jueves, 14 de junio de 2012

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: CORAZONES DE HIERRO


CORAZONES DE HIERRO
(CASUALTIES OF WAR)
Drama bélico -USA, 1989 - 110 Minutos - Color.
DIRECTOR: BRIAN DE PALMA.
INTÉRPRETES: MICHAEL J. FOX, SEAN PENN, DON HARVEY, KEVIN DILLON, JOHN LEGUIZAMO.
EDITADA EN DVD POR: COLUMBIA

       Perteneciente a la misma generación que tantos ilustres colegas -Scorsese, Bogdanovich, Pollack, Spielberg- Brian De Palma es un original cineasta que aunque ha reconocido la influencia ejercida en su cine por autores tan dispares como el siempre recurrente maestro Hitchcock y el ideólogo e intelectual Godard (referentes, por otra parte, tan extendidos como comprensibles en miembros de dicha generación) esto no debe ser motivo ni justificación para que, a veces, de manera tan frívola como poco profesional, nos induzca a analizar su obra desde ópticas a menudo perezosas y simplistas, siempre encauzadas hacia conclusiones peregrinas y en demasiados ocasiones falsas, hirientes y arbitrarias. La personalidad de este carismático autor se manifiesta de manera expresa y elocuente en toda su filmografía, modulada por una constante exploración de temas, técnicas y recursos, un espléndido currículum vertebrado en función de su calidad, originalidad y entretenimiento -¡Hola mamá! (1970), El fantasma de la ópera (1981), Los Intocables de Elliot Ness (1987)- que convierten su mirada en una de las más interesantes de la industria, siendo especialmente refrescante su constante vocación renovadora. Su último film -a la espera del estreno de la adaptación que ha hecho de la obra maestra del gran James Ellroy, La Dalia Negra- fue Femme Fatale (2002) un film apreciable en forma de thriller sexual excesivo, en el que da rienda suelta a su libertad creativa y que, de nuevo, dividió a crítica y público. A diferencia de lo que mucha gente cree, fue De Palma y no Scorsese el descubridor de Robert De Niro para esto del cine, le hizo debutar en Wedding party (1966), un largometraje que tardó dos años en rodar, más tarde en Greetings (1968) y en ¡Hola mamá!, adaptando débiles guiones suyos. 

     
      CORAZONES DE HIERRO nos traslada a la guerra de Vietnam, en el corazón de ese infierno  el soldado Eriksson (Michael J. Fox) es un novato recién llegado, una noche su pelotón sufre un enfrentamiento con el enemigo durante el cual cae en una trampa preparada por el viet-cong, de la que es salvado por el sargento Meserve (Sean Penn) cuando está a punto de ser atacado. El sargento es un auténtico témpano de hielo al que la guerra ha endurecido hasta extremos peligrosos. Un día, el operador de radio del escuadrón es abatido por los disparos de un francotirador, un hecho que provoca una reacción de rabia y sentimientos de venganza entre sus compañeros. A raíz del incidente, se planea una arriesgada incursión exploratoria en la aldea desde donde el técnico fue disparado, el sargento Meserve es el encargado de llevarla a cabo, y para ello elige a los hombres que le acompañarán, entre ellos está Eriksson. Pero en el pueblo sólo encuentran a mujeres, ancianos y niños, y lleno de ira ante tal frustración, el sargento ordena raptar a una joven e indefensa vietnamita con la intención de que sea violada por todos los miembros del pelotón. Sólo Eriksson se opone a tan execrable acción, se ha dado cuenta de que Meserve, quien anteriormente le ha salvado la vida, es sólo un psicópata criminal al que sus hombres secundan porque le temen. La chica, después de pasar por un auténtico calvario, es brutalmente asesinada. El novato Eriksson denuncia lo sucedido con la certeza de que, aun en la guerra, un crimen es un crimen.
     
      El film, basado en acontecimientos reales, es un proyecto que el director llevaba cerca de veinte años intentando sacar adelante, pero no se hace con la confianza de los estudios hasta que tras el gran éxito de Los Intocables consigue convencerlos, reuniendo el dinero necesario y apoyándose para tal empresa en un estupendo guión de David Rabe sacado del libro de Daniel Lang, con la garantía de contar además con un magnífico plantel de jóvenes actores. El título original, que podemos traducir como “ Víctimas de la guerra”, es mucho más acertado con el mensaje que la película proyecta, que no es otro que hacer reflexionar, a través de un hecho concreto, sobre la tragedia colectiva que suponen las víctimas inocentes de toda confrontación bélica, la población civil, por la que  no se tiene ninguna consideración y que, en su indefensión y con asidua frecuencia, se convierten en  el mejor blanco para poner en práctica las mayores atrocidades, violándose así, sistemáticamente, las reglas, los derechos y los principios humanitarios pactados entre los Estados. De Palma nos ofrece esta visión estremecedora sin centrarse de forma primordial en el conflicto puramente militarista -porque su denuncia es global y extensiva- sino que, con un relato claramente de personajes, ahonda en la dramática realidad de la mano de un grupo de jovencísimos soldados arrojados a la guerra, cuya estancia por la barbarie y la sinrazón únicamente sirve para despojarlos de toda humanidad y luchar desposeídos sin espíritu. Soldados a los que a su regreso -si sobreviven- les espera una traumática, en muchos casos imposible reinserción, entre la indiferencia y el abandono de quienes allí les enviaron.

      Brian De Palma, realizador de innegable fuerza visual, se nos presenta también como un perfeccionista y un gran amante del realismo, cualidad que le llevó a someter a sus actores a una estricta preparación militar, un entrenamiento que tuvo lugar en Thailandia -país donde se desarrolló el rodaje- y que fue coordinado por un oficial del ejército ya retirado, lo que proporciono una mayor autenticidad a las interpretaciones. De cualquier forma, lo más atractivo e impactante de este particular descenso a los infiernos es, a mi modo de ver, el acierto del cineasta por apartarse de la convencional hazaña u odisea bélica -las vicisitudes de un grupo de soldados en lucha por la supervivencia en una guerra sin sentido- y centrarse en el estudio psicológico de los protagonistas; el megalómano psicópata sargento Meserve y el novato Eriksson, un joven soldado asustado pero decidido, idealista y benevolente. Planteando así un paralelismo entre dos guerras, la meramente militar y la que se libra entre las conciencias. Es esa afilada descripción, el análisis minucioso del enfrentamiento entre las dos personalidades, la diferencia esencial que hace que CASUALTIES OF WAR no sea un film más sobre el tan trillado tema del Vietnam, y se nos presente como una lúcida introspección subjetiva acerca de los peores registros morales y las más oscuras emociones humanas.

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