miércoles, 25 de diciembre de 2024

CRÍTICA: "ANORA" (Sean Baker, 2024)

 

Efímera felicidad

 “ANORA”  êêêê

DIRECTOR: Sean Baker.

INTÉRPRETES: Mikey Madison, Mark Eydelshteyn, Yuri Borisov, Karren Karagulian.

GÉNERO: Comedia negra / DURACIÓN: 138 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2024

       Sean Baker es uno de los directores y guionistas más interesantes surgido en los Estados Unidos en las últimas décadas. Un talento capaz de hacer brillar la belleza y las emociones en las cosas más simples y ordinarias. Ganadora de la Palma de Oro en el pasado Festival de Cannes, Anora es una historia que sigue a Ani (una maravillosa Mikey Madison), una prostituta de Brooklyn que tiene la oportunidad de vivir un sueño como el de la Cenicienta o Pretty Woman cuando conoce e impulsivamente se casa en Las Vegas con Iván (Mark Eydelshteyn), que es hijo de un oligarca ruso. Cuando la noticia llega a Rusia, el cuento de hadas se ve amenazado por los padres de Iván, que parten hacia Nueva York con la intención de anular el matrimonio.



     Una stripper de 23 años que trabaja en un club, Anora, que se hace llamar Ani, es requerida por el dueño del local para que atienda a un joven ruso de 21 años, Iván, ya que ella es de ese origen y domina más o menos el idioma. El chico, que es hijo de un magnate ruso, se encapricha de ella y pronto estará contratando sus servicios en visitas privadas por horas y luego por semanas en su mansión pagando miles de dólares.

       El chaval es divertido, tiene amigos joviales y básicamente se dedican a practicar sexo y despilfarrar el dinero en ropas y fiestas excesivas cargadas de alcohol y otras drogas. Tal vez no hay amor, pero la espiral en la que de repente se ve envuelta Ani no parece entrañar ningún peligro, se lo pasa bien y vive a todo lujo… hasta que Iván la convence para casarse en un viaje a Las Vegas y así él podrá conseguir la nacionalidad estadounidense porque no quiere volver a Rusia. Todo parece ir bien hasta que los padres del joven ruso le mandan unos matones bastante ridículos e Iván escapa dejando a Ani en manos de los gorilas del oligarca ruso.

      Anora se convierte entonces en una comedia cercana al slapstick que comienza como el cuento de La Cenicienta, pero acabará en una búsqueda incesante de Iván, en una huida hacia adelante con diversidad de matices, géneros y atmósferas (comedia, drama, comedia dramática al fin), con un ritmo frenético y momentos de tensión suspendidos con una mueca cómica. Anora fusiona tonos en un cóctel agridulce que en su primer tramo se impone como una alocada comedia de ensueño juvenil repleta de sexo, dinero, fiestas y lujo para luego subvertir la fantasía sino en una pesadilla sí al menos en un triste desengaño subrayando el carácter efímero de la felicidad. Y de fondo, Brooklyn y Manhattan en un gélido invierno, como si Sean Baker quisiera poner con ello énfasis en el frío aislamiento emocional de Ani, por la que sientes ternura y compasión.


lunes, 23 de diciembre de 2024

CRÍTICA: "CROSSING" (Levan Akin, 2024)

 

Cruce de almas solitarias

“CROSSING”  êêêê

DIRECTOR: Levan Akin.

INTÉRPRETES: Mzia Arabuli, Lucas Kankava, Deniz Dumanli.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 106 minutos / PAÍS: Suecia / AÑO: 2024

      La nueva e inspirada película de Levan Akin nos narra la historia de una profesora georgiana jubilada, Lia (Mzia Arabuli) que busca a su sobrina, Tekla, para así cumplir la última voluntad de su fallecida hermana. Para ello se acerca a unas infraviviendas en Batumi en donde le cuentan que la chica se marchó a Estambul. Tekla es transexual, su padre la echó de casa hace mucho tiempo y desde entonces anda perdida. Lia viaja a Estambul acompañada de un joven, Achi (Lucas Kankava) que dice saber dónde se aloja y que también le puede servir de traductor y guía. una vez en Estambul conocen a Evrim (Deniz Dumanli), una abogada por los derechos de los transexuales, y Lía siente que Tekla está más cerca que nunca.

