lunes, 11 de mayo de 2020

"VIGILANTE" (William Lustig, 1983)


Limpiando la escoria de la ciudad
“VIGILANTE” êêê
DIRECTOR: William Lustig.
INTÉRPRETE: Robert Forster, Fred Williamson, Richard Bright, Rutanya Alda, Woody Strode, Don Blakely, Joe Spinell.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 90 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 1983.

  
   He de confesar mi debilidad por William Lustig, director de cine y productor neoyorquino nacido en el Bronx en 1955 y que además ha participado como actor en algunos cameos de películas suyas y de Sam Raimi. Lo último que supe de él es que estaba trabajando como director ejecutivo en Blue Underground, una compañía especializada en películas oscuras, escabrosas y cine exploitation. Lustig debutó en el año 1977 con sólo 22 años con el drama erótico The Violation of Claudia, film inédito por estos lares que versaba sobre un profesor de tenis que arrastraba a una rica y aburrida ama de casa hacia el mundo de la prostitución. Con una biografía compuesta por diez películas, fue en el año 1980 cuando estrenó su film más influyente y mítico, Maniac, cinta imitada hasta la náusea incluso en el póster que sigue a un asesino que mata brutalmente a mujeres a las que quita la cabellera para exponerlas en la colección de maniquíes que guarda en su sórdido apartamento.


   Aunque la anterior es sin duda mi película favorita del director junto con la segunda entrega de Maniac Cop (1990), tengo mucho cariño a esta película de justicieros urbanos titulada Vigilante. Convertida para mí en un placer culpable, la trama nos presenta a un expolicía frustrado, Burke (Richard Bright), que junto a su mano derecha, Nick (Fred Williamson) se toma la justicia por su mano y que han creado un grupo de vigilantes que se dedican a mantener la ley y el orden en las calles. Al mismo tiempo, el hijo y la mujer de su amigo y compañero de trabajo Eddie Marino (Robert Forster) son atacados por una banda local de delincuentes en su propia casa, asesinando a su pequeño hijo y dejando malherida a su esposa.

  
  Deudora de la trilogía Death Wish dirigida por el británico Michael Winner y protagonizada por Charles Bronson, cuya primera entrega se estrenó en España con el título de El justiciero de la ciudad (1974), Vigilante es una película con menos aspiraciones pero que parte de la misma premisa: “allí dónde no llega el largo brazo de la ley, llegará el brazo ejecutor de los ciudadanos honrados impartiendo justicia por su propia cuenta”. Como ocurría en la citada trilogía con el arquitecto Paul Kersey como protagonista, Eddie Marino es un buen hombre, un buen trabajador, un buen padre y un buen marido, un tipo decente que cree que deben ser los encargados de hacer cumplir la ley (los policías) los que detengan a los delincuentes y los jueces quienes impartan justicia, pues piensa que la violencia sólo genera violencia.

   
   Es por eso, que no quiere unirse a la cuadrilla de vigilantes urbanos (compañeros suyos de trabajo) que castigan ferozmente a los peores asesinos y violadores que el sistema corrupto y desbordado no condena y deja en libertad. Cambia de opinión cuando su familia sufre en su propia casa un ataque brutal por parte de una pandilla de delincuentes sin escrúpulos que mandan a su mujer a la UCI luchando por su vida y el cadáver de su pequeño hijo destrozado. Cuando Eddie asiste a la parodia de juicio del cabecilla de la banda criminal, Rico (Willie Colón) y ve lleno de ira cómo queda en libertad condicional, decide actuar y unirse al grupo de justicieros, una patrulla vecinal que enmienda los errores de la justicia dando matarile a los criminales, para perpetrar su propia venganza.


  Filmada en tono seco y una narrativa lacónica sin concesiones a los sentimentalismos, en Vigilante sólo sobresalen los personajes encarnados por Robert Forster y Fred Williamson. El primero, como víctima de un sistema en el que creía y que le ha defraudado y al que su mujer culpa por no haber estado presente cuando más lo necesitaba; y el segundo, porque sabe que ese sistema está podrido hasta la médula, debido a lo cual tienen que ser ellos los encargados de limpiar toda la chusma que deja libre la corrupta justicia, campando a sus anchas para que sigan delinquiendo. Sin ser un film de acción arrolladora, Vigilante cuanta con escenas de persecuciones, peleas y tiroteos de esos en que el impacto del proyectil impulsa los cuerpos con un retroceso bestial (especialmente dramático es el asesinato del hijo del protagonista en la bañera). Con una banda sonora a cargo de Jay Chattaway que tiene su mejor composición en los títulos de crédito iniciales y cuando Eddie sale de la cárcel, estamos ante una película que denuncia el desamparo de los ciudadanos en una época convulsa cuando muchos barrios de las grandes metrópolis se habían convertido en distritos apaches, en guetos peligrosos abandonados a su propia suerte. Un film de culto.

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