Creada como homenaje a la obra maestra de Jean-Pierre Melville El silencio de un hombre (Le Samouraï, 1967), el eterno Outsider del cine independiente estadounidense Jim Jarmusch, realiza esta fábula urbana tan desconcertante como magnética. Con una improbable mezcla de cine de samuráis, cultura hip hop y películas de mafiosos, Jarmusch compone una magnífica pieza visual sobre la lealtad, los códigos de honor y la alienación en el mundo contemporáneo.
Forest Whitaker interpreta al enigmático Ghost Dog, un asesino a sueldo que vive aislado en los tejados de una ciudad sin nombre, guiado por los preceptos del Hagakure, el código de los antiguos samuráis. Su calma imperturbable y su conexión con las palomas contrastan con el mundo decadente y absurdo de los mafiosos italianos a los que sirve. Whitaker ofrece una actuación contenida y poderosa, que logra transmitir la melancolía y la dignidad de un hombre fuera de su tiempo.
Jarmusch no se empeña en buscar el realismo ni la coherencia narrativa en un sentido convencional. La historia, con una excelente iluminación de Robby Müller, avanza como serie de viñetas, muchas veces incongruentes o surrealistas, sostenidas por una dirección dinámica, aunque minimalista, y una banda sonora envolvente a cargo de RZA, que aporta una dimensión espiritual y urbana al relato. Una música que no sólo acompaña, dialoga con el protagonista y refuerza la acción entre la tradición y la modernidad.
El contraste entre la pureza del protagonista y la mediocridad de quienes le rodean deja un poso trágico. Ghost Dog es tanto un guerrero como un fantasma: invisible, incomprendido, condenado a una muerte casi inevitable por aferrarse a principios que ya no tienen lugar en el mundo. Y sin embargo, Jarmusch no lo ridiculiza. Por el contrario, lo eleva a figura casi mítica.
Ghost Dog: El Camino del Samurái no es una película para todos los públicos. Su ritmo cadencioso, su tono excéntrico y su mezcla de géneros puede llevar al desconcierto. Pero para el buen cinéfilo que quiera dejarse llevar por su lirismo y filosofía, ofrece una experiencia única: la de un moderno western samurái que en su atrevimiento consigue una experiencia tan extraña como profundamente sincera.