lunes, 10 de marzo de 2025

CRÍTICA DEL ESTRENO DEL MES: "MISERICORDIA" (Alain Guiraudie, 2024)

 

El estreno del mes

 “MISERICORDIA”  êêêê

DIRECTOR: Alain Guiraudie.

INTÉRPRETES: Félix Kysyl, Catherine Frot, Jacques Develay, Jean-Baptiste Durand, David Ayala.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 102 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2024

   Alain Guiradieu, firmante de El desconocido del lago (2013), una mis películas favoritas de las últimas décadas en la que, con la temática del cruising y bajo la influencia de Claude Chabrol y Patricia Highsmith, nos muestra una perturbadora visión del sexo y la muerte, nos presenta ahora bajo similares códigos Misericordia, un film igual de incómodo e hipnótico con ecos de Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968).

     La función sigue a Jérémy (Félix Kysyl), que vive en Toulouse pero que ha regresado a su pueblo de Saint-Martial para asistir al funeral de su antiguo jefe que regentaba una panadería. Tras asistir al entierro, decide quedarse unos días en casa de la viuda, Martine (Catherine Frot). Su estancia en la casa no es vista con buenos ojos por el celoso hijo de Catherine, Vincent (Jean-Baptiste Durand), que tras tener varios encontronazos con Jérémy desaparece en extrañas circunstancias. En ese microcosmos rural, tendrá un papel preponderante el sacerdote del pueblo, Philippe (Jacques Develay).

    Tal vez debería advertir que Misericordia es una película incómoda que enojará a mucha gente y que el espectador acabará encadenado a una historia tan intrigante como morbosa que le puede deparar sensaciones desagradables de las que no podrá escapar porque se alojarán permanentemente en su cabeza. Es lo que Guiraudie busca. Desde la llegada al pueblo del protagonista y la presentación de los personajes, uno intuye que la enrarecida y enfermiza atmósfera del pueblo oculta secretos inconfesables y misterios oscuros. Así, durante el increscendo dramático del relato todo saldrá a la luz con momentos de humor bizarro y situaciones que oscilan entre lo macabro y lo absurdo.

      Me gusta Alain Guiraudie, un cineasta de moral desvencijada que huye de las reglas éticas y los convencionalismos sobre el sexo, la muerte, las relaciones sociales y la religión. Sus decisiones técnicas, la puesta en escena y su pertinaz y explosiva narrativa tienen siempre la intención de subrayar los subversivos trazos que definen su obra con un lema común: el deseo es más fuerte que la culpa, la redención, los remordimientos y cualquier decálogo moral. Jérémy, que despierta misteriosos encantos, es el elemento disruptivo que altera el estado natural de las cosas en la monótona vida de algunos personajes variopintos del pueblo. Una envidia y unos celos incontrolables en su amigo de la infancia e hijo del finado, Vincent, que no para de acosarlo y pedirle que vuelva a la ciudad. Un acoso que le costará caro. Jérémy, que pasea largamente por los bosques, también tiene contacto con Walter, un vecino amigo de la familia a quien desea. Y observamos la relación cada vez más cercana de Jérémie con la viuda Catherine, con quien comparte techo, comida y finalmente cama, como si ella deseara que él ocupara el lugar dejado por su difunto esposo. Y por supuesto, no nos olvidamos del viejo sacerdote Philippe, que como Dios es omnipresente y está en todas partes porque siente un ardiente deseo por Jérémy, al que trata de convencer de que es posible vivir sin sentirse culpable de un acto atroz, colmándole de razones que le sirvan de coartada para ignorar la mala conciencia.

    El cura ni se plantea perder de vista a Jérémy, que tras acostarse con él un momento en una situación de emergencia se pone como un burro en primavera en una escena verdaderamente hilarante. Quiere gozar de su presencia siempre subido a esa noria del deseo que ha generado Jérémy tras su llegada al pueblo. Hay un crimen y una policía que investiga, pero el asesinato se va desvirtuando espiritualmente porque ya nada devolverá la vida a la víctima y puede que el mundo esté mejor sin ella y que el culpable se convierta también en otra víctima de un sistema regido por una maquinaria legal implacable que no ofrece salidas y que tritura almas. En Misericordia el sexo, el crimen, la religión y los deseos ocultos se mezclan y revelan para componer un pequeño y delirante fresco rural que en forma de tragicomedia nos muestra los irrefrenables instintos humanos entrando en colisión y evadiendo la dogmática hipocresía religiosa.


sábado, 1 de marzo de 2025

CRÍTICA: "A COMPLETE UNKNOWN" (James Mangold, 2024)

 

La forja de un artista

“A COMPLETE UNKNOWN”  êêê

DIRECTOR: James Mangold.

