sábado, 11 de mayo de 2024

CRÍTICA: "THE LAST STOP IN YUMA COUNTY" (Francis Galluppi, 2023)

 

Excelente ópera prima

THE LAST STOP IN YUMA COUNTY” (2023) êêêê

DIRECTOR: Francis Galluppi.

INTÉRPRETES: Jim Cummings, Jocelin Donahue. Nicholas Logan, Michael Abbott Jr., Sierra McCormick.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 90 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2023

 


       Nadie duda de la influencia que han tenido las películas de los hermanos Cohen y Quentin Tarantino en los directores jóvenes que han crecido viendo y admirando sus respectivas filmografías en las cuatro últimas décadas. En esa larga lista de rendidos incondicionales podemos incluir desde hoy al cineasta indie Francis Galluppi, que con su ópera prima The Last Stop In Yuma County (La última parada en el condado de Yuma), se alzó con el premio a la mejor película en la sección Órbita del pasado Festival de Sitges, y que junto con Las habitaciones rojas y Vincent debe morir conforman el trío de películas que más me han gustado de la última edición de mi festival favorito.

      The Last Stop In Yuma County nos narra la historia de un vendedor ambulante de cuchillos (Jim Cummings), que se encuentra varado en el restaurante de una estación de servicio a la espera del camión que debe reponer la gasolina que se ha agotado. En la misma situación que él se encontrarán una pareja de ancianos. Todos, incluida la camarera del local y esposa del Sheriff del lugar, Charlotte (Jocelin Donahue), acabarán siendo rehenes de una pareja de ladrones de bancos, Beau y Travis (Richard Brake y Nicholas Logan), que también pararon a repostar en su huida tras un reciente atraco. A ellos se unirán otros personajes pintorescos que se verán envueltos en una situación de angustia extrema cargada de electricidad.

      Escrita y editada por el mismo director, la cinta está estructurada de una forma sencilla con una premisa sobre la que han pivotado ya, con algunas variaciones. distintas producciones, pero debido a la excelente labor interpretativa de todo el elenco y a la virtuosa dirección de Galluppi la función deriva en una experiencia excitante y explosiva. La acción nos sitúa en un día caluroso de la década de los 70 cuando un grupo de viajeros se han quedado atrapados sin gasolina en el restaurante de un área de servicio esperando que llegue el camión de combustible para repostar los tanques de sus vehículos y continuar sus respectivos viajes.

 

       El trabajador de la gasolinera advierte a todo el que llega para repostar que no encontrará otra gasolinera a menos de 100 millas. Por lo que no les queda otro remedio que resignarse y esperar. Estamos en el condado de Yuma (Arizona), y todos, salvo el empleado de la gasolinera y la camarera del diner (esposa del sheriff), están de paso. Galluppi y su director de fotografía nos recrean en tono pastel los áridos parajes del oeste bajo un sol abrasador y la atmósfera asfixiante y malsana que se va generando dentro del restaurante, donde la tensión se corta con un cuchillo y los atracadores, que han sido reconocidos, controlan cada movimiento de los clientes que se encuentran en el restaurante y que ahora son sus rehenes. Son las diferentes direcciones visuales de los personajes y el énfasis en sus distintas reacciones lo que amplifica hasta límites insufribles la intriga.

      Así, se suceden varias escenas de suspense magníficamente orquestadas que nos hace dudar sobre si la situación acabará en masacre o por el contrario el director nos sorprenderá subvirtiendo las expectativas. En La última parada en el condado de Yuma (el nombre de la gasolinera), todos los figurantes tienen perfiles reconocibles, aunque es en los dos atracadores, muy diferentes en cuanto a aspecto y carácter con el amenazante Beau dominando la situación, y en el vendedor ambulante de cuchillos de cocina, un tipo apocado, nervioso e impredecible, sobre los que Galluppi fija más su atención. Los delincuentes tienen la firme voluntad de liquidar a todos los que se interpongan entre ellos, su dinero y su huida. El vendedor sólo aspira a salir indemne de tan peligrosa situación. La irrupción de otros personajes y demasiadas armas en juego hacen viable un estallido dantesco de violencia que en un espacio reducido se escapa a todo control, sobre todo si tenemos en cuenta la disparidad de temperamentos en inteligencia de cada uno de los personajes que nos ofrecen la posibilidad de múltiples giros. Francis Gallupi crea un laberinto claustrofóbico, una olla a presión que desemboca en un exasperante clímax final, dejando que el destino alcance a todos los personajes de la función, culminación que se inicia con el tema Crying de Roy Orbison sonando en una jukebox. Y sin tiempo ya para la catarsis, no habrá lugar a donde huir.

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