domingo, 8 de septiembre de 2024

CRÍTICA: "LA ESPERA" (F. Javier Gutiérrez, 2023)

 

¿Quién maneja los hilos?

“LA ESPERA”  êêê

DIRECTOR: F. Javier Gutiérrez.

INTÉRPRETES: Víctor Clavijo, Ruth Díaz, Pedro Casablanc, Luis Callejo, Manuel Morón.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2023

    Lejos queda ya el aseado debut en el largometraje del director cordobés F. Javier Gutiérrez con la película de tono apocalíptico titulada 3 días (2008), ganadora del Festival de Málaga. Tuvieron que pasar once años para que se situara de nuevo detrás de la cámara para firmar su siguiente y fallida película Rings (2017), un refrito de las anteriores entregas de la saga sin pizca de imaginación. El cineasta andaluz nos entrega ahora su tercer largo titulado La espera, un thriller rural y multirreferencial filmado con estilo y que mantiene el interés hasta el final.

     La función nos presenta a Eladio (Víctor Clavijo) el guarda de una finca de caza casado y con un hijo de 13 años al que enseña a cazar. Un día, el guarda acepta un soborno para aumentar el número de cazadores permitidos en una batida de caza, saltándose así las normas básicas de seguridad. Tras una tragedia que era previsible, su vida colapsa y lo que parecía un golpe de suerte del destino se convertirá en un descenso a los infiernos en el que Eladio verá cómo se pone a prueba su cordura.

     Siempre me ha resultado irritante el cliché instaurado entre la crítica oficialista de llamar western a toda película que desarrolle su acción en el medio rural y aparezcan algunas escopetas. Cierto es que en el film que nos ocupa el latiguillo adquiere cierto sentido. La espera nos sitúa en el paisaje reconocible de campos achicharrados por el sol y rostros sudorosos marcados por la atmósfera agreste. Un clima agobiante que necesariamente marca el carácter. La acción nos sitúa en un asfixiante verano en la Andalucía de los años 70, algo que junto a la inmensidad, soledad y oscuridad del campo aprovecha bien el director para imprimir tensión y convertir al protagonista, Eladio, en un improbable anti(héroe) que camina por el filo de la navaja para definir su condición de mártir o verdugo. 

    Se da por hecho que en una película que toma como escenario los ignotos territorios de la España vaciada con una trama que fusiona el thriller agrario y el folk horror el ambiente se nos aparezca viciado, áspero, opresivo y con un pálpito violento. En la tradición cinematográfica española sobran los ejemplos: La caza, La familia de Pascual Duarte, Furtivos, Los invitados, Los santos inocentes, El séptimo día, Bosque de sombras, La isla mínima, Tarde para la ira, As Bestas… Sin embargo, La espera acaba escogiendo el intrincado y negro sendero de lo sobrenatural en un inesperado giro que, aunque resulte paradójico, dota de sentido a la espiral de locura de Eladio.

      Estaba escrito, en la montería organizada peligrosamente con más escopetas de las permitidas y en la que el hijo de Eladio actúa de secretario, algo sale mal. Será la tragedia última que desencadenará el descenso a los infiernos del protagonista en plena sierra jienense. Abocado ya a un abismo de remordimientos, pesadillas y alucinaciones y con un deseo de venganza ciega. Eladio escuchará de boca del cacique de la finca la siguiente frase: “no hay mayor castigo para un hombre con conciencia que su pecado.” Él sabe que se refiere a la codicia, a la que, por otra parte, fue empujado por todos, incluida su mujer. Con un trasfondo de crítica social y drama familiar, vemos como cómo Eladio, un hombre atormentado por una tragedia íntima familiar, se va consumiendo por la culpa y el ansia de una venganza que no le servirá de expiación mientras su castigado y sucio cuerpo exhale un mínimo aliento.

     De nuevo el terrateniente, revestido de un aura maligna sobrenatural que recuerda al Robert De Niro de El corazón del ángel, se lo deja claro: “la tierra te maldice, te corrompe, y cuando te ha envilecido, te demanda tu sangre.La espera, iluminada con un tono ocre que quema, rodada con impactantes primeros planos y el uso de la panorámica, comienza a interesarnos más a medida que el protagonista va encontrando pistas que le sumergen en un turbio misterio en donde unas fuerzas oscuras le han guiado por el camino de la autodestrucción desde el principio. Eladio desafió al destino y hay un precio que pagar. 



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