La forja de un artista
“A COMPLETE UNKNOWN” êêê
DIRECTOR: James Mangold.
INTÉRPRETES: Timothée
Chalamet, Edward Norton, Elle Fanning, María Barbaro, Boyd Holbrook, Scoot
McNairy.
GÉNERO: Biopic / DURACIÓN: 141 minutos / PAÍS: Suecia / AÑO: 2024
Como ya sabrán mis lectores, A complete unknown se encuentra entre la selección de películas candidatas al Oscar a Mejor Película. ¿Merece ese reconocimiento? Pues no es la gran cosa, pero recordemos que ese premio lo han conseguido en los últimos años películas tan mediocres como CODA: Los sonidos del silencio y Todos a la vez en todas partes. Señalemos además que films tan irregulares como La sustancia y Emilia Pérez también están nominadas al Oscar a Mejor Película.
Biopic dirigido por James Mangold que narra la llegada a Nueva York a principios de los años 60 del cantautor de folk de 19 años Bob Dylan (Timothée Chalamet), originario de Minnesota. Un itinerario vital y musical desde sus primeros pasos en salas de conciertos hasta encaramarse en lo más alto de las listas de éxitos. Lo hace con la ayuda del cantante de folk y defensor de los derechos humanos Pete Seeger (Edward Norton), con el que visita a su idolatrado Woody Guthrie (Scoot McNairy), el más influyente cantautor de folk estadounidense que se encuentra agonizante en un hospital.
Conocemos sus relaciones sentimentales con la artista Sylvie Russo (Elle Fanning), personaje basado en Suze Rotolo, sus cooperaciones artísticas con la ya por entonces famosa Joan Baez (María Barbaro), con quien también tuvo líos amorosos, y sus encuentros con el cantante de country Johnny Cash (Boyd Holbrook). Dylan, de nombre Robert Allen Zimmerman, se convirtió en un fenómeno mundial que culminó en 1965 con su rompedora actuación de rock eléctrico en el Newport Folk Festival.
Mangold, que en 2005 dirigió un biopic superior sobre Johnny Cash titulado En la cuerda floja, nos ha empaquetado una película que recurre al esquematismo narrativo y melancólico de casi todos los biopics sobre legendarias figuras musicales. Pero más allá de la superlativa interpretación de Timothée Chalamet dando oxígeno al más popular y enigmático de los trovadores, y cantando él mismo numerosos hits del repertorio de uno de los más simbólicos ídolos musicales del pasado siglo, es justo señalar que el sublime retrato del actor francoestadounidense alcanza mejor sintonía cuando se aleja de los micrófonos y las guitarras sin que aparezcan rasgos caricaturescos. Dylan, un artista que, a mí, que no soy fan de la música folk, me interesa más como personaje huidizo, misterioso, camaleónico, arrogante, ególatra y por qué no decirlo, cretino. La ambientación, el vestuario, la paleta de colores y los escenarios lucen con un aspecto tan profesional como convencional, como la trama, que discurre sin que hallemos ninguna situación con un auténtico trazo de autoría. Quizás porque Mangold rellena el recipiente con demasiadas microhistorias sin sacar sustancia a ninguna más allá de lo que se conoce del personaje público.
A complete Unknown carece de pasión y magia,
supongo que, por la trillada temática del artista adolescente. Sin el
relleno esencial de su música y poesía el artefacto no posee fundamentos
novedosos. Para su infinita legión de incondicionales, Dylan es un espectro,
agua que se escapa de las manos, polvo de hadas. Hacerle mortal en sus
decisiones, relaciones y actos mundanos, sólo es comprometer el aura de la
figura idealizada, para transformarla en una silueta poco apasionada, torpe,
tan plana en sus cuitas sentimentales como intrascendente con sus mentores y artistas
coetáneos.
Ganador del Nobel, el Oscar, el Pulitzer, el Príncipe de Asturias y numerosos
Grammy, Bob Dylan es un completo desconocido en el inaccesible e inescrutable
magma donde habita su espíritu, un vacío donde levitan las musas. Necesitada de
una buena poda (hay momentos de verdadero tedio), A complete Unknown se ciñe a un periodo muy
concreto de la dilatada carrera del juglar de Minnesota, siempre inconformista,
con ganas de progresar porque los tiempos están cambiando. El punto de ruptura
llega en 1965 con su controvertida y electrizante actuación en el Festival de
Newport, como queriéndose sacudir esa caspa de la fama que tanto le molesta.
Todo correcto, todo previsible.