miércoles, 6 de mayo de 2020

CRÍTICA: "FURIA" (Olivier Abbou, 2019)


Una buena premisa desaprovechada
“FURIA” êê
DIRECTOR: Olivier Abbou.
INTÉRPRETES: Adama Niame, Sthépane Caillard, Paul Hamy, Eddy Leduc, Hubert Delattre, Leila Amara.
GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 97 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2019.


   Segundo largometraje del director francés Olivier Abbou tras debutar en el año 2010 con la película de terror Territories, un film aceptable dentro del género que tomando como referencia las torturas cometidas en Guantánamo se impone como una fábula angustiosa sobre una temática muy polémica de contenido político-social sobre una vergüenza que fue aceptada de manera bochornosa por la sociedad estadounidense post 11-S, la doble moral que les hace presumir de ser una de las democracias más sólidas del mundo cuando sus gobiernos con el beneplácito de una parte importante de la sociedad incumple sistemáticamente todos los preceptos de los derechos civiles haciendo aflorar el racismo contra la minoría musulmana en la caza de brujas sin cuartel que se puso en marcha tras los atentados de las Torres Gemelas.

  
   En Furia cambia de género para transitar los abruptos parajes del thriller tan de moda hoy de la “home invasión” y de la ocupación de la propiedad privada. La trama sigue a Chloé y Paul Dillo (Stéphane Caillard y Adama Niame) que regresan de vacaciones en su caravana tras haber prestado su hermosa vivienda a la niñera de su hijo, que vive ahora allí con su pareja. Al llegar, la familia Diallo se encuentra con que han cambiado la cerradura de la puerta y los nuevos ocupantes manifiestan que están en su casa. Para Paul comienza una lucha que afectará a su familia, sus valores y su forma de ser.


    El tema de la propiedad privada y los okupas está dando mucho juego en el cine y la vida real. Como yo soy muy conservador, defiendo la inviolabilidad de la propiedad privada, de tal modo que si alguien juega sucio y se salta esa sagrada ley, el propietario debe hacer uso de todas las armas a su alcance para recuperar su propiedad, sobre todo si los estamentos legales, con sus trampas administrativas y su maquinaria burócrata no le asisten debido a los vacíos legales. Furia comienza de manera sugerente a pesar de que la pareja protagonista destila poca química y que el aviso de “basada en un hecho real” salta por los aires en el hiperbólico y exacerbado clímax final filmado con una carencia absoluta de mesura.

  
   Los valores en los que siempre ha creído Paul quedan hechos pedazos tras ver cómo han ocupado su suntuosa vivienda aprovechándose de su generosidad y confianza y tiene que vivir con su mujer y su hijo en un aparcamiento para caravanas. La pulsión reflexiva de Paul se transforma cada día que pasa en una actitud violenta que se va gestando poco a poco desde el instituto donde imparte clases de historia y tras hacer mella en él la influencia del encargado del párking, Mickey (Pal Hamy) que además tuvo una relación en la época del instituto con Chloé, su mujer. Es en el primer tramo de la función cuando Olivier Abbou demuestra sus mejores dotes, narrando el descenso al infierno de un hombre honesto que ve cómo todo su mundo y sus principios se derrumban y se va apoderando de él sentimientos como la ira y la furia en una tremenda escalada de la tensión y tras pasar por situaciones tan humillantes y dolorosas como kafkianas.

      
    Pero esas señales perturbadoras que encontramos en el primer tramo de la función, con la extraña amistad de dos personajes antitéticos, el sórdido, inquietante y salvajemente viril Mickey, frente al intelectual, templado e influenciable Paul, se verá truncada abruptamente por una espiral desaforada de violencia y caos que sumerge al espectador (con máscaras incluidas) en las constantes escénicas de la tradición “home invasión” sin que el director aporte ninguna novedad. Furia, fusión disparatada de Parásitos y Perros de paja, sufre un brusco cortocircuito que de manera torpe y desmedida nos introduce en otra película mucho menos interesante, con brotes de crueldad y sadismo en un clímax final filmado de forma atropellada, sin ninguna contención. La película no cuenta con interpretaciones relevantes, y sólo Mickey, dueño de una vida desvencijada, una moral enfermiza y una impulsiva brutalidad cumple con el expediente y provoca algo de desasosiego. En cualquier caso, lo mejor de la irregular Furia lo encontramos en el proceso de degradación de la conducta de Paul, un buen hombre arrojado a las tinieblas por una ridícula legislación que en demasiadas ocasiones protege los intereses del delincuente.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario