domingo, 17 de diciembre de 2023

“UNICORNIOS” (Álex Lora, 2023)


“UNICORNIOS” (Álex Lora, 2023) êê

    Últimamente me da mucha pereza comentar películas españolas por la tendencia (más patente en el cine dirigido por mujeres) de hacer películas para no contar casi nada. Te sientas cómodamente, te concentras para ver la película y poco a poco te invade un sopor insufrible porque la experiencia es similar a lo que sentirías observando como crece una planta. En esta ocasión la función es la ópera prima en el largometraje de ficción de un director, Álex Lora.

     Tenemos a una joven, Isa (Greta Fernández), una chica moderna, atractiva, feminista, inteligente y poliamorosa. Cuando un amigo con el que tiene una relación, Gillem (Alejandro Pau), le propone que sean una pareja monógama, Isa no quiere aceptar esa relación y Gillem rompe con ella. Los padres de Isa están separados, tiene una relación distante con su madre escritora, Mercé (Nora Navas) y sólo habla por teléfono con su padre. También mantiene relaciones sexuales con una amiga, y habiendo cursado estudios de imagen trabaja en la empresa dirigida por Mikel (Pablo Molinero), un tipo narcisista y contradictorio. En su mundo artificioso de apariencias, sus contradicciones van saliendo a la luz y su mundo se va derrumbando atrapada en la espiral paranoica en que se han convertido sus fugaces relaciones interpersonales y las redes sociales.

    Retrato de una generación desnortada y sentimentalmente deshabitada, vidas con bellas envolturas, pero tan ficticias e ilusorias como los unicornios, la trama sigue a Isa, otra esclava del móvil, en su día a día mostrando las relaciones con sus colegas del trabajo, con las personas de ambos sexos con quienes practica sexo, con sus padres y en sus encuentros espontáneos con otros personajes. Interrelaciones que tratan de explicar sus dilemas existenciales, conflictos que generan su aislamiento emocional y un vacío desalentador. Su asumida seguridad se verá desequilibrada cuando todas sus expectativas laborales y sexuales se van desmoronando.   

    Hablamos de cierta juventud que reniega de los conceptos y valores tradicionales de la pareja y la familia, pero que son incapaces de encauzar sus vidas en otros itinerarios alternativos rompiendo todos los tabúes sexuales y afectivos en la búsqueda de una mayor libertad allí donde se difuminan los límites, sin el lastre del compromiso, sin el yunque de la posesión. Sin embargo, sus ambiciones, deseos y dudas les conducen a una inhóspita soledad, a una dolorosa confusión, a una crisis de identidad que se ve reflejada en la necesidad de evadirse asistiendo a fiestas grotescas, coqueteando con las drogas y sintiendo el pálpito de la fría compañía de la tecnología, impenitente esclavitud.  Las influencers que marcan el dictado a su comunidad de seguidores y las nuevas formas de relacionarse no acaban de llenar los contenedores vacíos de tantas almas que no consiguen dar un sentido a sus vidas, y ni el poliamor ni las redes sociales ni las relaciones carnales efímeras calmarán esa angustia. Pero eso ya lo sabíamos.

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