Una
sugerente rareza
“EL
CIELO DE LOS ANIMALES” êêê
DIRECTOR:
Santi Amodeo.
INTÉRPRETES:
Raúl Arévalo, Paula Díaz. Manolo Solo, Jesús Carroza, África de la Cruz
GÉNERO:
Drama. Fantástico / DURACIÓN: 81 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2025
Tras Las gentiles (2021), Santi
Amodeo regresa al largometraje con El cielo de los animales,
una obra que confirma su interés por el riesgo narrativo y por las historias
que rozan lo fantástico e incluso lo surrealista desde lo íntimo. Inspirada en
relatos cortos de David James Poissant, la película se articula en tres
episodio -o cuatro, porque el cuarto es una prolongación del tercero- que giran
en torno a la pérdida, el miedo y las debilidades emocionales. No estamos ante
un relato lineal, sino ante un mosaico de experiencias y situaciones humanas
atravesadas por el destino y la incertidumbre.
Lo
primero que sorprende es su textura visual: rodada en súper 16mm, la película
respira una estética granulada, casi táctil, que potencia la sensación de
recuerdo, de memoria inestable. La cámara observa a los personajes con ternura,
pero con cierta distancia; en cada plano hay un eco de distancia, como si lo
que vemos ya estuviera destinado a desaparecer.
El elenco principal lo conforma Raúl Arévalo, Paula
Díaz, Manolo Solo, Jesús Carroza y África de la Cruz encarnando a personajes
vulnerables, rotos en mayor o menor medida. Amodeo se interesa menos por la
resolución de los conflictos que por el modo en que cargan con ellos: un
encuentro casual, miradas que se cruzan, silencios que hablan, cuerpos que
buscan recomponerse. En particular, el segmento de Amanda, una atleta con un
brazo amputado, condensa con delicadeza la mezcla de dolor y dignidad que
recorre todo el film.
Narrativamente, la función resulta irregular, como
suele ocurrir con las películas episódicas: algún relato conmueve de inmediato,
otros se sienten más etéreos. Pero en conjunto, lo que queda es la
coherencia de un tono, una meditación poética sobre cómo la vida nos arrastra y
lo que perdemos por el camino. El cielo de los animales no pretende
ofrecer respuestas; se contenta con que sintamos la belleza en lo liviano y
perecedero, en el quebranto y lo que inevitablemente se escapa.
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