sábado, 26 de mayo de 2018

CRÍTICA: "DEADPOOL 2" (David Leitch, 2018)


Una apreciable secuela
DEADPOOL 2êêê
DIRECTOR: DAVID LEITCH.
INTÉRPRETES: RYAN REYNOLDS, JOSH BROLIN, ZAZIE BEETZ, MORENA BACCARIN, JULIAN DENNISON, T. J. MILLER.
GÉNERO: FANTÁSTICO / EE.UU. / 2018 / DURACIÓN: 111 MINUTOS.

    Tras el merecido éxito de la primera entrega Deadpool (Tim Miller, 2016) vuelve el antihéroe de la Marvel con su corrosivo y característico humor dispuesto a compartir la pantalla con uno de los miembros con los que nació. Se trata de Cable, un personaje biónico con la habilidad de viajar en el tiempo. El mutante, medio robot y medio humano, comparte protagonismo con este rebelde bien armado y experto en artes marciales. Por su parte, Wade Wilson (Ryan Reynolds) lucha por cumplir su sueño mientras aprende a arreglárselas después de perder el sentido del gusto.


    El poderoso villano llamado Cable (Josh Brolin) ha secuestrado a un chaval llamado Russell (Julian Dennison). Para salvar al joven, el desvergonzado mutante decide montar un hiper-mega escuadrón al que, por toda la cara, va a llamar X-Force. Este escuadrón está formado por Domino (Zazie Beetz), Estrella Rota (Lewis Tan), Megasonic (Brianna Hildebrand), Zeitgeist (Bill Skargard), Yukio (Shioli Katsuna), Coloso (Stefan Kapicic) y Bedlam (Terry Crews). Con su característica irreverencia, el antihéroe deberá demostrar a Cable que es un héroe y no sólo un payaso.


     Tras la primera entrega, Deadpool 2 se enfrenta a la carencia del factor sorpresa, pero estamos ante un especialista del cine de acción como lo es David Leitch (John Wick: Otro día para matar) y eso se nota en la enérgica expresividad de ese tipo de secuencias a pesar de que el mayor atractivo del invento sigue siendo el jocoso torrente verborréico de su protagonista, que unido a las múltiples referencias a diferentes manifestaciones de la cultura popular y temas de actualidad, hacen de esta secuela un artefacto divertido aunque un escalón por debajo del film seminal.


     Como comedia de acción, Deadpool 2 ofrece al espectador grandes alicientes: unos asombrosos efectos visuales, buenos y malos con sus diferentes superpoderes, violencia hiperbólica, socarronería y chistes sobre otros superhéroes como Lobezno, drama, amores celestiales… y el inherente tono autoparódico que confiere a su personaje Ryan Rynolds, que no se toma en serio casi nada, y mucho menos a él mismo. Tal vez la película peque por exceso y en algunos momentos se muestre algo reiterativa, pero es su carácter gamberro e irreverente lo que sigue atrayendo a un público que disfrutará con su mezcla de violencia exacerbada y un humor cáustico y tontorrón.


      En un relato tan esquizoide no siempre se logra la alquimia perfecta, pero convertido en un placer culpable, mi consejo es que el espectador se acomode en la butaca para disfrutar de coreografías de peleas imposibles (individuales y colectivas) que armonizadas por una selección de temas musicales clásicos que son un regalo para los oídos, dotan de ritmo a las aventuras de Wade Wilson y el supergrupo X-Force, que tiene a Domino como uno de sus más sugerentes miembros. Juntos nos regalan una de las más desternillantes escenas saltando en paracaídas. En Deadpool 2 Wade ha perdido belleza y a su único amor, pero sigue transitando por la vida con su innata ironía y un sentido lúdico de la existencia. Algo de agradecer cuando la cruda realidad te obliga a chapotear de ciénaga en ciénaga.

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