domingo, 9 de mayo de 2021

CRÍTICA MINISERIE: “EL INOCENTE” (Oriol Paulo, 2021)

 

“EL INOCENTE” êêê

DIRECTOR: Oriol Paulo.

INTÉRPRETES: Mario Casas, Aura Garrido, Alexandra Jiménez, José Coronado, Juana Acosta, Miki Esparbé, Martina Gusman, Ana Wagener, Gonzalo de Castro.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 8 episodios de 50 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2021.

    Sigo a Oriol Paulo desde su ópera prima El cuerpo (2012), película en donde el director maneja con soltura los códigos del thriller psicológico manteniendo la tensión hasta el final, y que a través de unos flash backs bien diseñados abre dos líneas temporales que nos introducen en las convulsas relaciones de sus protagonistas y en las tripas de la intriga. El cineasta barcelonés estuvo a la altura con su segundo largometraje, Contratiempo (2017), otro entretenido y eficaz thriller que lejos de ser perfecto plantea un retorcido juego del gato y el ratón dentro de un laberinto rebosante de falsas pistas y retruécanos. No me gustó tanto Durante la tormenta (2018), que con un flojo guión con más agujeros que un queso emmental desarrolla una historia de nuevo laberíntica que discurre paralelamente en dos franjas temporales separadas por 25 años.

     Oriol Paulo vuelve al medio donde comenzó su carrera con aquel olvidado telefilm titulado Ecos (2006), como creador y director de esta miniserie de ocho episodios de Netflix basada en la novela de Harlan Coben. La historia comienza una noche de hace nueve años, Cuando Mateo (Mario Casas) intercedió inocentemente en una pelea y termina siendo culpable de una muerte accidental. Ahora es un exconvicto que no da nada por sentado. Su mujer, Olivia (Aura Garrido) está embarazada y los dos están a punto de conseguir la casa de sus sueños. Pero una llamada alarmante e inexplicable al móvil de Olivia destroza la vida de Mateo por segunda vez. En su búsqueda por la verdad, encontrará una sorprendente aliada en la inspectora de policía Lorena (Alexandra Jiménez) que está a cargo de la investigación de un caso de suicidio.



     Mientras junto estas letras El inocente ocupa la segunda posición entre las series más vistas de Netflix a nivel mundial, nada extraño, Paulo sabe cómo enganchar al espectador desde las primeras escenas que poco a poco nos sumergen en un intrincado argumento rebosante de emociones, un abanico de subtramas y giros inesperados a modo de inextricable rompecabezas que va dejando piezas sueltas que encajarán a la perfección en los episodios finales de la serie. Pero hasta que las incógnitas sean despejadas, el espectador irá descubriendo los misterios de cada personaje, sus tormentosos pasados, sus conexiones, sus secretos inconfesables, el por qué actúan de esa manera y, sobre todo, su decidida voluntad de avanzar en sus tremendos destinos tras los sucesos vividos.

 

    Todos los personajes arrastran traumas y episodios oscuros de un pasado que no deja de perseguirlos, desde la inspectora de policía Lorena que vio el cadáver de su padre, policía como ella, segundos después de suicidarse, pasando por Mateo, un joven involucrado en una muerte accidental que aún le atormenta, hasta llegar a Olivia, que tuvo una vida perra en un prostíbulo del que logró huir, o el mismo agente de la UDE Teo Aguilar (José Coronado) que trata de ocultar capítulos espeluznantes de sus pasado recogidos en una cinta que tratará de recuperar cueste lo que cueste. Por otro lado, están los padres de Dani, el desgraciado chaval al que segó involuntariamente la vida Mateo y que tendrán un papel esencial en la trama. Al igual que las compañeras de Olivia en el prostíbulo Marbellí Kimmy (Martina Gusman) y María Luján (Juana Acosta), cada una con intereses distintos, un prostíbulo regentado por Anibal, un macarra violento al que da oxígeno Miki Esparbé.

     Estamos, amigo lector, ante un thriller de múltiples y punzantes aristas, con un argumento que se bifurca en incontables direcciones para narrarnos las vidas, con sus luces y sombras, de unos personajes que anhelan una segunda oportunidad que no a todos les será concedida, vidas que se verán reflejadas en un espejo fragmentado, un caleidoscopio que nos enseña trozos unas existencias marcadas por el fatalismo, el sadismo, el sentimiento de culpa, las ambiciones y la redención. Por supuesto, en El inocente está impreso el sello personal del director catalán, que juega a su antojo con la psicología de los personajes siempre de la mano de una historia cargada de suspense, violencia y emociones al límite, de vueltas de tuerca y alambicadas subtramas que definen un perfil ajustado de los personajes, de sus reflexiones, acciones, sueños y temores, además de cargar con los efectos de unas tragedias que dejarán marcadas de forma indeleble sus vidas. Con una cuidada puesta en escena, un gran trabajo de todo el reparto y una prodigiosa planificación del espacio-tiempo, El inocente se clausura con una virtuosa conjunción de todas las piezas, pero queda la tensa mirada de Mateo para alertarnos de que quizás el círculo no esté completamente cerrado. 

4 comentarios:

  1. Tiene pinta de estar bien construída. Me resulta atractiva, ¿qué tal las interpretaciones?

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  2. Las actuaciones son muy correctas, y a pesar de lo que se diga de Mario Casas, en cada nueva película es mejor actor y progresa adecuadamente en dicción. Aunque podría hablar largo y tendido de lo mal que vocalizan muchos actores estadounidenses.

    Una serie, como bien apunta, con un buen andamiaje realizada por un director que siempre sabe a lo que juega.

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  3. No comparto tu entusiasmo ante la filmografía de Oriol Paulo y tampoco me termina de convencer la serie de Netflix, aunque reconozco que sabe como enganchar. Pero me deja con la sensación de que es puro artificio, con un último capítulo claramente mejorable. Una estructura original que no termina de ocultar las carencias de una historia poco creíble, donde todo sucede por el puro capricho de los guionistas.

    Y, aunque es mejor que la tarantiniana "Sky rojo", también usa y abusa del tópico de las prostitutas manipuladas por un gangster sin escrúpulos, que sirve de excusa para mostrar escenas de sexo, en este caso con el añadido de un remedo de "Eyes Wide Shut" en plan más cutre.

    Al menos sale Aura Garrido. Y Mario Casas también cumple. Coronado siempre está bien aunque no me creo el personaje.

    En fin, no sé porqué me quejo si me la tragué de principio a fin. Creo que los primeros capítulos generaron unas expectativas que no se vieron del todo recompensadas.

    Un abrazo.

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  4. Bueno, Ricard, cualquier excusa es buena para el sexo, en el cine o la vida real. Las escenas de sexo o desnudo (si es posible de mujeres, más que nada por mi condición de heterosexual) no me molestan nunca, aunque sean metidas con calzador o en un homenaje como el que citas.

    Oriol Paulo no es Rodrigo Sorogoyen, le interesa otras cosas, pero sabe jugar como pocos con los personajes en tramas alambicadas rebosantes de trampas y pistas falsas que mantienen pegado a la butaca al espectador.

    A poyado por intérpretes que siempre le entregan lo que pide, dibuja personajes en tensión transitando sinuosos senderos que exigen al espectador una mirada a la vez amplia y concentrada, una visión perimetral en donde importan los detalles, pero más aún las diferentes formas de asumir las tragedias y la insufrible condena. Y hay algo que Oriol Paulo hace muy bien: convertir un mediocre best seller en una serie con más profundidad psicológica de lo que uno espera, debido sobre todo al excelente perfil de todos los personajes.

    Un abrazo.

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