domingo, 27 de abril de 2025

CRÍTICA: "LOS PECADORES" (Ryan Coogler, 2025)


Batalla por el reinado de la noche

 “LOS PECADORES”  êêêê

DIRECTOR: Ryan Coogler.

INTÉRPRETES: Michael B. Jordan, Hailee Stanfield, Miles Caton, Wunmi Mosaku, Delroy Lindo, Jack O’Connell, Jayme Lawson.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 137 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2025

    Ryan Coogler, que ya me atrapó con su ópera prima Fruitvale Station (2013), un drama social de denuncia racista basado en hechos reales, se muestra más original que nunca narrando las vicisitudes de dos hermanos gemelos Smoke y Stack, interpretados ambos por Michael B. Jordan, que dejan atrás sus problemáticas vidas como gánsteres en Chicago para regresar a su pueblo natal de Clarksdale, situado en el Delta del Misisipi, y comenzar una nueva vida transformando un granero en un club nocturno musical, pero lo que se encuentran es un mal mayor que les da la bienvenida.

    Ryan Coogler demuestra su habilidad para fusionar el drama íntimo con las tensiones sociales, lo hace ahora con una historia fantástica que se siente tan ancestral como brutalmente contemporánea. Michael B. Jordan, en un interesante y complejo desafío que explora los matices de los dos hermanos gemelos a quienes da vida en la búsqueda de un refugio para la redención y prosperidad, pero lo que hallarán es un enfrentamiento con unas fuerzas más oscuras que sus propios pecados: paletos supremacistas del Ku Klux Klan y vampiros sedientos de sangre liderados por un tipo feroz de origen irlandés llamado Remmick (Jack O’Connell).

   La película arranca con un ritmo pausado que irá in crescendo a medida que el espectador se sitúa en el paisaje realista de un pueblo corroído por la culpa, el abandono y una violencia palpitante. Son tiempos de segregación racial. Así, en cada plano se evoca un peso emocional que cubre como un manto a los protagonistas, endurecidos por la vida en chicago, pero idealistas que mantienen una esperanza terca, casi trágica, en su éxito, basado en su olfato para los negocios y el apoyo fraternal. Los pecadores no es sólo una película de terror gótico sureño, también una inmersión en el legado del pecado colectivo del racismo que permea todo el relato, explorando como una comunidad temerosa de Dios, envuelta en una atmósfera enrarecida, puede ser abducida por un Mal pretérito enraizado en la comunidad, en la tierra… en la sangre.    

      Los pecadores, con ecos de drama espiritual y culto a los orígenes, se convierte así en una experiencia emocional y sensorial, con la música de Ludwig Göransson que refuerza los sentimientos de pertenencia a una comunidad con piezas musicales que conmueven y ponen a flor de piel múltiples sensaciones, las señas de identidad de un pueblo que se niega a ver usurpadas sus raíces y que, del crepúsculo al amanecer, librarán una sangrienta batalla cultural que dilucidará quien triunfa en la noche, dando lugar a la mejor secuencia de la función. Será cuando Sammy, el primo de los gemelos haga gemir a la guitarra y en la pista de baile sean invocados los espíritus musicales pasados y futuros de su comunidad. Es entonces cuando el trío de chupasangres irlandeses, con sus folclóricas melodías, intentarán cambiar el rumbo de la apoteósica fiesta. Con una iluminación de tonos apagados y texturas casi tangibles que refuerza los enigmas recónditos del singular paisaje sureño y un libreto que, aunque enfatiza innecesariamente algunos simbolismos, logra mantener la tensión efervescente hasta un clímax que es a la vez devastador y catártico, del que pocos saldrán indemnes augurando con pesimismo un mañana lleno de incertidumbres.



jueves, 17 de abril de 2025

CRÍTICA: "AÚN ESTOY AQUÍ" (Walter Salles, 2024)


Érase una vez un tiempo de terror

“AÚN ESTOY AQUÍ”  êêêê

DIRECTOR: Walter Salles.

