viernes, 27 de junio de 2025

CRÍTICA: "28 AÑOS DESPUÉS" (Danny Boyle, 2025)

 

Los largos días del apocalipsis

“28 AÑOS DESPUÉS”  êêê

DIRECTOR: Danny Boyle.

INTÉRPRETES: Aaron Taylor-Johnson, Alfie Williams, Jodie Comer, Ralph Fiennes, Jack O’Connell.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 115 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 2025

      Más de dos décadas después de revolucionar el cine de zombis con 28 días después (2002), Danny Boyle regresa detrás de la cámara para ofrecernos una tercera entrega tan esperada como arriesgada. La segunda fue una aseada secuela titulada 28 semanas después (2007) firmada por Juan Carlos Fresnadillo. Ahora, el director británico nacido en Radcliffe, con 28 años después no sólo resucita la amenaza del Virus de la Ira, sino que también examina, con una mirada madura y sombría, las secuelas de una sociedad que ha perdido toda ilusión de regeneración.

    Boyle, fiel a su estilo enérgico y visceral, vuelve a la cámara en mano, los encuadres urgentes ayudado por una banda sonora inquietante de Young Fathers para sumergirnos en una Gran Bretaña donde la infección ha dejado de ser una crisis y se ha convertido en una condición amenazante permanente. El guión, coescrito nuevamente por Alex Garland, abandona la esperanza postapocalíptica y se adentra en una distopía de control extremo, tribalismo salvaje y desesperanza moral. Ya no hay civiles inocentes por rescatar, ni científicos que investiguen una cura, sólo humanos tan peligrosos como los infectados.

      28 años después de que el Virus de la Ira escapara de un laboratorio de investigación de la universidad de Cambridge, los supervivientes han encontrado formas de sobrevivir entre los infectados de manera muy precaria. Entre ellos un reducido grupo que vive en una isla conectada al continente y que está defendido por un fuerte construido con madera y piedra. Cuando Jamie (Aaron Taylor-Johnson) y  su hijo Spike (Alfie Williams) abandonan la isla en una misión de reconocimiento hacia el territorio británico, descubren secretos, maravillas y horrores del mundo exterior.

     Boyle dirige con buen pulso, aunque evita repetir los sustos frenéticos de 28 semanas después, logrando crear momentos de verdadera tensión psicológica, y al filmarla con un iPhone 15 Pro, convierte la experiencia en un desafío a las convenciones del cine a gran escala reafirmando su compromiso con la inmediatez y el riesgo, en una historia que no va de cómo salvamos el mundo, sino de cómo habitamos sus ruinas. El horror aquí es más existencial que físico, está más en las miradas perdidas que en los nuevos estallidos de violencia, que los hay, y muy bien ejecutados. 

      Sin ninguna intención de ofrecer respuestas, 28 años después funciona como una reflexión descorazonadora sobre la naturaleza humana, de cómo el tiempo no restaña todas las heridas y cómo el miedo, el poder y la supervivencia deforman cualquier intento de civilización. No estamos ante una película amable ni complaciente, Boyle rechaza el cierre clásico y en su lugar ofrece una meditación sobre el colapso, el olvido y la imposibilidad de volver a empezar. Temáticamente resulta coherente con sus predecesoras, aunque quizás menos accesibles para quienes esperen una película convencional de zombis.

      Sin rayar a la altura que lo hizo la primera entrega, 28 años después no es una película que se aferre a la simple nostalgia, es una obra madura, descarnada, lúgubre y nihilista que reafirma a Boyle como un cineasta sin miedo a irritar ni a reinventarse. No es perfecta, algunos de los personajes secundarios carecen del perfil necesario, pero sí muy sugerente dentro de un panorama cinematográfico cada vez más ceñido a las fórmulas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario