lunes, 26 de septiembre de 2022

CRÍTICA: "SPEAK NO EVIL" (Christian Tafdrup, 2022)

 

El infierno son los otros

“SPEAK NO EVIL” êêêê

DIRECTOR: Christian Tafdrup.

INTÉRPRETES: Morten Burian, Sidsel Siem Koch, Fedjan van Huêt, Karina Smulders, Liva Forsberg, Marius Damslev, Hichen Yacoubi.

GÉNERO: Terror / DURACIÓN: 97 minutos / PAÍS: Dinamarca / AÑO: 2022

    Cuarto largometraje del director danés Christian Tafdrup y primero que este cronista ha visto puesto que sus tres anteriores películas, Awakening, Parents, A horrible Woman, no se estrenaron en nuestro país en ningún formato. Espero visionarlas ahora a través de alguna plataforma siempre que me ofrezcan la posibilidad de los subtítulos. Speak No Evil nos relata la historia de una familia danesa Bjorn (Morten Burian), su esposa Louise (Sidsel Siem Koch) y su hija Agnes (Liva Forsberg), que conocen durante sus vacaciones en Italia a una familia holandesa formada por Patrick (Fedja van Huêt), su mujer Karin (Karina Smulders) y su hijo Abel (Marius Damslev). Conectan bien, y el matrimonio holandés los invita a pasar un fin de semana en su casa de campo en Holanda. Pero, a medida que pasan las horas, lo que se suponía que iba a ser un finde placentero se va transformando en una estancia desagradable por el extraño comportamiento de la familia holandesa, a pesar de que los daneses se muestran educados.


     Speak No Evil es una película incómoda y políticamente incorrecta sobre la cobardía y los estúpidos convencionalismos sociales a los que nos vemos obligados para guardar la compostura, las más elementales normas de cortesía y la buena educación. Los dos matrimonios que se conocen en Italia y que poco después deciden reencontrarse para pasar un idílico fin de semana en el paisaje boscoso de Holanda, nada tienen en común y apenas se conocen, aun así, los daneses aceptan la invitación. Esa premisa lleva al espectador a albergar expectativas pues esperas que de esa reunión no salga nada bueno, y Tafdrup no defrauda. Ya no estamos en la luminosa Italia enredados en conversaciones intrascendentes regadas con buen vino, sino en la aislada morada de un matrimonio excéntrico e inquietante que siniestramente manipula al matrimonio danés hasta límites desasosegantes. La sensación de incomodidad que poco a poco van sintiendo Bjorn y Louise debido a ciertas señales perversas e inmorales (el mal trato que Patrick otorga a su hijo, Louise viéndose obligada a comer carne siendo vegetariana ante la insistencia de éste, el manoseo en el baile en la taberna, la alocada conducción de Patrick estando ebrio… ) no parecen suficientes para que los daneses tomen la decisión de regresar a su hogar sin mirar atrás a pesar de que lo intentan, siendo convencidos por Patrick y Karin, que se sienten ofendidos, para que se queden y completen el fin de semana. 

    Bjorn y Louise aceptan en la creencia de que las cosas mejorarán, su educación y humanidad les impide pensar otra cosa. No saben lo equivocados que están. Tafdrup, inteligentemente va carcomiendo las dudas de los espectadores y las de la pobre y sorprendida pareja danesa con lo que aparentemente sólo es la colisión de dos estilos de vida y educación antitéticos, tan diferentes como la noche y el día, pero de una manera pausada aunque constante se adivina algo muy perturbador en el ambiente, una atmósfera a la que dota de oscuridad la banda sonora mostrando las sutilezas de un peligro subterráneo que amenaza de forma tenebrosa y brutal con salir a la superficie sin tiempo para la esperanza.

    El danés Bjorn está harto de sonreír todo el rato, de guardar las apariencias, de ser tan prudente y educado, un dilema existencial que le corroe tras una fachada de frustraciones y buenos modales. Se lo confiesa a su anfitrión, el holandés Patrick, que los lanzó el anzuelo de la invitación para visitarlos y que no pudieron rechazar. Mas tarde, la inocente pareja comprobará que incluso les mintió cuando les dijo que era médico. Claro que tal vez hubiera sido muy grosero pensar que aquella pareja tan natural, divertida y dicharachera estaban representando un teatrillo, que escondían una cara oculta absolutamente espeluznante. 