INTÉRPRETES: Fernanda Torres, Selton Mello, Fernanda Montenegro, Luiza Kasovski, Bárbara Luz, Cora Mora.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 137 minutos / PAÍS: Brasil / AÑO: 2024

      Dirigida por Walter Salles y basada en las memorias de Marcelo Rubens Paiva, Aún estoy aquí nos sitúa en el Brasil de 1971 durante la dictadura militar, cuando su padre Rubens Paiva (Selton Mello), diputado izquierdista, fue secuestrado por el régimen totalitario, y su madre Eunice (Fernanda Torres), se vio obligada al activismo político y a sacar adelante a una familia destrozada. El régimen opresivo y la incertidumbre la obligaron a replantear su identidad y su lucha por la supervivencia en un país dominado con puño de hierro por el miedo y la represión. Lidiando con la pérdida y las secuelas emocionales, Eunice se enfrentará a una sociedad profundamente fracturada donde las decisiones personales y políticas están entrelazadas.

    Ganadora del Oscar a la Mejor Película Internacional, del Goya a la Mejor Película Iberoamericana y del Globo de Oro a la Mejor Actriz Principal para Fernanda Torres, Walter Salles, que fue amigo durante su adolescencia de la familia Paiva, regresa al cine con Aún estoy aquí tras aquel lejano e irregular largometraje titulado En la carretera (2012), basado en la obra de Jack Kerouac. Lo hace con una lacerante sensibilidad y una narrativa introspectiva que le consagra como un cronista poético de la memoria histórica. Con la historia y desventuras de Eunice Paiva, esposa del diputado Rubens Paiva, desaparecido durante la dictadura militar brasileña, la película pinta un oleo poderoso de una mujer que, incluso en el ocaso de su existencia y bajo la espesa nebulosa del Alzheimer, se niega a olvidar. 

     Lo que hace perdurable el relato no es sólo su dimensión lacerante de la memoria histórica, sino su desgarrador tratamiento de las emociones humanas. Lejos de convertir a Eunice en una figura pomposa, Salles opta por una mirada cercana y contenida, íntima y doméstica. Y es justamente en ese microcosmos cotidiano donde se siente el verdadero pálpito de la violencia y la inquebrantable resistencia al vacío y el olvido. Fernanda Torres entrega la mejor interpretación de su carrera sin aspavientos, con matices y gestualidad contenida, con una mirada que oscila entre la lucidez y el extravío. Torres logra que el dolor de Eunice se muestre permeable en todo, y su figura en la decrepitud, encarnada por Fernanda Montenegro, completa el cuadro con una serenidad que duele y conmueve, como si el paso del tiempo, que todo lo destruye, no hubiera cicatrizado la herida, sino profundizado en ella.

    Para la función se ha utilizado una paleta de colores gastados que nos remite a la memoria con cierto tono documentalista. La dirección de Salles no cae en el maniqueísmo ni en inútiles acentuados, tampoco en la nostalgia corrosiva ni en la violencia explícita, dejando que los silencios y la amargura hablen y las ausencias pesen más que las palabras. Aún estoy aquí no tiene como objetivo imposible servir de bálsamo al trauma, ni redimir el pasado, pues lo que en realidad ofrece es un espacio para habitarlo, y se impone como un lamento ahogado por la memoria de los desaparecidos, pero también a los que los mantuvieron vivos en la memoria, aún cuando el tiempo pasa y la carcoma del olvido comienza a corroer la mente. Estamos ante una película necesaria y valiente, en su mirada retrospectiva no sólo aparece el negro pasado, también todo lo vivido y que aún hoy persiste en el presente.

miércoles, 16 de abril de 2025

CRÍTICA: "THE ALTO KNIGHTS" (Barry Levinson, 2024)

 

Un simple y fallido homenaje

“THE ALTO KNIGHTS”  êê

DIRECTOR: Barry Levinson.

INTÉRPRETES: Robert De Niro, Debra Messing, Cosmo Jarvis, Kathrine Narducci, Michael Rispoli.

GÉNERO: Crimen / DURACIÓN: 122 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2024

    Las expectativas apuntaban alto antes del estreno de The Alto Knights, la última propuesta del veterano realizador Barry Levinson que ya se había adentrado en el mundo del hampa con el film Bugsy (1991), y que cuenta en su filmografía con títulos tan interesantes como Diner, El mejor, Rain Man y Sleepers. Si a esto le añadimos la sal de un libreto que venía firmado por Nicolas Pileggi, autor de los guiones de las magistrales Uno de los nuestros y Casino, dirigidas ambas por Martin Scorsese, y la pimienta de contar con el protagonismo de Robert De Niro en un doble papel dando vida a dos de los más legendarios gánsteres de la segunda mitad del siglo XX… ¿qué podía salir mal? La respuesta es casi todo, pues finalmente The Alto Knights, título que hace referencia al nombre de un club social neoyorquino de la mafia, ha supuesto una considerable decepción,

     La película nos presenta a los dos jefes más notorios de la ciudad de Nueva York, Frank Costello (Robert De Niro) y Vito Genovese (Robert De Niro), en su enfrentamiento por hacerse por el control de la ciudad tras haber sido los mejores amigos desde la infancia. Pero unos celos mezquinos y una serie de traiciones les acercan a una colisión mortal que cambiará las estructuras de la Mafia para siempre.


    ¿Te gusta Robert de Niro dando oxígeno a un mafioso? Pues aquí lo tienes por duplicado, y lo cierto es que le sobra oficio y carisma para encarnar a Costello y Genovese en un cara a cara que se diferencia más por los gestos, la forma de caminar, las pausas y las miradas que por el maquillaje o los efectos digitales. Pero esa duplicidad interpretativa, que podríamos señalar como aceptable, parece más un juego para el actor italoamericano que un recurso imprescindible para el desarrollo de la historia, pues lejos de representar una profunda introspección sobre las contradicciones de los dos mafiosos, supone una distracción evitable, ya que uno espera el siguiente guiño de caracterización más que la evolución dramática de la trama.

      El espectador cinéfilo sabe del amor de Nicolas Pileggi por el mundo criminal de la Mafia repleto de códigos, traiciones y lealtades interesadas, Pero la función, rodada con tono nostálgico, interpela a las figuraciones de un mundo que ya no existe con una estructura atiborrada de flashbacks, voces en off, escenas de diálogos y consejos mafiosos en la penumbra, que funcionan como una oda de amor al cine de gánsteres, aunque sin lograr renovarlo. La ambientación es impecable: trajes caros, los clubes nocturnos, los coches clásicos, todo está estudiado al detalle. No obstante, ese lujo visual no es suficiente para ocultar un guión que no arriesga y un ritmo moroso que acaba aburriendo sin apenas generar tensión. Como si todo estuviera ideado como un simple homenaje. En The Alto Knights nada resulta memorable y todos sabemos lo que va a pasar no porque el relato está basado en hechos reales, sino porque esta película ya la hemos visto antes sólo que filmada con más garra, tensión y alma.

sábado, 12 de abril de 2025

CRÍTICA: "CUANDO CAE EL OTOÑO" (François Ozon, 2024)

 

Un refugio para el otoño de nuestras vidas

 “CUANDO CAE EL OTOÑO”  êêê

DIRECTOR: François Ozon.

INTÉRPRETES: Hélène Vincent, Josiane Belasko, Ludivine Sagnier, Pierre Lottin, Garlan Erlos, Sophie Gillemin.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 102 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2024

     La última película del siempre interesante director francés François Ozon tiene como escenario uno de esos paisajes que tanto le gustaban al gran Claude Chabrol. La historia nos presenta a Michelle (Hélène Vincent), una abuela enérgica que pasa su jubilación en un pueblo de la campiña francesa, donde también reside Marie-Claude (Josiane Belasko), su mejor amiga. Emocionada con la visita de su hija Valérie (Ludivine Sagnier) y su nieto Lucas (Garlan Erlos), que llega con idea de dejarle al pequeño durante la semana de vacaciones escolares. Michelle cocina unas setas silvestres que resultan ser tóxicas. Todo lo que acontece después parece fruto del infortunio, pero la sombra de la duda crece cuando Michelle intime con el hijo de Marie-Claude, Vincent (Pierre Lottin), que acaba de salir de la cárcel.                          

