martes, 11 de agosto de 2015

CRÍTICA: "MISIÓN IMPOSIBLE: NACIÓN SECRETA"

Digno espectáculo de acción
MISIÓN IMPOSIBLE: NACIÓN SECRETA êêê
DIRECTOR: CHISTOPHER MACQUARRIE.
INTÉRPRETES: TOM CRUISE, REBECCA FERGUSON, SIMON PEGG, SEAN HARRIS, JEREMY RENNER, ALEC BALDWIN.
GÉNERO: ACCIÓN / EE.UU / 2015  DURACIÓN: 131 MINUTOS.   
                   
      
     Mucho ha llovido desde que en 1996 Brian De Palma firmara la película seminal de esta franquicia que obtuvo un rotundo éxito de taquilla y para mí superior a la segunda entrega dirigida por John Woo en el año 2000, un film en el que se optó más por las peleas y la acción inverosímil que por el ingenio. Tampoco J.J. Abrams logró rebasar el listón dejado por De Palma en Misión Imposible III (2006), una cinta en la que lo único que sobresale es la interpretación del llorado Philip Seymour Hoffman dando vida a un villano irrepetible. Mejoró algo la cosa con Brad Bird detrás de la cámara poniendo su rúbrica a Misión Imposible: Protocolo Fantasma, cuarta entrega de la saga que incluye un grueso de actores que repiten en este nuevo capítulo, como siempre desplegando una gran espectacularidad en escenas de acción absolutamente increíbles cuando no definitivamente absurdas… pero por ahí andaba una de mis intocables musas, la siempre sensual y fascinante actriz francesa Lèa Seydoux.


     
       Sin llegar a alcanzar la altura alcanzada por el director de Carrie, nos llega esta aseada Misión Imposible: Nación Secreta de la mano del competente Christopher McQuarrie, que ya dirigió a Tom Cruise en Jack Reacher (2001), un thriller resultón que no funcionó tan bien como se esperaba en taquilla. En esta nueva entrega, con el FMI (Fuerza de Misión Imposible) disuelto y Ethan Hunt (Tom Cruise) abandonado a su suerte, el equipo tiene que enfrentarse al Sindicato, una red de agentes especiales altamente entrenados. Estos grupos están empeñados en crear un nuevo orden mundial mediante una serie de ataques terroristas. Ethan reúne a su equipo y une sus fuerzas con la agente británica renegada Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), quien puede que sea o no miembro de esta nación secreta.
     

      
    McQuarrie nos sirve una película apañada gracias a un guión pulido, musculoso y de gran atractivo, algo de lo que carecieron otras entregas anteriores, que no inventa la pólvora pero al menos contiene las dosis suficientes de intriga, giros, juegos de identidades y chistes para que el respetable no se aburra, algo que cabrearía mucho a un Tom Cruise que ha hecho un pacto con el diablo para no envejecer (tiene 53 años y dicen que el diablo es su cirujano plástico y el pacto incluía gran fajo de billetes con la cara de Benjamin Franklin). El caso es que el invento funciona, las hipérboles resultan digeribles, también las coreografías y la máxima del movimiento continuo, la lógica de una saga cortada siempre por el mismo patrón y cierto respeto por la serie original de televisión. Con un contenido arco dramático y un atinado ensamblaje de cada secuencia de acción (rebosantes de piruetas, acrobacias y gadgets), Misión Imposible: Nación Secreta se impone como una interesante mezcla de de acción y coherencia narrativa, dejando claro que, cuando hay ingenio, el menoscabo del cine de entretenimiento carece de sentido.


     La película cuenta con varias set-pieces potentes (atención a esa que tiene lugar en la ópera de Viena) y uno de los mejores villanos de la franquicia (siempre con permiso de Seymour Hoffman), un Sean Harris glacial y aterrador para quien el mal es un estilo de vida que suele otorgar grandes réditos. Los amantes de las persecuciones gozarán de una secuencia que, como la de French Connection, quedará como referencia para el aficionado. La verdad es que a Tom Cruise se le ve cada vez más cómodo en la piel de un personaje al que tiene cariño, solvente tanto en las escenas que requieren pericia y esfuerzo físico como en esos momentos cómicos casi siempre protagonizados por un genial Simon Pegg. Misión Imposible: Nación Secreta es una película digna dentro de su carácter blockbuster del cine de espías, en la que ahora se inventan una nación rebelde en la sombra surgida para implantar el caos y cambiar el orden mundial, unos revolucionarios sin escrúpulos ni piedad que tal vez no sepan que lo único bueno de todas las revoluciones son sus comienzos. Como soporte imprescindible de la trama está Jeremy Renner con su sonrisa y enorme carisma, y una Rebecca Ferguson enigmática, letal que aporta un plus sensual saliendo en bikini de la piscina o quitándose la ropa de manera indiferente. Estamos amigo lector, ante una de las apuestas más atractivas de la actual cartelera veraniega, con un fastuoso diseño de producción, inmejorables localizaciones (Viena, Londres, Marruecos) y gran sentido del espectáculo. 

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