del desastre y sus desgarradoras consecuencias recogidas en planos aéreos y detalles (el pez agonizando en un charco, un hombre desnudo que camina como un zombi, la camioneta atestada de cadáveres) que angustian al espectador; y una segunda parte que muestra la fatigosa, lacerante búsqueda emprendida por los miembros de la familia con la esperanza de reencontrarse una vez ganada la batalla al furioso océano. 

    Queda apuntado, el apartado técnico raya a una altura sublime y los efectos especiales enfatizan sin artificios la destrucción y el caos creado por la gran ola asesina. Se ha puesto tanto interés en ello que se olvida de dotar de una mayor profundidad la presentación de los personajes, perfilados con cuatro brochazos, y surgidos de un guión pobre que delata -hasta en el mismo póster- la previsibilidad del relato. La historia real es muy conocida, pero más allá de la ingrata sorpresa con tufillo racial de ver ese retrato de familia española tan rubia, modélica y fotogénica, Bayona confiere a la historia un tratamiento insano, sensiblero y manipulador que en ocasiones resulta repulsivo, para lo que emplea todas las claves y recursos del melodrama más pueril, efectista y lacrimógeno, un objetivo para el que cuenta con la inestimable ayuda de la cargante música creada por Fernando Velázquez.  


      Este cronista no tiene nada que objetar al escalofriante y sobresaliente hiperrealismo con que está rodada la catástrofe (una prueba de que en España tenemos técnicos tan competentes como los de la poderosa industria hollywoodiense), pienso, además, que  Jota Bayona es un buen director de actores, capaz de sacar una interpretación convincente al acartonado Ewan McGregor, y sus directrices detrás de la cámara tienen mucho que ver con la sobriedad demostrada por Naomi Wats y en que Tom Holland se convierta en lo mejor de la función a nivel actoral. No obstante, y siendo conscientes de que las películas sobre desastres naturales tienen de antemano ganado el favor del público, me molesta que el drama sufrido por esa familia convertida en epicentro apocalíptico (lo del tsunami es un mínimo prólogo), sea lo único que le interesa resaltar al director, en un ejercicio maniqueo que busca la lágrima fácil y la empatía del espectador: solidaridad por doquier, la esperanza como una llama que sigue alumbrando la constante búsqueda, planos de ojos llorosos y situaciones de un desmesurado, corrosivo sentimentalismo. 

       Por otra parte, me extraña tanta expectación cuando sin tantas alharacas ni efectismos Clint Eastwood narró una epopeya parecida en Más allá de la vida (2010), una película que pasó con más pena que gloria por nuestras carteleras. A Bayona le interesa más indagar en los desastres humanos que en los desastres naturales, arañar en la fractura emocional que, en un instante, convierte tu placentera vida en una pesadilla de la que parece imposible despertar. Si bien, entre la ola física y la ola emocional me quedo con la primera, a la segunda se le ven demasiado las costuras, un juego poco sutil que malea la angustia y los sentimientos del espectador, hasta alojarlo en un tramo final en que, debilitado, es incapaz de apreciar la cursilería del invento.

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