      Crossing es una película de itinerarios, pero como casi siempre ocurre con las road movies lo más trascendental es el viaje interior de los personajes, la travesía íntima que nos descubrirá la inabarcable soledad de la entrañable pareja protagonista. Lia, que a pesar de la carga que supone Achi, que le ha mentido en todo sólo para huir de casa, acabará aceptándolo, actuando como una madre protectora y ambos se mostrarán un cariño mutuo con ese abrazo que pone un nudo en la garganta. El carácter amargo de Lia, que nunca se casó, es una coraza por la cobardía de no haberse impuesto a un sistema heteropatriarcal en el que nunca encajó. En su deambular por una Estambul herrumbrosa y gris con sus gatos callejeros, ciudad que parece anclada en el tiempo, conoceremos a otros personajes y sentiremos la frustración de Lia al comprobar que Tekla se ha evaporado en una urbe que la gente elige como refugio o para desaparecer.

      Una noche, en una fiesta a la que ha sido invitado, Achi conoce a Evrim, una abogada transgénero que trabaja para una ONG y que se impone como una luz en las tinieblas. Evrim cuida de un niño que zascandilea por las calles con otra niña y sobrevive pidiendo limosnas y haciendo pequeños hurtos. La luminosa Evrim ayudará a Lia, siempre acompañada de Achi, a buscar a Tekla, misión que se antoja cada vez más complicada. Crossing es un retrato de personajes marginales y comunidades de bajos recursos, el embrujo de Estambul actúa como un personaje más con vida, pero sin futuro. Como su título indica, un cruce de caminos generacional, territorial, social y, por supuesto emocional. También el llanto de una generación que por vergüenza no aceptaron la condición sexual o de género de sus hijos. No obstante, Crossing nos interpela desde la redención y el amor, su director no juzga y Lia carga con la culpa, desprendiéndose de sus prejuicios para empatizar con el mundo que su sobrina habita. Y así, llegamos a un final abierto, poético, hermoso, lleno de esperanza.  

domingo, 8 de diciembre de 2024

CRÍTICA: "LA VIRGEN ROJA" (Paula Ortiz. 2024)

 

La maté porque era mía

 “LA VIRGEN ROJA”  êêê

DIRECTORA: Paula Ortiz.

INTÉRPRETES: Najwa Nimri, Alba Planas, Aixa Villagrán, Patrick Criado

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 114 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2024

 Cuando allá por 1977 el gran Fernando Fernán Gómez estrenó Mi hija Hildegart, estreno al que asistí, yo ya había leído todo lo que encontré sobre la trágica historia de Hildegart Rodríguez Carballeira y su madre, la obsesiva y castrante Aurora Rodríguez Carballeira. De hecho, estaba ya disponible el libro “Aurora de sangre” del escritor anarquista proscrito por la dictadura franquista Eduardo de Guzmán, en el que se basa la cinta. En cualquier caso, hoy disponemos de una amplia bibliografía sobre el caso, además de un documental dirigido por Marcos Nine titulado igual que la película que nos ocupa, La virgen roja.

    Hagamos en escueto resumen histórico: Nacida en 1879 en Ferrol, la activista por las libertades de la mujer y defensora de la eugenesia Aurora Rodríguez Carballeira decidió poner en práctica un experimento científico que según sus deseos debía representar a la mujer del futuro, y en donde las emociones quedan fuera. Así, Aurora busca quedarse embarazada y para ello elige a un progenitor biológico sano que resultó ser un cura castrense leridano que nunca reclamaría a la criatura. El fruto de aquella relación sería Hildegart, nacida ya en Madrid en 1914 y sobre la que Aurora proyectó la estricta mecánica de un programa hecho a medida que convertiría a Hildegart en una eminencia que con los años se hizo famosa por ser la abogada más joven de España con 16 años.

