MALAS
TIERRAS
(BADLANDS)
Drama
- EE. UU. - 1973 - 94 Minutos.
DIRECTOR: TERRENCE MALICK
INTÉRPRETES: MARTIN SHEEN, SISSY SPACEK, WARREN OATES,
RAMON BIERI.
Tras licenciarse en el American films Institute,
MALAS TIERRAS es el debut de Terrence Malick en la dirección.
Con sólo cuatro películas en 34 años -se le conoce como el J. D. Salinger del
cine- para el casting de La delgada roja (1998), un
alegato antibelicista sumamente poético, casi hubo puñetazos para trabajar a
sus órdenes, y los que lo lograron tuvieron que rebajar mucho sus salarios en
pos de trabajar con el mítico director de culto, lo que da una idea de lo que
representa esta leyenda viva para el mundillo cinematográfico norteamericano.
Cineasta excéntrico -al igual que su espejo literario- no concede una
entrevista desde el estreno de su ópera prima, y tan difícil como eso es
obtener una foto suya. En 1978 rueda su segundo film, Días del cielo,
un drama sobrio y realista ambientado en la segunda década del pasado siglo que
cuenta con la presencia de un casi debutante Richard Gere. Con esta película
gana al premio al Mejor Director en el Festival de Cannes y on Oscar a la Mejor
Fotografía para el español Néstor Almendros. Con su último film, El nuevo
mundo (2006) he tenido más éxito de crítica que de público.
Ambientada en el middle-west americano, BADLANDS
es un film admirable inspirado en unos trágicos sucesos reales ocurridos en
1958, por los que dos jóvenes de Lincoln (Nebraska), Charlie Starkweather y
Caril Ann Fugate, se situaron a temprana edad al margen de la ley,
convirtiéndose en los fugitivos más buscados del país y dejando un reguero de
once asesinatos absurdos. Starkweather, un individuo descarado y sin moral, fue
condenado a morir en la silla eléctrica, y cuando alguien le preguntó por qué
lo había hecho, el adolescente libertino que soñaba con ser vaquero contestó: “supongo
que matar tenía para mí cierta emoción”.
Típica película de auto-cine, de una
luminosidad deslumbrante, a medio camino entre el thriller y la road-movie
adolescente, expresa ya lo que será una constante en el cine de Malick: el
predominio de la naturaleza sobre el hombre. Imágenes del edén para historias
tristes, grandes extensiones de paisajes polvoriento, la naturaleza virgen que
eleva su belleza con imponentes crepúsculos y cegadores amaneceres, la noche
serena con su manto de silencio, sólo roto por algún disparo lejano. El hombre,
aislado en su concepto banal de la existencia, es allí insignificante. Por eso a Kit Carruthers
(Martin Sheen) un joven solitario que trabaja de basurero, le gusta el campo,
porque allí se siente solo, con la única compañía de Holly (Sissy
Spacek) una inconsciente quinceañera de posición más acomodada. Juntos han
empezado una huida hacia adelante que comenzó, trágicamente, con el asesinato
del padre de Holly, papel que encarna el gran Warren Oates, y que irá
degenerando en una lucha infernal, donde los acontecimientos les acabarán
rebasando ampliamente.
Terrence Malick, aun cambiando
radicalmente de registro argumental, siempre nos cautivará con la misma poesía
visual, su cámara está siempre dispuesta para captar la esencia del medio y
proyectarla sobre nuestros errores y defectos. Una cosmovisión natural que
poseen los genios y que, en cualquier caso, sirve para enseñarnos que valores
como la libertad y la paz siempre han formado parte de la creación, desde el
principio de los tiempos están ahí, y no es difícil encontrarlos. Por el
contrario, es el hombre, con sus eternos dilemas morales, tinieblas interiores
y ridículo egocentrismo, quien degrada el universo, logrando imponer una
voluntad tan cruel e ínfima como su propia existencia.
MALAS TIERRAS es una
película fría, desoladora, de narrativa lacónica y esplendorosa fotografía que
encumbró a sus dos jóvenes protagonistas (pocos años después Martin Sheen sería
la estrella de Apocalipse Now y Sissy Spacek alcanzaría un notable éxito
con Carrie) que asumió perfectamente la herencia de aquellos jóvenes outsiders
magistralmente retratados por J. H. Lewis y Nicholas Ray. Así, nos encontramos
otra vez con un relato de perdedores huyendo hacia ninguna parte. Estamos, una
vez más, en la carretera, siguiendo el rastro de una serie de crímenes sin
sentido, enmarcando sofismas de una juventud desarraigada y desorientada de
finales de los años cincuenta. Cuando Kit es detenido tras dejar su camino
sembrado de cadáveres, uno de los policías, al observarle detenidamente, le
dice que se parece a James Dean, Kit sonríe, pero es un héroe de pacotilla, el
verdadero Charles Starkweather dijo: “si me van a freír en la silla
eléctrica, que Caril se siente en mis rodillas”. Un film legendario.
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