martes, 17 de abril de 2012

LAS FOTOS HIPNÓTICAS: CINDY CRAWFORD


      
      Ya era hora de hacerle un hueco en esta sección a la que fue una de las musas más anheladas de las décadas de los 80 y 90, la supermodelo CINDY CRAWFORD, considerada junto a Elle MacPherson, Linda Evangelista, Claudia Schiffer y Naomi Campbell como una de las grandes top-models que revolucionaron el mundo de la moda. Nacida el 20 de febrero de 1966 en Dekald (Illinois), fue además conductora de un programa de la MTV durante seis años, y famosa fue aquella impactante anécdota sucedida en Alemania, de cuyas carreteras se tuvieron que retirar sus carteles publicitarios debido a que la tasa de accidentes se había incrementado un 300%. Con su característico lunar facial, triunfó en el mundo del modelaje, fueron muy populares sus vídeos de ejercicios, ocupó miles de horas y páginas en la televisión y la prensa tras su matrimonio con el actor Richard Gere (de 1991 a 1995), y se rumoreó que todo fue una cortina de humo para ocultar la supuesta homosexualidad de ambos, apareció en la portada de más de 600 revistas, fue la primera supermodelo que se desnudó en la revista Playboy y sus medidas eran de ensueño (86-61-89, con una estatura 1´76 y  59 kg de peso). Sin embargo, nunca pudo triunfar en el cine, su debut en aquel pestiño titulado Caza legal (1995), fue un tremendo fracaso crítico y de taquilla, condenándola de por vida, pues desde entonces sólo ha intervenido en pequeños papeles irrelevantes en films como 54 (1998) o The Simian Line (2000).


     Debido a mi alta fertilidad, Cindy, fui donante de esperma en varias ocasiones (ya sabes, un tipo joven, sano, ejem… inteligente). Sólo tus fotos servían para estimularme mientras en mi walkman espoleaba “Let me put my love into you” (Déjame poner mi amor dentro de ti), de AC/DC. Era imposible crear atmósfera sin tu presencia, el placer organizado como un culto, sexo reaccionario en su más puro y salvaje instinto, la contaminación plena de los sentidos. E imaginaba que regaba con mi semen tu boca, tus pechos, tus manos delicadas… un juego de incorrecciones que acababa transformándote en la más amada, la más puta.

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