     Con ese virtuosismo que tiene para transitar por las estancias más oscuras del alma humana, François Ozon demuestra nuevamente su ingenio en Cuando cae el otoño para crear una película aparentemente pequeña pero rebosante de lecturas, capas y pulsión emocional. Ahora fija si mirada en la vejez, los conflictos de la maternidad, el peso de lo vivido y los resentimientos que ensucian las relaciones familiares cuando el tiempo ha hecho estragos.

     La protagonista, Michelle, es una abuela jubilada de rostro sereno y voz determinante que lleva una vida tranquila en una casa rural rodeada de árboles con las hojas amarillentas por el inicio del otoño. Pero la visita de su hija Valérie, que sufrirá una intoxicación alimentaria y entonces se niega a dejar al nieto a su cuidado, romperá la aparente calma. Lo que al principio parece un accidente doméstico por la ingestión de setas tóxicas, va dejando entrever una red de tensiones y recelos que Ozon va desentrañando con paciencia y sutileza.  

     Así, alejándose de la postal rural, Ozon nos propone un retrato enigmático donde los lazos familiares, el resquemor y la culpa se entrelazan sin maniqueísmos ni coartadas morales. Michelle es tan inescrutable como humana, y el relato juega constantemente con nuestra percepción sobre sus actos y nos obliga a preguntarnos si es víctima de una hija ingrata o guarda un secreto más oscuro. La presencia de Josiane Belasko como la mejor amiga de Michelle, introduce un contrapunto de calidez, pero también de complicidad peligrosa. Su hijo Vincent, recién salido de la cárcel, se impone como el nexo de conflictos turbios soterrados, aportando un punto adicional de tensión a la trama cuando sucede un hecho trágico que la policía se encargará de investigar. El guión no subraya nada, nos invita sugerentemente a reflexionar, con diálogos parcos y punzantes y atronadores silencios, confiando en que el espectador capte los puntos de fuga en las interacciones de los personajes.  

    En el aspecto visual, Cuando cae el otoño es una película que rinde tributo a esa estación en todos los sentidos, con una iluminación ocre, los árboles desnudos y el suelo con una alfombra de hojas, dotando a la función de un tono melancólico que impregna cada plano. Esa reconocida atmósfera dota de armonía a un relato en donde todo parece estar a punto de apagarse, aunque aún es posible encontrar un lugar para la redención. Estamos ante una película que es una introspección sobre la edad otoñal -con sus luces y sombras- de los seres humanos, y al mismo tiempo una reflexión sobre el amor, los fantasmas del pasado, los desengaños y los vínculos que nos marcan para siempre. Como esas conversaciones que se tornan muy incómodas y que por ello mismo resultan inolvidables.

domingo, 6 de abril de 2025

CRÍTICA: CONFIDENCIAL (BLACK BAG) (Steven Soderbergh, 2025)

 

La fábrica Soderbergh

 “CONFIDENCIAL (BLACK BAG)”  êêê

DIRECTOR: Steven Soderbergh.

INTÉRPRETES: Michael Fassbender, Cate Blanchett, Regé-Jean Page, Naomie Harris, Marisa Abela, Pierce Brosnan.

GÉNERO: Espionaje / DURACIÓN: 99 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2025


    Steven Sodebergh, que hace series y películas como churros (tiene en cartelera en España la insustancial Presence), y sigue con su idilio con el cine digital, estrenará en este mes de abril esta aseada historia de espionaje con un guión del casi siempre interesante David Koepp sobre un matrimonio de espías en el que la amada esposa Kathryn (Kate Blanchett), del legendario agente de inteligencia George Woodhouse (Michael Fassbender), es sospechosa de traicionar a la nación, y a él no le quedará más remedio que enfrentarse a la prueba definitiva de la lealtad a su matrimonio o a su país.

     Confidencial (Black Bag) se impone como una película de espionaje que se beneficia de la tensión y complejidad que el Soderbergh más inspirado sabe crear con cierta habilidad. La trama, que gira en torno a la lealtad y la traición, se va convirtiendo en un laberinto de intrigas y secretos que mantienen la atención del espectador. La actuación de Michael Fassbender dando vida a un agente muy sagaz del Servicio de Inteligencia Británico en una prueba de fuego que le enfrenta al dilema de tener que elegir entre salvar su matrimonio o poner en peligro el país, es al mismo tiempo intensa y contenida, que es lo que la situación requiere, logrando transmitir la angustia y la problemática emocional del personaje.

     Soderbergh, con ese virtuosismo del que a veces hace gala para crear una atmósfera de suspense y tensión que capta la atención del público incluso en los momentos que el ritmo decae, se apoya en una narrativa bien estructurada. Confidencial (Black Bag) no figurará entre las grandes películas del género como El hombre que sabía demasiado, El espía que surgió del frío o El topo, pero la función tiene cierta solidez gracias en parte a la química, el atractivo y el carisma de la pareja protagonista y a la forma en la que el director, con un estilo a la vieja escuela, nos muestra el estado de ánimo y de desconfianza que se va creando en torno no sólo al matrimonio sino también entre el círculo de agentes de la agencia, y que en gran medida representa la paranoia, ansiedad e inseguridad de nuestras vidas en un mundo cada vez más cerca del abismo.


viernes, 4 de abril de 2025

CRÍTICA: "MARCO" (Aitor Arregi, Jon Garaño, 2024)

 

Un entrañable impostor

 “MARCO”  êêêê

DIRECTORES: Aitor Arregi, Jon Garaño.

INTÉRPRETES: Eduard Fernández, Nathalie Poza, Daniela Brown, Chani Martín, Vicente Vergara.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 98 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2024

     Los directores Aitor Arregi y Jon Garaño ficcionan la historia real de Enric Marco Batlle (Eduard Fernández), un sindicalista español que fue Secretario General del sindicato CNT en 1978 y presidente de la Amical de Mauthausen en España. Durante su etapa al frente de la asociación de deportados españoles de los campos de concentración del Tercer Reich, Marco dio un gran número de charlas principalmente en centros de enseñanza, sobre su pretendida vivencia como superviviente de uno de aquellos campos nazis. Más adelante, un historiador descubrió que había falseado datos de su biografía para aparecer como superviviente del campo de concentración de Flossenburg durante la Segunda Guerra Mundial.

     Los firmantes de la excelente La trinchera infinita, nos presentan la extraordinaria historia sobre un entrañable y para mí nada infausto impostor que, a pesar de sostener durante muchos años la farsa, logró, debido a su magnífica retórica, dar publicidad a la Amical de Mauthausen y que las penurias de los supervivientes de los campos de concentración fueran conocidas tanto en el ámbito de la enseñanza como a nivel institucional.

     Jordi Pujol, presidente de la Generalitat de Cataluña en aquel entonces, le entregó la Creu de Sant Jordi y llegó a ser Secretario General de la CNT, apoyándose en la falsedad de que fue amigo del líder anarquista Buenaventura Durruti. Enric Marco murió con 101 años en 2021 y aunque era un farsante, su engaño se debió más a sus enormes ansias de protagonismo que por ánimo de lucro. La impostura como forma de vida, pero también como escape de una vida vulgar y carente de un pasado notorio.

     Marco es un ejercicio de precisión y rigor que nos muestra la complejidad de la personalidad del protagonista y su habilidad para ocultar la gran mentira. La interpretación de Eduard Fernández dando oxígeno al carismático personaje es superlativa, capturando la esencia de un hombre que se inventó un pasado falso y lo mantuvo durante tres décadas. 

    Marco no es sólo una película sobre la farsa de un impostor, es también una aguda reflexión sobre los ángulos oscuros de la memoria histórica y los fundamentos de la verdad. En un momento en que la posverdad y la manipulación de la información es moneda corriente, esta película actúa como recordatorio sobre la importancia de la honestidad buceando por la naturaleza humana y la maraña de mentiras en la que uno se puede ver enredado para construir una identidad falsa o para huir de una mediocre existencia. Estamos ante una de las grandes películas españolas del pasado año por la que Eduard Fernández se alzó con el Goya al Mejor Actor Principal.