viernes, 16 de agosto de 2019

“HISTORIAS DE MIEDO PARA CONTAR EN LA OSCURIDAD” (André Ovredal, 2019)


Leyendas y pesadillas
“HISTORIAS DE MIEDO PARA CONTAR EN LA OSCURIDAD” êêê
(André Ovredal, 2019)

  
   El director noruego André Ovredal dirige su segunda producción hollywoodiense tras habernos regalado joyitas como Troll Hunter (2010) film fantástico que en formato de falso documental sigue a un grupo de estudiantes que tratan de destapar una conspiración del gobierno que implica a Trolls gigantes que viven en Noruega. Pero con soporte de producción británica, su mejor película hasta la fecha es La autopsia de Jane Doe (2016) que narra cómo un padre y un hijo que trabajan en una funeraria reciben un día el cadáver  de una joven víctima de un misterioso crimen que no ha dejado ningún signo aparente de la causa de la muerte. 


    Producida por Guillermo del Toro, Historias de miedo para contar en la oscuridad nos presenta a un grupo de adolescentes intentando resolver el misterio de las repentinas desapariciones que se están produciendo en el pueblo. Stella (Zoe Colletti) es una chica que sufre por la desaparición de su madre en el día de Halloween. Ramón Morales es un joven latino que será reclutado pronto para ir a la Guerra de Vietnam. Stella y sus amigos se ven envueltos en una broma pesada de Halloween que sale mal. Un vengativo fantasma y otros seres malignos se interpondrán en sus pesquisas.


  Basada en los tres volúmenes en los que Alvin Schwartz, contando con las ilustraciones de Stephen Gammell, recogió en los años 80 una serie de leyendas y relatos de terror, el film de Ovredal nos invita a disfrutar de esta refrescante apuesta veraniega que nos traslada al año 1968 en un ejercicio nostálgico y virtuoso que entrelaza varias historias en las que monstruos y fantasmas se convierten en el elemento central y aglutinador. Y lo cierto es que la cohesión narrativa funciona con el barniz gótico que tanto le gusta a su productor, tan amante de las atmósferas mágicas, espectrales y sobrecogedoras. 


    Pero lo realmente monstruoso es la figura intermitente de Nixon durante todo el relato, icono de la decadencia moral de toda una nación (su espejo hoy es Trump), o el racismo como una vergüenza viscosa adherida al tejido social de la sociedad de la época, o la corrupción en la médula de las instituciones. En la función late el universo de Stephen King, de las Pesadillas de R. L. Stine, de series como Stranger Things para conformar una propuesta bien dirigida e inteligente que invoca un terror tan básico como eficaz.

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