miércoles, 16 de mayo de 2018

CRÍTICA: "REVENGE" (Coralie Fargeat, 2017)


Venganza es mi nombre
REVENGEêêê
DIRECTOR: CORALIE FERGEAT.
INTÉRPRETES: MATILDA LUTZ, KEVIN JANSSENS, VINCENT COLOMBE, GUILLAUME BOUCHÈDE.
GÉNERO: THRILLER / FRANCIA / 2017 / DURACIÓN: 108 MINUTOS.


    Que yo sepa, sólo dos cortometrajes,  Le telegramme (2003)  y Reality + (2014), sirvieron de iniciación para que la directora francesa Coralie Fargeat diera el salto a la dirección de largometrajes con esta sorprendente ópera prima presentada en el pasado Festival de Sitges un éxito aceptable entre la crítica.


    Sin excesiva originalidad en su premisa, Revenge nos presenta a Richard (Kevin Janssens) un adinerado hombre de negocios que va acompañado de su amante, Jen (Matilda Lutz) a una de sus escapadas de caza junto a dos amigos. La hermosa joven no pasa desapercibida para uno de los amigos de Richard que tomando por otra cosa el carácter desenfadado y chispeante de la joven la viola en ausencia de Richard. Cuando regresa Richard le cuenta lo sucedido y como no hace nada, le amenaza con contarle la infidelidad a su esposa. Viendo que todo su mundo puede derrumbarse, Richard y sus amigos intentan deshacerse de ella para siempre. Dejada por muerta en medio del desierto, la chica vuelve a la vida y el juego de caza se convierte en una venganza implacable.


     El cine ya nos ha dado buenos ejemplos de películas dentro de este subgénero conocido como rape & revenge (violación y venganza), entre las más conocidas podemos citar Ángel de venganza (Abel Ferrara, 1981), Desenlace mortal (Bo Arne Vibenius, 1973), Perros de paja (Sam Peckinpah, 1971), la obra maestra de Ingmar Bergman El manantial de la doncella (1960) y la icónica La violencia del sexo (Meir Zarchi, 1978) por citar varios ejemplos. Precisamente con ésta última y reivindicada película comparte muchos puntos en común la cinta de Fargeat, incluso el nombre de la protagonista a la que aquí da oxígeno de manera vibrante una superlativa y hermosa Matilda Lutz. Estamos ante un relato de supervivencia extrema en un medio hostil rodado con un potente look visual, un certero escupitajo sobre los ritos cotidianos de la viscosa e inherente misoginia y auge del empoderamiento femenino que nos presenta el espeluznante retrato de una mujer que lucha por su vida hasta el paroxismo y a la que sólo la venganza mantiene en la lucha.


     Con algunas secuencias sanguinolentas que pueden revolver el estómago a los no iniciados, Revenge abraza el axioma del “ojo por ojo” (precisamente el título de otro film de violación y venganza firmado por John Schlesinger en 1995) para que sin tregua ni perdón la víctima ejecute un acto de justicia implacable. Aconsejo que el espectador esté siempre preparado para suspender la credibilidad no sólo porque resulta inverosímil que la protagonista pueda salir con vida de tan insufrible calvario, igualmente porque algunos trucos están cogidos con pinzas con el único objetivo de hacer evolucionar la acción por serpenteantes territorios.


      Dejando de lado esas inconsistencias, estaremos de acuerdo en que la escena de la violación la despacha la directora francesa con tres brochazos y sin el más mínimo regodeo (nada que ver con la salvaje explicitud de, por ejemplo, Irreversible), tal vez la única señal que nos podría llegar a indicar que detrás de la cámara se encuentra una mujer. La acción de Revenge transcurre en un paraje desértico indeterminado, desolado paisaje en donde asistiremos a un ritual de peyote que resultará esencial en la resurrección de nuestra heroína, una escena que lleva implícito un humor cáustico y un aura de misticismo y fantasía. 


    La función, además de resultar entretenida, se eleva como una denuncia contra el machismo que carcome todo el tejido social, y nos seduce por su ritmo vertiginoso que apenas concede un respiro al espectador, que verá cómo un acto sobrehumano de supervivencia el renacer de la protagonista, que pasará de ser una simple carnaza a cazadora. Revenge se impone como una hiriente y descarnada fábula sobre los resortes sociales y psicológicos de ese repugnante machismo que toma a las mujeres bellas como objetos sexuales descerebrados, coartada moral que sirve también para desarrollar un subversivo, musculoso y desgarrador thriller de acción pura y dura. 


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