domingo, 31 de enero de 2021

CRÍTICA: "PEQUEÑOS DETALLES" (John Lee Hancock, 2020)

 

Aburrido y mediocre thriller

“PEQUEÑOS DETALLES” êê

DIRECTOR: John Lee Hancock.

INTÉRPRETES: Denzel Washington, Rami Malek, Jared Leto, Sofia Vassilieva, Nathalie Morales, Terry Kinney, Michael Hyatt.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 127 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020.

     No soy fan del cine del guionista y director John Lee Hancock, sus películas más aseadas: The Blind Side, El fundador y Emboscada han dejado en mí poco poso. No me gusta su forma de filmar, con múltiples planos innecesarios para una escena en la que, por ejemplo, se desarrolla una conversación y unos operadores de cámara que entregan al montador un sin sentido de planos contraplanos a los que tiene que dar forma y coherencia. Su nueva criatura, Pequeños detalles, nos presenta a Joe Deacon (Denzel Washington) un veterano sheriff adjunto al condado de Kern (California) que se empareja con un detective de homicidios de Los Ángeles, Jimmy Baxter (Rami Malek) para dar caza a un asesino en serie. La capacidad de Deacon para darse cuenta de los “pequeños detalles” resulta inquietantemente precisa, pero su tendencia a eludir las reglas hace que Dexter caiga en un dilema desgarrador. Mientras, Deacon debe enfrentarse a un oscuro secreto de su pasado.                                                             

    Me hubiera gustado decir que lo mejor de Pequeños detalles es su trío protagonista, pero tanto Washington, como Malik y Leto actúan con el piloto automático, tal vez poco convencidos del proyecto. Y es que la nueva criatura de Lee Hancock, que tiene el tono de un thriller mediocre de los 90 (época en que Hancock escribió el libreto) pasará al olvido por diversas razones: un guión flojo que abunda y redunda en todos los convencionalismos del subgénero noir de los serial killers y que se mueve en la indefinición de la emoción y la introspección, pero que acaba siendo un apagado reciclaje de otras películas de mayor entidad. Y lo peor, su pretensión de película peculiar cuando sólo transita lugares comunes y a lo largo de sus casi 130 minutos no sucede casi nada.

      Con ese material tan pobre, poco pueden hacer el oscarizado trío protagonista, que en cualquier caso nos regalan actuaciones afectadas, artificiosas y cargadas de tics y miradas intensas. Estamos, amigo lector, ante un thriller cansino y en cierto modo reiterativo que no aporta nada nuevo al género y carente de emoción, a diferencia de la magistral obra que le sirve de espejo, Se7en. Parece mentira que John Lee Hancock sea el guionista  de esa obra maestra de Clint Eastwood titulada Un mundo perfecto y de la más que digna Medianoche en el jardín del bien y del mal, también de Eastwood, que rechazó el libreto de Pequeños detalles debido a sus múltiples clichés, el tan manido juego del gato y el ratón en el que el único sospechoso habitual resulta ser el excéntrico Albert Sparma (Jered Leto), que juega a su antojo con los policías. Lo mejor del film lo encontramos en la espléndida fotografía de John Schwartzman que nos regala algunos contrastes cromáticos muy sugerentes, pero Lee Hancock carece del estilismo y virtuosismo de David Fincher para crear atmósferas. Denzel Washington tiene una triste y decadente existencia y vive abatido por la culpa buscando una imposible redención, ni él ni el detective Dexter la encontrarán con el acoso y caza de Sparma, un personaje extravagante con un aire a lo Charles Manson que dejará sus vidas aún más devastadas.


jueves, 21 de enero de 2021

CRÍTICA: "NOMADLAND" (Chloé Zhao, 2020)

 

En todas las quinielas para ganar el Oscar

“NOMADLAND” êêê

DIRECTOR: Chloé Zhao.

INTÉRPRETES: Frances McDormand, David Strathairn, Linda May, Charlene Swanky, Bob Wells, Gay DeForest, Patricia Carver.

GÉNERO: Drama / DURACIÓN: 108 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020.

 

     Puede que la próxima edición de los Oscar sea la peor que recuerda este cronista desde que siendo un tierno infante ya seguía esta fiesta del cine rebosante de glamour y oropeles a través de los medios que tenía entonces: mayormente televisión, prensa generalista y revistas de cine. Y es que si la preciada estatuilla se la tienen que disputar Mank (2020), el truño firmado por David Fincher con un guión escrito por su padre (un biopic sobre el guionista de Ciudadano Kane) y esta digna aunque normalita Nomadland (Chloé Zhao, 2020) mi interés será tan escaso como las cuentas corrientes de los trabajadores españoles. Unas aspirantes que ciertamente no desentonan en estos convulsos y sórdidos años para la depresión y el olvido.  

      Nomadland nos sitúa durante la larga crisis de 2008 y nos narra la vida de Fern (Frances McDormand) una mujer viuda que pasa la sesentena y que ha perdido el trabajo y la casa tras cerrar la industria donde trabajaba tras 88 años operando en ese pueblo de Nevada. Fern decide abandonar su mortecino pueblo natal y embarcarse en un viaje a través del Oeste americano. Viviendo en su destartalada furgoneta como una nómada moderna, en la carretera explora una vida fuera de la sociedad convencional y conocerá a todo tipo de personas que cambiarán su viaje y su persona.

     Nomadland no descubre nada nuevo y sabemos que el nomadismo está en los genes de los estadounidenses desde los ya lejanos tiempos de los pioneros fundadores. Pero la directora de origen chino y afincada en Los Ángeles en su tercer largometraje crea un relato afectado por un lirismo estudiado que se apoya en una bellísima fotografía para dotar de melancolía a una obra simple sobre la herida de los recuerdos y la pérdida desde los primeros y gélidos fotogramas.

     La sentida interpretación de Frances McDormand, su característica expresión gestual, su laconismo y frases contundentes se impone como lo mejor de la función sin llegar a rayar a la altura que lo hizo en obras excelsas como Fargo o la muy resultona Tres anuncios en las afueras. Chloé Zhao acaricia con sensibilidad a todos los personajes que viajan y se debaten en la cara menos opulenta de la sociedad estadounidense, personajes que demuestran su solidaridad y tienen empleos precarios y esporádicos en Amazon, en restaurantes o limpiando baños en clubs privados. “Trabajadores golondrinas” que anteponen la generosidad a pesar de los golpes de la vida, y que voluntariamente (porque no aceptan las imposiciones de la sociedad de consumo) o porque no les ha quedado otro remedio, viajan con el lema:  “si no puedes ser feliz aquí, lo serás en otra parte”.

     Entre la ficción y el documental, Nomadland es una road-movie a través de algunos parajes míticos de los Estados Unidos (Nevada, Dakota del Sur, desierto de Arizona) y con las constantes filosóficas del hipismo en su concepto más virginal, con el gurú del nomadismo Bob Wells interpretándose a sí mismo. Cierto que Zhao cuece el relato a fuego lento y es fácil adivinar en esos paisajes el eco de Terrence Malick y ciertas conexiones con el cine humanista de Ken Loach. Nuestra protagonista emprende un viaje no para dejar atrás el pasado sino para convivir en soledad con él, una huida para desenterrar el misterio que se oculta más allá del límite. Nomadland dista mucho de ser una película redonda pero sí una película con buenas intenciones, no suceden grandes cosas, su ritmo es   pausado a pesar del movimiento permanente de Fern, que la vemos al comienzo despidiéndose de un pueblo agonizante tras el cierre de la explotación minera que lo mantenía. Supongo que el dolor y la tristeza necesitan poso y respiro, que lejos del mundanal ruido y la tiranía del dólar se escuchan mejor los latidos de los corazones de una gente que tras caer en la marginalidad buscan la pureza de los paisajes desnudos y el sonido del silencio, sin caer nunca en la desesperanza.



martes, 12 de enero de 2021

"ANTIDISTURBIOS" (Rodrigo Sorogoyen, 2020)

 

La mejor serie española de la historia

“ANTIDISTURBIOS” êêêêê

DIRECTOR: Rodrigo Sorogoyen.

INTÉRPRETES: Vicky Luengo, Raúl Arévalo, Hovik Keuchkerian, Álex García, Roberto Álamo, Raúl Prieto, Patrick Criado, Tomás del Estal.

GÉNERO: Thriller / DURACIÓN: 6 capítulos de 50 minutos / PAÍS: España / AÑO: 2020.

 

    Tras haber firmado cuatro largometrajes en solitario (recordemos que junto a Peris Romano codirigió en 2008 la comedia 8 citas), podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Rodrigo Sorogoyen es hoy uno de nuestros más sólidos valores cinematográficos. Sorprendió (y mucho) con su ópera prima Stockholm (2013), una descarnada radiografía de la juventud con un giro absolutamente brutal. Pero fue su segunda película el trampolín que le hizo saltar a un público más amplio, Que Dios nos perdone (2016), uno de los mejores thrillers de la historia de nuestro cine, con un mensaje devastador sobre nuestras más oscuras miserias cotidianas. Madre (2019) creada a partir de un corto del propio director, es hasta la fecha su película más floja, y sólo el trabajo de Marta Nieto se salva del naufragio de un relato lento y cansino.

    Con su inseparable coguionista Isabel Peña, Sorogoyen pergeña la que es para el arriba firmante la mejor serie española desde la primera entrega de La Huella del Crimen (1985). Antidisturbios sigue a seis policías antidisturbios que tienen orden de ejecutar un desahucio problemático en el centro de Madrid, pero el desalojo se complica y sucede una tragedia: un hombre muere tras caer al vacío. Un equipo de Asuntos Internos de la policía se encargará de investigar los hechos, ante los cuales los seis policías podrían enfrentarse a una acusación de graves consecuencias. El grupo de agentes busca una salida por su cuenta, lo que hará que la cosa se complique más. La joven Laia Urquijo (Vicky Luengo) de Asuntos Internos, se obsesiona con el caso y comienza a investigar, descubriendo mucho más de lo que hubiera imaginado.

  Resulta imposible ponerse en la piel de un antidisturbios, un trabajo duro, peligroso, mal pagado, estresante y que genera no pocas antipatías. Algo que deja muy claro el primer capítulo de la serie en donde los protagonistas tienen que ejecutar un desahucio en la denominada “Operación Corrala”. Una escena en la que Sorogoyen hace un virtuoso manejo de la tensión, de la narrativa adrenalítica y del escenario. El pálpito, la confusión y el caos genera una insufrible incomodidad en el espectador viendo como se desarrollan los hechos con todos los figurantes presentes: los antidisturbios, los tocapelotas de la Plataforma Antidesahucios, los inmigrantes, los vecinos e incluso el secretario judicial. Todo lo que podía salir mal, sale peor, y la chapuza acaba en tragedia. Los antidisturbios no lo imaginaban, ni siquiera el secretario judicial, pero la decisión intransigente de desalojar el inmueble por parte del juez cueste lo que cueste esconde una trama corrupta que la agente de Asuntos Internos Laia (espléndida Vicky Luengo que nos muestra su terco carácter en la primera escena de la serie) se encargará de investigar aun poniendo en riesgo su vida.

    Policías antidisturbios nobles, impulsivos, asqueados y deprimidos por la presión y el estrés que genera una profesión que les procura pocas satisfacciones. Con un excelente montaje y el concurso de un plantel deslumbrante de intérpretes, Sorogoyen no condena ni absuelve a los protagonistas, aunque su mirada se muestra compasiva con los dramas familiares y las imposiciones profesionales que sufren cuando son utilizados al antojo de las decisiones políticas y judiciales. En cualquier caso, si la arquitectura narrativa del excelso guión no estuviera construida desde la ambivalencia moral sería difícil de entender la rutina y los desengaños de un cuerpo tan estigmatizado. La serie no decae en ninguno de sus seis capítulos y lo que más interesa a Sorogoyen y a Peña es bucear por las apestosas aguas de las cloacas del poder. La policía de casco, escudo y porra son sólo el pretexto para desnudar las corruptelas de la especulación inmobiliaria y los sórdidos personajes que mueven los hilos de la trama. Esa es la obsesión de Laia Urquijo, la agente de Asuntos Internos que no cejará hasta desenmascararlos y ponerlos delante de un banquillo. Rodrigo Sorogoyen capta de manera magistral la pulsión y el ritmo en escenas como la caótica del desahucio, en de la cena final en donde la tensión in crescendo se puede cortar con un cuchillo o en la secuencia de la carga contra los ultras italianos de fútbol de consecuencias dramáticas. Antisisturbios es cine en estado puro, y mi gran pena es no poder visionarla en una pantalla de cine.