Preestreno: nuevo truño de Ethan Coen
“HONEY
DON´T!” ê
DIRECTOR: Ethan Coen.
INTÉRPRETES: Margaret Qualley,
Aubrey Plaza, Chris Evans, Charlie Day, Kristen Connolly, Billy Eichner.
GÉNERO: Comedia negra / DURACIÓN: 95 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2025
Hay películas que parecen nacer muertas, con la energía de una botella de champán que lleva una semana abierta. Honey Don’t!, con la firma de Ethan Coen, pertenece a esa estirpe: una especie de noir juguetón con ínfulas de modernidad y aspiraciones queer de una forma autoconsciente, pero que termina siendo un pasatiempo vulgar, atolondrado y desfasado. La película sigue a Honey O’Donahue (Margaret Qualley), una detective privada de un pequeño pueblo que investiga una serie de extrañas muertes relacionadas con una misteriosa y extravagante iglesia liderada por un siniestro, aunque atractivo personaje como predicador (Chris Evans).
No obstante, el arranque promete: vemos un universo de hoteles, neones, estaciones de servicios, clubs nocturnos y personajes ambiguos que podrían haber dado para un cóctel más sabroso y un relato más vibrante. La película se encierra muy pronto en su propio tirabuzón con un mensaje irónico que parece decir: “no me tomes demasiado en serio.” Y eso es exactamente lo que hago.
El guión se mueve a saltos, como si estuviera escrito en unas servilletas de papel y luego pegadas de cualquier manera. Las escenas funcionan como sketches aislados, con gags que raramente cuajan y diálogos que confunden artificio con ingenio como si los hubiera escrito un adolescente sarcástico en Twitter. La trama, supuestamente una intriga criminal, apenas importa: diluida entre subtramas inverosímiles, momentos de violencia exacerbada y personajes que entran y salen como si se tratara de cameos en un festival de parodias o hubieran tomado la salida equivocada en la autopista del ya de por sí errático guión.
El reparto hace lo que puede. Margaret Qualley tiene carisma de sobras, pero aquí se ve obligada a desfilar más que a interpretar, caminando como si acabara de salir del anuncio de algún perfume. Aubrey Plaza, dueña siempre de un innato magnetismo, queda reducida a chispazos histriónicos ocasionales (esa absurda masturbación en un bar rebosante de clientes, una visceral explosión de cólera), y lo demás queda rebajado a puro cartón piedra: reverendos desquiciados (un Chris Evans absolutamente esperpéntico, un meme con patas) y otros villanos de opereta que parecen burlarse de su propia caricatura.
El mayor problema es el tono. Ethan Coen busca el desenfreno pulp, el descaro queer, la violencia cartoon y el aire de comedia negra, pero nunca logra equilibrar nada: cada registro colisiona con el anterior, y el resultado es un film que se siente pegado con una cinta adhesiva, sin ritmo ni coherencia. Cuando llega el final, el espectador ya ha desconectado. No hay clímax ni resolución, lo que hemos visto es un divertimento privado de Ethan y su coguionista, su mujer Tricia Cooke, más interesados en su propio guiño que en ofrecer una experiencia satisfactoria.
En definitiva, Honet Don’t!, segunda entrega de una
trilogía tras Dos chicas a la fuga (un pestiño aún más
insufrible), se queda en un capricho estilístico sin encontrar nunca un sentido.
Si el cine de los Coen alguna vez fue la mezcla perfecta entre inteligencia y
gamberrismo, aquí sólo queda la pose sin ninguna sustancia. Una broma que se
agota pronto y que deja la amarga sensación de haber asistido a un ejercicio
tan superficial como olvidable. A Ethan le falta Joel para seguir filmando, y seguro
que no estaríamos ante este sudoku mal resuelto, un largo bostezo disfrazado de
neo-noir queer (tema resuelto con un par de brochazos lésbicos poco sugerentes),
para que la prensa lo etiquete de atrevido, cuando realmente lo atrevido aquí
será pagar la entrada.
Vaya, pues la cosa prometía, con tan guapas protagonistas.
ResponderEliminarUn abrazo.