Misterio a medio gas
EL ENIGMA DEL CUERVO
DIRECTORES: JAMES MCTEIGUE.
INTÉRPRETES: JOHN CUSACK, ALICE EVE, LUKE EVANS, BRENDAN
GLEESON, KEVIN MCNALLY.
GÉNERO: THRILLER
/ EE. UU. / 2012 DURACIÓN: 110 MINUTOS.
Después de la
deslumbrante V de vendetta (2005), este crítico creía haber descubierto en
el director australiano James McTeigue
a un cineasta con personalidad, inventiva y grandes dosis de elegancia, pero
tras sufrir Ninja assasin (2009), una serie B bastante mediocre y
enfrentarme con toda la ilusión del mundo a esta EL ENIGMA DEL
CUERVO, tengo la seguridad de que quienes realizaron aquella magnífica
película –declarada hoy de culto por millones de fanáticos cinéfilos- fueron en
realidad los hermanos Wachowski, que estaban acreditados como productores de la
cinta. El caso es que como rendido fan de la vida y obra del escritor
norteamericano Edgar Allan Poe, tenía enormes ganas de ver esta nueva apuesta
que nos acerca a los últimos días del escritor que más influencia ha tenido en
la posterior literatura policíaca y de terror.
Con un recorrido
circular la trama nos presenta a Edgar
Allan Poe (John Cusack) colaborando en una
investigación policial liderada por el detective Enamett Fields (Luke Evans) y que tiene como escenario el Baltimore
de mediados del siglo XIX. Fields, fanático de la obra de Poe, tiene a su cargo
el esclarecimiento de una serie de crímenes horribles que están inspirados en
varios cuentos de Poe, por lo que al principio las sospechas recaen sobre él,
aunque pronto queda claro que los asesinatos nada tiene que ver con el autor de
“El gato negro”, y que en realidad hay un asesino en serie que sigue
miméticamente las pautas narradas por Poe en sus relatos sin detenerse ante
nada. El detective le pide a Poe que le acompañe en la investigación, pero todo
dará un giro dramático cuando Emily
Hamilton (Alice Eve), la novia de Poe, es secuestrada por el criminal. Una
galería de sospechosos desfilarán ante los investigadores que tratarán de
averiguar quién está cometiendo tales atrocidades.
Este cronista siente ancestral debilidad
por John Cusack, que una vez más con su variado catálogo de contrastes y
matices se convierte en lo mejor de una función para la que McTeigue nunca
encuentra el tono adecuado, un experimento nada original en el que un personaje
real (Poe) se convierte en el eje por el que gira de forma desmañada la
ficción. EL ENIGMA DEL CUERVO parte
de una premisa interesante pero en su desarrollo comprobamos como el guión hace
aguas configurando un corpus sin alma, de acusado esteticismo y atmósfera
preñada de negritud y misterio, lo que hubiera supuesto un lustroso envoltorio
si la trama prestara más interés en desentrañar las extrañas circunstancias que
rodearon la muerte del genial escritor nacido en Boston, a quien en sus
últimos días se le vio delirando en un estado lamentable por las neblinosas
calles de Baltimore nombrando a un tal Reynolds y pronunciando su famosa frase
lapidaria “¡Que Dios se apiade de mi pobre alma!”. Todo un enigma que apenas es
explorado por la película que derrapa por las pistas de la investigación
detectivesca copycat, como si de una aventura de Sherlock Holmes adaptada a las
formas videocliperas CSI se tratara. Poe, con rasgos de una personalidad perturbada,
autodestructivo, ludópata, ególatra y alcohólico viaja por la trama desde la
melancólica decadencia de un perdedor hasta la cima del héroe astuto, perspicaz
y pleno de estímulos sensoriales.
Debo insistir,
lo verdaderamente interesante hubiera sido profundizar en la vida marcada por
la tragedia de este genio a quien su temprana orfandad y la prematura muerte de
su joven esposa Virginia (enferma de tuberculosis y a la sazón prima suya) afectó de forma desoladora, convirtiéndole en
un ser afligido refugiado en el alcohol y las drogas y acuciado por una legión
de fantasmas y demonios, y que tras su muerte a los 40 años dejó un legado
envidiable que ha servido de fuente de inspiración para multitud de artistas,
escritores y cineastas, entre ellos Stephen King y Tim Burton, de quien el
McTeigue este acaba de fusilar su excelente Sleepy Hollow; en lugar
de ello nos damos un paseo por los más conocidos paisajes del policíaco de
época, durante el cual nos tropezamos con los típicos tópicos del suspense
gótico en su más aburrida expresión y donde no faltan los guiños gore. Una
carrera contrarreloj para detener a un asesino serial cuya identidad poco nos
importa llegado el previsible clímax de su extenso metraje. Aun así, he de reconocer que la espléndida
labor de iluminación, la presencia siempre estimulante de Cusack, la figura
iconográfica de Poe y el atractivo que
para muchos espectadores tienen la ambientación brumosa y las intrigas
policiales de época, pueden convertir a EL
ENIGMA DEL CUERVO en una elección apetecible para un sector del público,
dependerá, en todo caso, del nivel de exigencia de cada paisano, mi listón está
muy alto.
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