sábado, 22 de abril de 2023

CRÍTICA: "A THOUSAND AND ONE" (A.V. Rockwell, 2023)

 

Un canto hermoso, poético y triste a la maternidad

“A THOUSAND AND ONE” êêêê

DIRECTOR: A.V. Rockwell.

INTÉRPRETES: Teyena Taylor, William Catlett, Don Dipetta, Lia Lando, Ava Eisenson, Madeleine Mahoney, Tara Pacheco, Aaron Kingsley Adetola, Josiah Cross.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 116 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2023

    La merecida ganadora del Gran Premio del Jurado del Festival de Sundance representa la ópera prima de la guionista y directora nacida en Queens A.V. Rockwell, con un filme que nos narra la historia de Inez (Teyana Taylor), una mujer con determinación y sin complejos que, tras haber estado un año en la cárcel, secuestra a su hijo Terry (interpretado de niño por Aaron Kingsley Adetola), sacándole del sistema de acogida de los servicios sociales. Madre e hijo se proponen recuperar su hogar, así como su identidad y estabilidad en una ciudad de Nueva York en constante transformación.

   Si hay un elemento que desprende un total magnetismo desde el primer fotograma de A Thousand And One y antes de que sepamos de qué va la narrativa dramática del relato, es la prodigiosa fotografía que capta de forma sublime la belleza decadente y el ajetreo diario de la ciudad más vitalista del mundo, Nueva York, en barrios como Harlem habitados por una mayoría afroamericana, donde la pobreza y la lucha por la supervivencia da sentido a unas vidas víctimas de la bestial gentrificación en una sociedad hipercapitalista.

     Esa fuerza de la naturaleza llamada Inez, a la que da vida una excepcional y volcánica Teyana Taylor, que acaba de salir de la cárcel y es una habilidosa peluquera, ofició con el que se gana unos dólares en el barrio, un día se encuentra con Terry, su hijo, y sin pensárselo se lo lleva del hogar de acogida para poder brindarle una vida mejor. Lo que técnicamente es considerado como un secuestro por las autoridades. La acción comienza a mediados de los 90 e iremos viendo como evoluciona la relación de Terry (interpretado según la época por tres actores) con su madre, hasta que va llegando el momento de ingresar en la universidad. A Thousand And One es ante todo un canto a la maternidad, a la bondad y el sacrificio de una madre ante la adversidad para que su hijo tenga la oportunidad de labrarse un futuro y alejarse de las peligrosas calles, y tan importante como eso, prepararle para la edad adulta en un mundo hostil. Mientras, Terry, carga con el abrumador peso de las expectativas que su madre tiene puestas en él intentando no defraudarla.

     A Thousand And One es la vida en su pálpito desbocado de angustia y felicidad, de amor y dolor, lo que nos invita a reflexionar sobre las decisiones que tomamos y los caminos que seguimos cuando mirar hacia para atrás resulta inútil para cambiar las cosas, pero no para hacer un ejercicio de redención, la expiación necesaria que lava el alma y calma la conciencia. Al comienzo de la función en la década de los 90 en las ruidosas calles de Nueva York, sabemos que Inez hará todo lo posible para dar a su hijo una buena vida, pero ni siquiera tienen un sitio donde alojarse, y sus vidas, como la ciudad, sufrirán cambios constantes, a medida que los problemas se agravan. Poco resolverá en lo económico Lucky (William Catlett) que tiene un pasado, y con quien Inez se casa para que Terry tenga el calor afectivo de un padre. En algunos pasajes, con planos aéreos de la Nueva York, se escuchan interjecciones del nefasto ex alcalde de la ciudad Rudy Giuliani, cuya política contra el crimen no sólo fracasó, sino que el “detener y cachear” hizo aún la vida más difícil a la comunidad afroamericana, en lugar de abordar causas más profundas como la pobreza y marginalidad.

    Cierto que la función pierde mucho si Inez no aparece en la pantalla, todo se siente más vacío sin ella, que sabe de su impostura, viviendo una vida prestada (como se descubrirá en el giro final), y resulta absolutamente conmovedor el monólogo final, que por su veracidad y desahogo romperá el alma de cualquier espectador sensible. Es el fantasma del pasado que llama a la puerta para derribar los muros de unas vidas que Inez ha construido durante tanto tiempo. Y puede que Inez tenga su parte de responsabilidad, pero el culpable directo es el sistema contra el que no se puede luchar, que sólo castiga a los que sólo tratan de sobrevivir, porque sin humanidad no hay redención posible y las consecuencias siempre serán dolorosas para los que sobreviven sin recursos y no se les ofrece una salida honrosa. Todos sabemos que el eco emocional y poético que emite A Thousand And One no ablandará los corazones de los pragmáticos burócratas ni de los despiadados políticos, que siempre viven de espaldas a las pequeñas tragedias de los barrios más humildes. La mejor película del año... hasta la fecha.

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