jueves, 3 de diciembre de 2015

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: "BOWLING FOR COLUMBINE" (2002)

BOWLING FOR COLUMBINE
Documental - USA, 2002 - 123 Minutos.
DIRECCIÓN Y GUIÓN: MICHAEL MOORE.


     Hace tiempo que vengo reflexionando sobre la violencia en el cine contemporáneo, cavilaciones que, espero, se vean en un futuro consolidadas con un ensayo sobre el tema. Hay autores -Olivier Mongin en la editorial Paidós- que tienen publicados ya excelentes trabajos sobre esta cuestión, pero, personalmente, lo que más me interesa analizar, introduciendo un elemento distorsionador sobre la opinión generalizada, es la escasa relación que encuentro entre el ejercicio de la violencia real y la ficción puramente cinematográfica. No es sorprendente que la realidad supere a la ficción, por eso no siempre sucede que las películas son la fuente de inspiración de alguien que comete brutales villanías, por el contrario, es el cine el que en multitud de ocasiones se retroalimenta vampirizando hechos reales que han sido anteriormente difundidos y amplificados hasta el hartazgo por los mass media, en su afán demoledor por elevar el rating y, de paso, saciar el morbo y la sed de sangre de una bestia que en estado de shock, sentada en un sillón delante de la tele, en chándal y en zapatillas, masca su fracaso, su desorientación y sus pesadillas, consumiendo su ración diaria de éxtasis infernal.
  
      
      Por lo tanto, más que un canal simbiótico, el cine, como toda expresión artística, es un espejo donde quedan reflejadas todas las miserias sociales, insatisfacciones personales, frustraciones laborales y efímeras ambiciones que, acompañadas del retrato más o menos efectista de inadaptados, marginados y psicópatas, dilucidan nuestro tic-tac cotidiano, el pulso siempre incontrolado y lleno de obstáculos de nuestra trayectoria vital, no pudiendo predecir en qué segundo de esa placentera y aburrida vida se producirá el cortocircuito. Bowling for Columbine, la cinta del genial Michael Moore, intenta dar respuesta a una -aparentemente- sencilla pregunta: ¿estamos locos por las armas o simplemente estamos locos? Teniendo en cuenta que 11.000 personas mueren en Estados Unidos víctimas de las armas de fuego, la otra pregunta que se impone es ¿tan diferente es ese país del resto del mundo?.

       La tragedia que ejerce de hilo conductor en este espléndido film documental y el más vivo ejemplo de la tesis de Moore, la sirve la matanza ocurrida el 20 de abril de 1999 en el Instituto Columbine de Littleton (Colorado) cuando los quinceañeros Eric Harris y Dylan Klebod, tras jugar una inocente partida de bolos, entraron armados hasta los dientes y acabaron con la vida de 12 compañeros y un profesor antes de suicidarse, más de veinte personas quedaron heridas entre las mesas, sillas, escaleras y pasillos del colegio. Es, tal vez, la secuencia más espeluznante de esta película estrenada en el Festival de Cannes: dos siluetas en blanco y negro, armadas y ávidas de sangre, buscando entre las mesas del comedor posibles víctimas. Disparos, gritos y sombras tratando de esconderse y que presienten que van a morir. Imágenes que fueron captadas por las cámaras de seguridad del recinto escolar.

    
     Bowling for Columbine consiguió el Oscar al mejor documental. Se lo merecía, sobre todo por el ingenioso y expresivo método que utiliza para levantar acta sobre los estúpidos, irracionales y carpetovetónicos comportamientos vigentes en una parte de la sociedad estadounidense, haciéndose eco de la locura de una comunidad generadora de violencia, enferma y miedosa, un temor insano que les lleva al fatal uso de las armas de fuego. Para que nos hagamos una idea, este preciso y necesario golpe de inteligencia y osadía comienza de la siguiente manera: sucursal bancaria en un pequeño pueblo al norte de Michigan. El periodista Michael Moore entra en sus oficinas. Se dirige a uno de sus empleados: “He venido para abrir una cuenta bancaria”. “¿Qué tipo de cuenta?”, le pregunta el oficinista. “La que regalan un rifle”, responde incrédulo Moore. “En cuanto comprobemos su identidad, le daremos el rifle”. “¿Acaso no piensan que resulta un poco peligroso que un banco vaya repartiendo rifles?”. 


      Aun en la convicción de la gravedad de la denuncia de este estricto documento, se hace más soportable por la causticidad de su sentido del humor, por eso es impagable la presencia “Aparición” de esa ruina humana llamada Charlton Heston, que enfermo de alzheimer sigue presidiendo la poderosa Asociación Nacional del Rifle, agrupación que cuenta con cuatro millones de miembros descerebrados adoradores de la muerte súbita, y que sigue tan intocable como la industria que la da vida. “En Estados Unidos estamos dispuestos a SACRIFICAR vidas con tal de preservar el derecho a portar armas”, se lamenta una madre que perdió a su hijo abatido en un tiroteo en Nueva York. Un derecho recogido, como sabemos, en la Constitución de esa gran nación en permanente guerra civil. Lo que nos incita a pensar que, además de la ignorancia, sólo la imbecilidad humana carece de límites. Así, los componentes de esa secta capitaneada por el siniestro Charlton Heston como sumo sacerdote, cuyos miembros se vanaglorian de poder excitarse acariciando un rifle, deberían preguntarse si todas esas armas no acabarán destripando algún día los cuerpos de sus hijos, vecinos y colegas. Y, si es así ¿qué más da? De nuevo se cumple la máxima: perro come a perro.


2 comentarios:

  1. Espero tu ensayo sobre la violencia en el cine contemporáneo. Aunque yo creo que no hay tanta violencia como en el cine de los setenta.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Por no hablar de los 80, que se inician con títulos como Maniac y Viernes 13 e incluye títulos como Henry, retrato de un asesino en serie, El destripador de Nueva york o Sangre fácil.

    He ido publicando una serie de microensayos, lo que se impone es recopilarlos, pero tal y como está hoy en día el tema editorial...

    Un abrazo.

    ResponderEliminar