domingo, 24 de mayo de 2015

CRÍTICA: "POLTERGEIST (2015)"

Un remake digno aunque innecesario
POLTERGEIST êêê
DIRECTOR: GIL KENAN.
INTÉRPRETES: SAM ROCKWELL, ROSEMARIE DEWITT, KENNEDI CLEMENTS, KYLE CATLETT, JARED HARRIS, NICHOLAS BRAUN, SAXON SHARBINO.
GÉNERO: TERROR / EE. UU. / 2015  DURACIÓN: 93 MINUTOS.   
              
      
      Poltergeist (Tobe Hopper, 1982) no fue una gran película, el hecho de con el tiempo sea reivindicada como un clásico o un film de culto se debe más a su condición de “película maldita” (debido al asesinato de Dominique Dunne, la temprana muerte de la pequeña Heather O´Rourke y a que la actriz Jobeth Williams señalara que los esqueletos utilizados en la escena de la piscina eran reales), a la década en que fue rodada (los efervescentes años 80) y a la duda de si la película fue rodada por Hopper o fue Steven Spielberg quien realmente se situó detrás de las cámaras a pesar de que quien consta acreditado es el director de La matanza de Texas. La función contaba con un trabajo interpretativo consistente a pesar de que la historia podía haber dado más de sí, con una primera parte de metraje realmente conseguida y un clímax final de locura. Insisto, nunca he considerado que Poltergeist sea un film de gran calidad, y su remake tiene más que ver con la taquilla que con la innecesaria puesta al día de una cinta que tuvo infinitas y zarrapastrosas secuelas.  
     

          El director londinense Gil Kenan (Monster House, City of Ember: En busca de la luz) fue el elegido para dar forma a este proyecto de revisión nostálgica: La familia Bowen, encabezada por el patriarca Eric (Sam Rockwell) y su esposa, Amy (Rosemary DeWitt) se mudan a una casa nueva alejada de la ciudad debido a su precaria situación económica porque Eric se ha quedado sin trabajo. No pasará mucho tiempo para que comprueben que su nueva vivienda está muy lejos de representar la casa de sus sueños; presencias del más allá comienzan a acechar a la familia, especialmente a la hija más pequeña del matrimonio, Madison (Kennedi Clements). Es entonces cuando la familia decide pedir ayuda a Carrigan Burke (Jarred Harris) un experto en el más allá que se dedica a limpiar las casas de fantasmas y poltergeist.
       
      
         El hecho de que, como comentaba anteriormente, este reebot resulte innecesario no significa que el artefacto firmado por Kenan bajo el patrocinio de Sam Raimi sea desdeñable. Poltergeist tiene la armadura de un film de terror clásico y está rodada con habilidad, profesionalidad y un esforzado empeño por extraer todo el jugo a una película sólo recomendada para mayores de 13 años. La historia original de Spielberg se ve ahora aliñada por los avances tecnológicos que, sin embargo, están muy controlados, con la certera seguridad de que el foco hay que ponerlo en el desarrollo narrativo sin abusar de los efectos visuales. La trama sigue casi fielmente al original en cuanto a su premisa inicial (el tradicional tema de la familia que se muda instalándose en una casa encantada) y en sus trucos y efectos (la televisión como pantalla de espectros, un armario que esconde un payaso de risa siniestra, objetos que se desplazan, luces inestables, tormentas repentinas…), todo en un entorno de armonía y aparente luminosidad. Poltergeist es una película que respeta el género sin intentar descubrir la pólvora, resuelve las acciones de manera digna, concisa y nunca atropellada, evitando la confusión y dotando de clarividencia a una de las temáticas del terror más extendidas.


      Poltergeist logra elevarse por encima de la media de un género rebosante de inventos ridículos, debido en parte a su impecable factura y el esfuerzo de todo el equipo, que se toma en serio la función a sabiendas de lo que representa el film seminal para varias generaciones de aficionados. Como suele ser habitual, en el primer tramo nos encontramos con la presentación de los personajes y el desarrollo de unos episodios paranormales que deparan la desaparición de la pequeña Madison, un acontecimiento que dinamita la armonía familiar y que les hace olvidar los problemas económicos derivados de la situación de parado del padre. En el segundo tramo, mucho más interesante con la aparición del equipo de expertos en fenómenos paranormales, el film toma impulso tomando como guía las situaciones creadas en el film de Hopper con el añadido de la ultimísima tecnología y una notable edición de sonido para crear una atmósfera angustiosa en donde sobresale la escena del armario y el taladro. Mi actitud siempre es reticente ante el estreno de tantos remakes que parecen indicar un estancamiento de la creatividad hollywoodiense, pero al menos debemos agradecer que cineastas como Gil Kenan se tomen el asunto con profesionalidad y el suficiente ingenio como para convertir al pequeño de la casa en el héroe de la función, demostrando gran pericia en el uso del scope para crear un logrado crescendo de la amenaza y la ansiedad. Con una magnífica fotografía de nuestro Javier Aguirresarobe, el clímax final que da comienzo en el monovolumen queda muy alejado del virtuosismo e imaginación de aquel reseñado de la piscina y los esqueletos, aun así no desmerece dentro un film digno que no pasará a la historia.



2 comentarios:

  1. Aunque seguro que acabaré viéndola, me da cierta pereza, así de entrada.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Ni siquiera la película seminal es una cinta memorable. Pero la verdad es que este resultón remake no desmerece, por lo tanto, se le puede dedicar una hora y media de esos tiempos muertos que nos encontramos algunos días.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar