sábado, 8 de septiembre de 2012

MIS PELÍCULAS FAVORITAS: LA NOCHE DEL CAZADOR

LA NOCHE DEL CAZADOR

(THE NIGHT OF THE HUNTER)
Terror - EE. UU. - 1955 - 93 Minutos.
DIRECTOR: CHARLES LAUGHTON.
INTÉRPRETES: ROBERT MITCHUM, SHELLEY WINTERS, LILLIAN GISH, DON BEDDOE, EVELYN VARDEN.
     
      El actor y director británico Charles Laughton nació en Scarborough en 1899, murió en Hollywood en 1962. Sus inicios interpretativos provienen del teatro allá por mediados de la década de los veinte, varios años más tarde, su impresionante figura se haría famosa gracias a sus magistrales interpretaciones cinematográficas, siendo conocido mundialmente por su virtuosismo a la hora de representar personajes retorcidos y perversos. Algunas de las películas donde demostró su desbordante talento son: La vida privada de Enrique VIII (1933), Rebelión a bordo (1935), Hobson el tirano (1954), Testigo de cargo (1958). Lo que realmente supone una verdadera lástima para millones de cinéfilos es que LA NOCHE DEL CAZADOR sea el único largometraje por él dirigido.

     
      Sinopsis: Virginia, orillas del río Ohio. Son los años de la gran depresión y Ben Harper (Peter Graves) acaba de atracar un banco. Huyendo con el botín que asciende a diez dólares llega hasta su casa, allí se lo entrega a sus dos hijos pequeños, que lo guardan en el interior de una muñeca y les hace prometer que no le contarán a nadie donde está escondido, ni siquiera a su madre. Ben Harper es rápidamente detenido por la policía y condenado a muerte. En prisión, antes de que fuera ejecutado, su compañero de celda, Harry Powell (Robert Mitchum) consigue sonsacarle y va uniendo piezas. Cuando Powell -un estafador que se hace pasar por predicador- obtiene la libertad, su único proposito es conseguir el dinero. Este siniestro personaje, asesino de viudas, logra seducir a Willa Harper (Shelley Winthers) la viuda de Ben, a quien más tarde asesina arrojando su cuerpo al río. Ahora los niños sufren un auténtico acoso por parte del falso religioso, que lleva tatuadas en las falanges de sus dedos las palabras hate (odio) y love (amor). Perseguidos por el neurótico Harry Powell, los niños consiguen huir en barca por el río, refugiándose en casa de la viejecita Rachel (Lillian Gish) que les ayuda y da cobijo.
     
      Una verdadera conmoción produjo en mí el primer visionado -creo que fue en el barcelonés y mítico Cine Verdi- de esta monumental obra maestra. La espectral definición del Mal, su carácter onírico y expresionista, la complejidad de un cuento ideado sobre el florecimiento de los terrores ocultos y la perturbación que su poesía visual puede alojar en el subconsciente de uno es, como resultado de todo ello, un magma decididamente insondable. Consecuencia, seguramente, de la perfecta trinidad que conforman James Agee, peculiar guionista que hace una formidable adaptación de la novela de David Grubb; la extraordinaria fotografía en blanco y negro de Stanley Cortez, capaz  de recrear una atmósfera lírica y a la vez dramática, con escalofriantes sombras y claroscuros; y el director Charles Laughton, en una prolongación tras la cámara de sus sinuosos personajes. Toda esa excepcional fusión de talentos nos enfrenta a una obra sin precedentes en el cine norteamericano, y si la genialidad inmanente de Laughton ya había quedado sobradamente demostrada como intérprete, faltaba completar su gran capacidad creativa con una muestra como la presente, con la que se hace inscribir como un mito en la historia del Séptimo Arte, una leyenda a contracorriente de los devaneos coyunturales de la industria. 



      Si algo queda magistralmente dibujado en este sorprendente film es la angustia del enigma infantil, una imaginería rebosante de formas fantasmales que, unida a la curiosidad propia de esa edad, puede hacer de cada día una experiencia cercana a la aventura. El acertado retrato de Wila Harper, tan resignada en su lasitud, tan temerosa de Dios, entregada al martirio en manos del maléfico predicador Harry Powell, personaje maravillosamente encarnado por Mitchum, que emerge de las tinieblas para imponer el caos. LA NOCHE DEL CAZADOR es una fábula transgresora, un cuento negro, tenebroso, en el que se libra una batalla entre el Bien y el Mal, un relato en cuyo trasfondo late permanentemente la doctrina de las sagradas escrituras. Es debido a la singular cosmovisión del gran cineasta británico, que la función -siempre oscilando entre un mundo real y otro de fantasía- no decae, arrojando sobre el espectador múltiples emociones, evocación de una infancia de ensoñaciones y pesadillas, que nos hacía esconder la cabeza para no ver las sombras dibujada por una perchero en la pared del dormitorio. Con Laughton hemos aprendido que el Mal puede imponer su fuerza recitando el evangelio. Un film insultantemente perfecto.

     
      Recordemos, a modo de curiosidad, que cuando se estrenó la película mucha gente se quedó extasiada con la célebre escena en la que un pescador descubre el cadáver de Willa en el fondo del río, a donde había sido arrojada por el siniestro Harry Powell. La escena, además de por su fuerza poética, por lo que causó más sensación fue por la proeza y resistencia de Shelley Winthers haciéndose la muerta con tanta soltura y naturalidad. Tanto es así que muchos fans se acercaban a la Whinters para preguntarla ¿pero cómo hiciste para rodar dicha escena tanto tiempo en el agua? No tuvo más remedio que confesar que para rodar susodicha escena se construyó un molde de cera de su cara. Es decir, fue un maniquí el que interpretó la escena.


2 comentarios:

  1. Un peliculón de su tiempo, a mi me marcó esta película. Aquí dejo unas tomas de las mejores de este gran film:

    http://youtu.be/iFzTBPy7nl8

    http://youtu.be/91IAwfdRX6A

    No he encontrado ninguna toma de cuando la abuela que acoge a los muchachos y celebran el día de Navidad, es una de las partes de esta maravillosa película que más me impactaron, hay que pensar que la primera vez que la vi era solo un chaval, mi padre compró el primer vídeo de nuestras vidas y a mi entonces me parecía la Navidad algo mágico lleno de felicidad y amor (Ya solo quedan los buenos recuerdos).

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    1. Sí, amigo, la nostalgia tiene a veces tintes corrosivos. esta obra maestra redonda, total y absoluta es, como su director e intérpretes, una de las mejores cosas que le ha pasado al cine.

      Pedro Rodríguez

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