INTÉRPRETES: Timothée Chalamet, Edward Norton, Elle Fanning, María Barbaro, Boyd Holbrook, Scoot McNairy.

GÉNERO: Biopic / DURACIÓN: 141 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2024

     Como ya sabrán mis lectores, A complete unknown se encuentra entre la selección de películas candidatas al Oscar a Mejor Película. ¿Merece ese reconocimiento? Pues no es la gran cosa, pero recordemos que ese premio lo han conseguido en los últimos años películas tan mediocres como CODA: Los sonidos del silencio y Todos a la vez en todas partes. Señalemos además que films tan irregulares como La sustancia y Emilia Pérez también están nominadas al Oscar a Mejor Película.

     Biopic dirigido por James Mangold que narra la llegada a Nueva York a principios de los años 60 del cantautor de folk de 19 años Bob Dylan (Timothée Chalamet), originario de Minnesota. Un itinerario vital y musical desde sus primeros pasos en salas de conciertos hasta encaramarse en lo más alto de las listas de éxitos. Lo hace con la ayuda del cantante de folk y defensor de los derechos humanos Pete Seeger (Edward Norton), con el que visita a su idolatrado Woody Guthrie (Scoot McNairy), el más influyente cantautor de folk estadounidense que se encuentra agonizante en un hospital.

       Conocemos sus relaciones sentimentales con la artista Sylvie Russo (Elle Fanning), personaje basado en Suze Rotolo, sus cooperaciones artísticas con la ya por entonces famosa Joan Baez (María Barbaro), con quien también tuvo líos amorosos, y sus encuentros con el cantante de country Johnny Cash (Boyd Holbrook). Dylan, de nombre Robert Allen Zimmerman, se convirtió en un fenómeno mundial que culminó en 1965 con su rompedora actuación de rock eléctrico en el Newport Folk Festival.

       Mangold, que en 2005 dirigió un biopic superior sobre Johnny Cash titulado En la cuerda floja, nos ha empaquetado una película que recurre al esquematismo narrativo y melancólico de casi todos los biopics sobre legendarias figuras musicales. Pero más allá de la superlativa interpretación de Timothée Chalamet dando oxígeno al más popular y enigmático de los trovadores, y cantando él mismo numerosos hits del repertorio de uno de los más simbólicos ídolos musicales del pasado siglo, es justo señalar que el sublime retrato del actor francoestadounidense alcanza mejor sintonía cuando se aleja de los micrófonos y las guitarras sin que aparezcan rasgos caricaturescos. Dylan, un artista que, a mí, que no soy fan de la música folk, me interesa más como personaje huidizo, misterioso, camaleónico, arrogante, ególatra y por qué no decirlo, cretino. La ambientación, el vestuario, la paleta de colores y los escenarios lucen con un aspecto tan profesional como convencional, como la trama, que discurre sin que hallemos ninguna situación con un auténtico trazo de autoría. Quizás porque Mangold rellena el recipiente con demasiadas microhistorias sin sacar sustancia a ninguna más allá de lo que se conoce del personaje público.

      A complete Unknown carece de pasión y magia, supongo que, por la trillada temática del artista adolescente. Sin el relleno esencial de su música y poesía el artefacto no posee fundamentos novedosos. Para su infinita legión de incondicionales, Dylan es un espectro, agua que se escapa de las manos, polvo de hadas. Hacerle mortal en sus decisiones, relaciones y actos mundanos, sólo es comprometer el aura de la figura idealizada, para transformarla en una silueta poco apasionada, torpe, tan plana en sus cuitas sentimentales como intrascendente con sus mentores y artistas coetáneos. Ganador del Nobel, el Oscar, el Pulitzer, el Príncipe de Asturias y numerosos Grammy, Bob Dylan es un completo desconocido en el inaccesible e inescrutable magma donde habita su espíritu, un vacío donde levitan las musas. Necesitada de una buena poda (hay momentos de verdadero tedio), A complete Unknown se ciñe a un periodo muy concreto de la dilatada carrera del juglar de Minnesota, siempre inconformista, con ganas de progresar porque los tiempos están cambiando. El punto de ruptura llega en 1965 con su controvertida y electrizante actuación en el Festival de Newport, como queriéndose sacudir esa caspa de la fama que tanto le molesta. Todo correcto, todo previsible.