jueves, 17 de abril de 2025

CRÍTICA: "AÚN ESTOY AQUÍ" (Walter Salles, 2024)


Érase una vez un tiempo de terror

“AÚN ESTOY AQUÍ”  êêêê

DIRECTOR: Walter Salles.

INTÉRPRETES: Fernanda Torres, Selton Mello, Fernanda Montenegro, Luiza Kasovski, Bárbara Luz, Cora Mora.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 137 minutos / PAÍS: Brasil / AÑO: 2024

      Dirigida por Walter Salles y basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, Aún estoy aquí nos sitúa en el Brasil de 1971 durante la dictadura militar, cuando su padre Rubens Paiva (Selton Mello), diputado izquierdista, fue secuestrado por el régimen totalitario, y su madre Eunice (Fernanda Torres), se vio obligada al activismo político y a sacar adelante a una familia destrozada. El régimen opresivo y la incertidumbre la obligaron a replantear su identidad y su lucha por la supervivencia en un país dominado con puño de hierro por el miedo y la represión. Lidiando con la pérdida y las secuelas emocionales, Eunice se enfrentará a una sociedad profundamente fracturada donde las decisiones personales y políticas están entrelazadas.

    Ganadora del Oscar a la Mejor Película Internacional, del Goya a la Mejor Película Iberoamericana y del Globo de Oro a la Mejor Actriz Principal para Fernanda Torres, Walter Salles, que fue amigo durante su adolescencia de la familia Paiva, regresa al cine con Aún estoy aquí tras aquel lejano e irregular largometraje titulado En la carretera (2012), basado en la obra de Jack Kerouac. Lo hace con una lacerante sensibilidad y una narrativa introspectiva que le consagra como un cronista poético de la memoria histórica. Con la historia y desventuras de Eunice Paiva, esposa del diputado Rubens Paiva, desaparecido durante la dictadura militar brasileña, la película pinta un oleo poderoso de una mujer que, incluso en el ocaso de su existencia y bajo la espesa nebulosa del Alzheimer, se niega a olvidar. 

     Lo que hace perdurable el relato no es sólo su dimensión lacerante de la memoria histórica, sino su desgarrador tratamiento de las emociones humanas. Lejos de convertir a Eunice en una figura pomposa, Salles opta por una mirada cercana y contenida, íntima y doméstica. Y es justamente en ese microcosmos cotidiano donde se siente el verdadero pálpito de la violencia y la inquebrantable resistencia al vacío y el olvido. Fernanda Torres entrega la mejor interpretación de su carrera sin aspavientos, con matices y gestualidad contenida, con una mirada que oscila entre la lucidez y el extravío. Torres logra que el dolor de Eunice se muestre permeable en todo, y su figura en la decrepitud, encarnada por Fernanda Montenegro, completa el cuadro con una serenidad que duele y conmueve, como si el paso del tiempo, que todo lo destruye, no hubiera cicatrizado la herida, sino profundizado en ella.

    Para la función se ha utilizado una paleta de colores gastados que nos remite a la memoria con cierto tono documentalista. La dirección de Salles no cae en el maniqueísmo ni en inútiles acentuados, tampoco en la nostalgia corrosiva ni en la violencia explícita, dejando que los silencios y la amargura hablen y las ausencias pesen más que las palabras. Aún estoy aquí no tiene como objetivo imposible servir de bálsamo al trauma, ni redimir el pasado, pues lo que en realidad ofrece es un espacio para habitarlo, y se impone como un lamento ahogado por la memoria de los desaparecidos, pero también a los que los mantuvieron vivos en la memoria, aún cuando el tiempo pasa y la carcoma del olvido comienza a corroer la mente. Estamos ante una película necesaria y valiente, en su mirada retrospectiva no sólo aparece el negro pasado, también todo lo vivido y que aún hoy persiste en el presente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario