martes, 4 de octubre de 2022

CRÍTICA: "BLONDE" (Andrew Dominik, 2022)

 

La oscura cara del mito

“BLONDE” êê

DIRECTOR: Andrew Dominik.

INTÉRPRETES: Ana de Armas, Bobby Cannavales, Adrien Brody, Julianne Nicholson, Evan Williams, Xavier Samuel, Caspar Pillipson.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 166 minutos / PAÍS: USA / AÑO: 2022

    He de reconocer que sentía una gran pereza para encontrar ese hueco en el que invertir casi tres horas de mi tiempo y dedicarlas para ver esta película. Siendo sincero, mi disposición era nula por varias razones: la primera y más importante, lo valioso que comienza a ser ya para mí el tiempo, una cuestión nada baladí si además también derroché un tiempo impagable en leer las casi 950 páginas de la novela mitad ficción y mitad  realidad de Joyce Carol Oates cuando se publicó la primera edición en España hace ya 22 años y que todavía guardo; la segunda cuestión es que nunca me enamoró Marilyn Monroe, convertida en icono pop más por sus atributos físicos que por sus aceptables aptitudes artísticas, a raíz de su prematura muerte a los 36 años como consecuencia de la ingesta de un cóctel letal de alcohol y barbitúricos. Salvo la excelente Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959), la recuerdo más en películas en las que participó en pequeños papeles (La jungla de asfalto, Eva al desnudo) que en otras en las que tuvo un papel protagónico; por último, como había leído la novela, suponía que también su adaptación cinematográfica pasaría de puntillas sobre el tema que siempre más me ha interesado de la vida de la actriz angelina: su relación con los hermanos Kennedy, John y Robert, y los misterios que envolvieron la muerte de la protagonista de Niágara.  

    Blonde comienza con un drama y termina con una tragedia, nada sorprendente para quien conozca la vida y obra de Marilyn Monroe. Entre el comienzo y el final, más dramas y más tragedias. Acepto que la película se interese más por la vida desdichada de Norma Jeane (verdadero nombre de la actriz) que por la vertiente artística de la más icónica actriz y sex symbol del pasado siglo, acepto incluso que todo lo ordinario de muchas vidas parezca en la suya tan extraordinario e hiperbólico, no acepto, sin embargo, que la forma opaque el fondo de una narrativa que a pesar de estar basada en la ficticia biografía firmada por Carol Oates se hayan limado muchas aristas y esenciales matices presentes en la obra literaria. En todo caso, la función transita por momentos clave de la vida de la artista como su infancia con siete años viviendo en una casita en Hollywood con su madre que ya tenía serios problemas mentales y fue internada en un hospital psiquiátrico, su separación de ella y su estancia en hogares de acogida temporales y en orfanatos, sus primeras fotos como modelo pin-up, el escándalo cuando se hicieron públicas una serie de fotografías en las que aparecía desnuda, los abusos a los que fue sometida, sus fracasados matrimonios, sus lacerantes abortos, sus adicciones y sus trastornos psíquicos hasta su temprana y anunciada muerte.


    Durante toda la película se nos muestra una Marilyn en una búsqueda incesante de un padre protector al que su imaginación da forma, esa búsqueda obsesiva de la figura paterna como refugio derivada de una infancia traumática se convertirá en la única esperanza y asidero fuera del glamour, los focos y las bambalinas. No obstante, este mismo año hemos sabido que unas pruebas de ADN confirmaron que el verdadero padre de Monroe fue un compañero de trabajo de Gladys, su madre, con el que tuvo una aventura. Cambiando constantemente de formato y del blanco y negro al color, tal vez siguiendo el orden cronológico de las fotos que se conservan de Marilyn en cada etapa de su existencia, Andrew Dominik nos sumerge en la cara oculta de una de las más eternas leyendas de la época dorada de Hollywood, lo hace de una manera histriónica y reiterativa, poniendo frente al espejo a mujer con grandes grietas emocionales que tiene una relación de amor/odio consigo misma. El director sabe mantener el ritmo dinámico del relato, pero satura al espectador de lágrimas, gritos e histeria, de bellas postales que sirven para que Ana de Armas se luzca -no tan exuberante- a veces tímida y a veces explosiva en un gran esfuerzo interpretativo, sin que en ningún momento exista una profunda introspección psicológica, tal vez anulada por un caprichoso pathos.  

    Norma Jeane/Marilyn Monroe busca ser amada, pero su segundo marido (del primero, el hijo de unos vecinos con el que se casó con 16 años, no nos cuentan nada), el exjugador de beisbol Joe DiMaggio, la maltrataba, y con su tercer marido, el dramaturgo Arthur Miller, se separó por diferencias irreconciliables, además de algunas infidelidades y las severas adicciones de la actriz. Sometida de joven a los abusos de los ejecutivos de Hollywood que le abrieron la puerta de El Estudio, se entrega a experiencias sexuales formando un trío con los hijos de Charles Chaplin y Edward G. Robinson, vuela desde Los Ángeles a Washington para hacerle una felación al presidente a J.F. Kennedy mientras habla por teléfono despachando asuntos de Estado… todo para mostrar que Marilyn lo intentó, pero nunca pudo escapar de su imagen de rubia tonta y sexy, que siempre fue un juguete roto, carnaza para depredadores sexuales babosos y hambrientos. Ahí reside la denuncia y la crueldad, porque Marilyn siempre fue degradada por los hombres que tenían poder, y ella posiblemente tenía dotes para volar más alto. Y sé que uno debería conmoverse, irritarse, sentir repulsión, aunque Dominik me lo pone muy difícil con sus estilizados recursos e innecesarios regodeos para conformar el retrato movido de una personalidad bipolar… y el brillo de esa estrella llamada Marilyn que acabó consumiendo a Norma Jeane. Irregular película.

2 comentarios:

  1. Tú lo has dicho. Irregular y discutible.

    Un abrazo.

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  2. Y caprichosa. Queda el esfuerzo de Ana de Armas en una misión casi imposible y la buena elección de los intérpretes secundarios que la acompañan.

    Un abrazo.

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