   Escribió 16 libros y más de 150 artículos, militó en el PSOE, formación que, desencantada de su política, abandonó para militar en el Partido Republicano Democrático Federal y criticó el marxismo que antes había abrazado. La noche del 9 de junio de 1933, su madre, recelosa y con miedo a perder el preciado objeto de su creación le disparó tres tiros en la cabeza y uno en el corazón, matándola en el acto. Tenía 18 años y había comenzado las carreras de Filosofía y Letras y Medicina. A pesar de que la teoría de la película que nos ocupa el motivo que prioriza como causa del asesinato fue su relación con el escritor socialista Abel Velilla, lo cierto es que las disputas entre madre e hija eran continuas y Hildegart había intentado separarse de ella varias veces, pero su madre respondía con amenazas de suicidio. Finalmente, cuando Aurora vio que su hija se separaba de su proyecto, decidió destruirla. Como el escultor que, tras detectar una ínfima imperfección en su obra, la destruye.

    Con un bagaje de cuatro largometrajes a sus espaldas, la directora Paula Ortíz nos ofrece una nueva adaptación de este hecho real con Najwa Nimri dando oxígeno a Aurora, la mujer que tiene como misión convertir a su hija Hildegart, encarnada por Alba Planas, en la mujer del futuro, una intelectual brillante y un referente de la sexualidad femenina. Pero a los 18 años Hildegart comienza a disfrutar de la vida y conoce al activista Abel Velilla (Patrick Criado), que la ayuda a explorar un nuevo mundo emocional y así alejarla del férreo control de su madre. Sin embargo, Aurora, que teme que su hija se distancie de ella, hará todo lo posible por destruir la relación. Una noche de verano de 1933 las dos mujeres se enfrentan dramáticamente poniendo fin al Proyecto Hildegart.

     Junto a El 47, la mejor película española del año, y Casa en llamas, La virgen roja es una de las películas más interesantes del año tanto en el apartado técnico (gran labor de ambientación, vestuario, fotografía, dirección artística), como interpretativo, con un apasionante duelo con Najwa Nimri dando vida a una Aurora de carácter seco, tenaz e inflexible y Alba Planas metida en la piel de una Hildegart subyugada y siempre envuelta en una atmósfera asfixiante. La virgen roja requiere que el espectador se sitúe en el contexto histórico: el cambio de régimen de la dictadura de Primo de Rivera al comienzo de la Segunda República en un principio ilusionante, esperanzadora, siempre caótica y finalmente desastrosa. Un periodo rebosante de enfrentamientos, asesinatos, quema de conventos, hechos trágicos, reivindicaciones utópicas y en donde cada cual hacía la guerra por su cuenta. El sustrato perfecto para que emerja una mujer paranoica y de ideas excéntricas como Aurora, el recipiente que guarda en sus entrañas el germen de la mujer que liderará a las mujeres del futuro, una experta en sexualidad femenina y revolución social, transgrediendo el papel (invisible) que la mujer tenía asignado hasta entonces en una sociedad dominada por los hombres.

       La empresa a la que dedica su vida Aurora requiere de una gran dedicación, un desafío descomunal de preparación formal y entrega rigurosa. Y es que a esa mujer prócer del futuro le falta la posibilidad humana para actuar por voluntad propia, lo más importante para un ser humano: la libertad. Hildegart va creciendo y se enamora de un activista que le pide que se una al partido socialista. Pero Aurora ve en él el peligro que puede desintegrar su proyecto, y boicotea la relación convirtiéndose así en lo que más dice odiar: una fascista. En La virgen roja encontramos también una alerta sobre la toxicidad de las ideologías cuando asaltan el poder y cómo las revoluciones sólo sirven para cambiar una casta por otra. Paula Ortiz logra generar tensión y un suspense con cierto tono gótico, y es en los ojos de hielo de la hierática Aurora, enferma de celos y aterrada por la pérdida del control de su hija, donde queda reflejado el fanatismo de toda instrumentación ideológica. Si la perfección es la meta, el fracaso está asegurado.