    Cristian Tafdrup consigue crear un clima de sospecha, malestar y repulsión que va in crescendo a medida que la actitud de los anfitriones se va haciendo más sombría y desagradable, pero la cobardía asociada a la educación recibida en uno de los países más desarrollados del mundo les cohíbe e impide que se rebelen, comportándose como inocentes corderitos sin oponer ninguna resistencia. Speak No Evil es un relato tortuoso y provocador que nos aboca a un abismo de sadismo en donde sólo reina el mal, el impactante y pavoroso final, que nadie olvidará jamás, se impone como una llamada de atención para todas esas personas pusilánimes que siempre ponen la otra mejilla.

- ¿Por qué nos hacéis esto? Pregunta Bjorn.

- Porque nos dejaste. Responde Patrick.

domingo, 18 de septiembre de 2022

CORTOMETRAJE "C'ÉTAIT UN RENDEZ-VOUS" (Claude Lelouch, 1976)

 

La historia de amor fou más bella y vertiginosa

“C’ÉTAIT UN RENDEZ-VOUS” êêêê

(ERA UNA CITA)

DIRECTOR: Claude Lelouch.

INTÉRPRETES: Claude Lelouch.

GÉNERO: Cortometraje, acción, automovilismo / DURACIÓN: 9 minutos / PAÍS: Francia



    A las 5’30 de la madrugada del domingo 15 de agosto de 1976 con media ciudad de París de vacaciones, el director Claude Lelouch (uno de los popes del cinéma vérité), que había ganado la Palma de Oro en Cannes y el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa en 1966 por Un hombre y una mujer, llevó a cabo un alocado proyecto que le llevaba tiempo rondando por la cabeza: colocar una cámara en el parachoques delantero de su Mercedes 450SEL 6.9 para recorrer a toda velocidad el paisaje urbano más emblemático de París sin detenerse. La cámara que utilizó fue una Leva-Flex de 35 mm de ancho flash y lente angular y el modelo de coche fue elegido por la suspensión hidroneumática que montaba y que dotaba a la acción de una imagen más flexible. Eso sí, se cambió el sonido del Mercedes para sustituirlo por la banda sonora de un Ferrari 275 GTB (también de su propiedad), un rugido que a los aficionados a la conducción les haría sentir el vértigo de la potencia del motor.

     La ruta comienza en un túnel con la rampa de salida de Porte Dauphine hacía la Avenue Foch, recorriendo lugares tan icónicos de la capital francesa como el Arco del Triunfo, los Campos Elíseos, la Plaza de la Concordia, el Louvre y la Ópera Garnier, hasta llegar a la Basílica del Sagrado Corazón de Jesús. El coche nunca se detiene saltándose todos los semáforos en rojo, atravesando líneas continuas, transitando calles con señales de dirección prohibida, espantando las tempraneras palomas sobre el asfalto, y para esquivar un camión de la basura el coche se sube a la acera sorprendiendo a una señora que se encontraba allí parada. Finalmente el coche se detiene en la Basilique du Sacré Coeur y la cámara nos ofrece una panorámica frente a las escaleras de Montmartre. Es entonces cuando aparece una chica joven guapa y rubia (Gunilla Friden, que en aquella época era la novia del director) a la que vemos subir las escaleras y fundirse en un abrazo con el piloto que ha salido del coche, mientras repican de fondo las campanas de la basílica. Era una cita.

    El trazado, en el cual se emplean normalmente unos 25 minutos, se realizó en poco más de 8 minutos y medio, y tenía un punto ciego en los arcos del Louvre que no permitía al piloto ninguna visibilidad, por lo que allí se encontraba el primer ayudante de Lelouch para avisarle a través de un Walkie-Talkie, pero el realizador dijo más tarde que no había recibido ninguna indicación de su ayudante pues el dispositivo se había averiado. Tras la hazaña delictiva, Lelouch fue convocado por el prefecto de la policía y se le retiró el permiso de conducir para devolvérselo instantes después diciéndole: “me había comprometido a retirarle el permiso, pero no especifiqué por cuánto tiempo.” Rodado en un vigoroso plano secuencia, C’était un rendez-vous se impone como la más vertiginosa, adrenaliníca, infartante e intensa historia de amor jamás filmada, un amor fou acelerado, fuera de la ley y de toda moral, un espídico plano secuencia en donde el fin justifica todos los medios. 

  El director comentó que en algunos momentos llegó a alcanzar los 200 kms/hora, nos da igual si eso fue cierto o como manifestaron algunos especialistas el coche alcanzó una velocidad media de 140 kms/hora, porque lo verdaderamente relevante es el tributo a los orígenes del cinematógrafo en su expresión más pura, teniendo como coartada la más alucinante oda al amor y la belleza para saltarse todas las líneas rojas. Como dijo Henry F. Amiel “Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello.” Aquí os dejo con mi cortometraje favorito.




viernes, 9 de septiembre de 2022

CRÍTICA: "PROBLEMA CADA DÍA" (Claire Denis, 2001)

 

Ven, devórame otra vez

“PROBLEMA CADA DÍA” êêê

(TROUBLE EVERY DAY)

DIRECTORA: Claire Denis.

INTÉRPRETES: Vincent Gallo, Bèatrice Dalle, Alex Descas, Tricia Vessey, Raphaël Neal, José García, Florence Loiret-Caille.

GÉNERO: Terror, New French Extremity / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2001

    Una de las mejores y más radicales propuestas de la directora francesa Claire Denis y la única de sus aportaciones a la corriente New French Extremity (Nuevo Extremismo Francés) tendencia cinematográfica que me he planteado ir haciendo un repaso a sus obras menos populares. Con títulos en su filmografía tan interesantes como Chocolat, Buen trabajo, Viernes noche y El intruso, Denis firma esta película de culto titulada Problema cada día, que en algunos países latinoamercanos se estrenó con el más explícito título de Sangre caníbal.   

     La trama sigue a una pareja, el Dr. Shane Brown (Vincent Gallo) y su esposa June (Tricia Vessey) que supuestamente viajan a París para disfrutar de su luna de miel. En realidad, Shane ha viajado a la capital francesa para buscar al neurocirujano Dr. Léo Sémeneau (Alex Descas) y a su esposa Core (Bèatrice Dalle) a quien una vez conoció y se obsesionó con ella. A pesar de haber tenido una carrera prolífica en el área científica, Léo ahora trabaja como médico de familia para mantener un perfil bajo. Él procura tener encerrada a Core en su casa siempre, pero aun así ella ocasionalmente escapa o recibe visitas inesperadas y asesina a mordiscos a diversos hombres.

    Problema cada día es una película sobre las pasiones más salvajes y primitivas, sobre el instinto incontrolable y los más inconfesables secretos. Su insobornable directora comienza la narración con un prolongado y apasionado beso, prólogo de lo que será el más crudo deseo carnal, el insaciable apetito caníbal y vampírico, el ansia imposible de calmar y que traspasa los límites del amor para alcanzar el éxtasis, y tal vez, abrir las puertas del infierno. En el relato se nos aparece la siempre inquietante figura del “mad doctor” y los experimentos científicos, una coartada para el reflejo de un deseo incontenible que obliga al Dr. Brown (un Vincent Gallo ojeroso y apesadumbrado) a medicarse para no sucumbir a la tentación de devorar a su reciente y amada esposa, la dulce y bella June, insatisfecha con sus devaneos sexuales porque en el orgasmo está la delgada línea que separa la vida y la muerte para ella y sólo su marido lo sabe. El Dr. Brown no encontrará al Dr. Léo en su intrigante viaje a París, pero dará con su domicilio, allí vive encerrada su mujer, Core (una hermosa e indomable Bèatrice Dalle), y tras el efusivo abrazo de dos seres que sufren la misma e irrefrenable voracidad, llega el asco, producto del mínimo poso de humanidad que le queda al doctor, y tratando de desembarazarse del abrazo de la temible Core, totalmente cubierta de sangre, comprende que sólo su muerte pondrá fin a su incurable enfermedad.

    Los tres personajes tienen un pasado que se insinúa (que daría para otra película) y que ha marcado sus vidas, pero la función está construida con retazos, escenas que parecen desconectadas y que pueden confundir al espectador, aunque si tenemos paciencia veremos que todo encaja y las piezas sirven para construir una interesante trama trufada de canibalismo, erotismo, y desastres científicos que obligan a dos seres a vivir un exilio íntimo y a veces físico, haciéndonos partícipes de su desolación. A su llegada al hotel parisino vemos al Dr. Brown mirar hipnóticamente el cuello de una joven y bonita trabajadora del hotel, es a la vez una mirada sucia y piadosa, libidinosa y repulsiva, la mirada de un depredador que apenas puede ejercer un cierto control sobre sus bestiales impulsos. 



    Ella será última víctima en una espeluznante escena final en donde el doctor abandona todo resto de humanidad para entregarse al mayor de los placeres, al más liberador desahogo y dar así por concluida su estancia en París. Claire Denis logra una narración muy física, parca en diálogos, con planos cerrados que escrutan la piel suave como tapiz de la carne magra, de los músculos, nervios y tendones, un subversivo viaje desde los húmedos besos al desgarro y las ávidas dentelladas. La poética de los márgenes ocultos del deseo.