lunes, 17 de abril de 2017

CRÍTICA: “FAST & FURIOUS 8” (F. Gary Gray, 2017)


“FAST & FURIOUS 8” ê


   Como apasionado cinéfilo y estudioso de este maravilloso y centenario invento llamado cine, nunca he llegado a comprender algunos fenómenos. El éxito de la saga Fast & Furious se escapa a mis menguadas entendederas: guiones patéticos, acción inverosímil, actuaciones mediocres y diálogos que son una sucesión de chistes malos y frases tan lapidarias como obtusas. La buena noticia es que todo lo que chirría para el buen gusto de los amantes del cine, es en demasiadas ocasiones un bombazo para la taquilla. Y esto siempre es un balón de oxígeno para el negocio.


     Fast & Furious 8 nos presenta a Dom y Letty (Vin Diesel y Michelle Rodríguez) disfrutando en cuba de su luna de miel. Todo parece normal, pero cuando una misteriosa mujer, Cipher (Charlize Theron) convence a Dom para que regrese al mundo del crimen, lo que le convierte en un traidor para su grupo, que tendrán que averiguar qué está pasando. Así, desde las costas de Cuba y las calles de Nueva York hasta el paisaje helado del océano Ártico, la familia de Dominic Toretto recorrerá el globo para impedir que una organización terrorista desencadene el caos en el mundo, y de paso, traer de vuelta al hombre que hizo de ellos una familia.

     
    Seamos serios: una película, y da igual si dentro del cine de terror, ciencia ficción o de acción, tiene que resultar mínimamente creíble para que tenga algún sentido. Pero precisamente esto es lo que menos importa en este tipo de artefactos, pues cuanto más estrafalaria e hiperbólica sea la aventura y más exagerada la acción más le gusta a sus incondicionales. Como no me encuentro entre los espectadores que no quieren gastar ni una sola neurona en ver cine, escenas patadecabras como la de la primera carrera en La Habana, la del caos que forman cientos de coches hackeados o la lluvia de automóviles desde lo alto de los edificios, sólo me provocan estupor y sonrojo.


    F. Gary Gray, firmante de uno de los mejores títulos de acción de los 90, Negociador (1998), y de la excelente Un ciudadano ejemplar (2009), recluta a Kurt Russell, Helen Mirren y Charlize Theron para dar un poco de lustre al invento, pero todo resulta obscenamente ridículo, hueco y arbitrario, como un huevo Kinder caducado y sin sorpresa. Dwayne Johnson a Jason Statham: “De una hostia te cambio el signo del zodiaco”. Frases así, cargadas de testosterona y chulería, y secuencias indigestas por excesivas como la del bebé y la del submarino, hablan por sí solas del tono autoparódico de la función cuya poción mágica reside en repartir estopa, destrozar coches y liquidar villanos que no asustarían ni a las monjas de un convento de clausura. Por cierto, Elena (Elsa Pataky) es ejecutada/sacrificada y al final a nadie parece importarle. Un fiasco.

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