jueves, 27 de septiembre de 2012

PARTICIPA Y GANA UN BLU-RAY DE "SOMBRAS TENEBROSAS"




Para participar lo único debes hacer es contestar el cuestionario de "¿Eres lo bastante escalofriante?" y "¡El Terrorífico Trivial de Bárnabas!", además de echar un vistazo a "Memes" y al fantástico "Horroróscopo".
Sube tus resultados en forma de comentario y podrás ganar un fabuloso Blu-Ray de "Sombras Tenebrosas". Publicaremos el nombre del ganador en la fecha límite del 18 de octubre de 2012. ¡ANÍMATE!

miércoles, 26 de septiembre de 2012

UNA PROGRESÍA HIPÓCRITA



    
  En fecha reciente, la vindicativa progresía de nuestro país (la más hipócrita, cateta, falsa y desnortada de cuantas carcomen las democracias occidentales), ponía el grito en el cielo por la detención en Suiza del magnífico director franco-polaco Roman Polanski, prófugo de la justicia norteamericana sobre el que pesa una orden de extradición al huir de Estados Unidos cuando estaba acusado de drogar y violar en 1977 a la menor de 13 años Samantha Geimer. La misma cínica progresía pide ahora el linchamiento público de Fernando Sánchez Dragó porque en su reciente libro “Dios los cría…” (Planeta, 2010), el escritor narra en forma de picante anécdota literaria que mantuvo relaciones con unas menores en Japón. Exactamente el mismo caso de Frédèrick Miterrand, ministro de cultura francés y firmante junto con estos progres del manifiesto por la libertad de Polanski, que en su libro autobiográfico “La mala vida” contaba con pelos y señales sus prácticas de turismo sexual con tiernos infantes en Tailandia. Por supuesto, ni la progresía francesa ni española pidieron la cabeza del sobrino del que fuera presidente de la república por esas confesiones: como Polanski, “es uno de los nuestros”. Algo muy típico de la mafia.
    
      American Beauty (1999), debut en el cine del joven realizador británico Sam Mendes, que procedía del teatro, se abre con el siguiente diálogo a cargo de la joven actriz Thora Birch: “Yo necesito un padre ejemplar, no un niñato capullo que mancha los calzoncillos cuando traigo a casa a una amiga del colegio”. El film, ganador de cinco Oscar, incluidos los de mejor película y director, con una puesta en escena tan brillante como eficaz y un guión sumamente desconcertante, mezcla la rutina de dos matrimonios fracasados con el incontenible deseo de un hombre maduro (Kevin Spacey) por una preciosa adolescente (Mena Suvari), y la historia de un joven introspectivo con un padre reprimido y de actitudes fascistas que espía a la hija de Spacey (Thora Birch). American Beauty lanzó al estrellato a una Mena Suvari que, a pesar de su irresistible cuerpo de ninfa, tenía ya 20 años cuando se puso a las órdenes de Mendes.


      Todos esos lerdos progresistas deberían saber diferenciar entre el acto execrable y criminal de una violación y las relaciones consentidas entre un hombre o una mujer madura con menores (teniendo en cuenta que la edad de consentimiento sexual en España es de 13 años), tomando como referencia que, desde Luis García Berlanga, ese gran erotómano recientemente fallecido, hasta Vladimir Nabokov, todos hemos fantaseado con ese deseo innato. Estoy hasta los huevos de tantos politicastros de mierda convertidos en guardianes bienpensantes de la moralidad que aprovechan los resquicios que deja abiertos esta sociedad anestesiada para aniquilar mi libertad individual, y que quieren convertir mi amado país en un estado represivo policial. ¡Qué asco me dais, joder!

lunes, 24 de septiembre de 2012

LAS FOTOS HIPNÓTICAS: CATHERINE ZETA-JONES





       La actriz, cantante y bailarina galesa CATHERINE ZETA-JONES nació en Swansea en 1969. Siendo niña se le practicó una traqueotomía que le dejó una cicatriz en el cuello imposible de ocultar. Como las penas con pan son menos, en los años 80 sus padres tuvieron un golpe de suerte en el bingo que les hizo ganar 100.000 libras, por lo que enseguida se mudaron a la zona de la clase alta de Swansea. Catherine nunca fue una buena estudiante y dejó la escuela antes de tiempo para dedicarse a sus ambiciones artísticas, y tras asistir a varias escuelas de arte e interpretación, cantar y bailar en la compañía teatral de una congregación católica y conseguir cada vez papeles más importantes en el West End londinense, en 1990 le llegó la hora de su debut en el cine con un papelito en Las mil y una noches, versión del director francés Philippe de Broca. Pero no fue hasta 1998, con La máscara del zorro (Martin Campbell), junto a Antonio Banderas, cuando alcanzó la fama internacional. Su filmografía está jalonada por una sucesión de títulos mediocres salpicada por algunos aciertos (Alta fidelidad, Traffic) hasta conseguir el ansiado Oscar como Mejor Actriz de Reparto por el musical Chicago (Rob Marshall, 2002). Catherine Zeta-Jones está casada con el actor Michael Douglas, con quien ha tenido dos hijos.

    Oh, Catherine, te veo partir bajo la lluvia azul de la noche. Olvídate del chocheras de Michael y déjame sentir los gozos del amor en tus aladas caricias,  morder tus labios carnosos fragantes de veneno, guardar tu aliento en pompas de vidrio, moldear anillos con el ensortijado vello de tu pubis. Porque si vivir es apenarse por que algunos momentos no sean eternos, puede que la amargura sea sólo cansancio. 
       

domingo, 23 de septiembre de 2012

CRÍTICA: MÁTALOS SUAVEMENTE

Thriller turbio con tintes sociales

MÁTALOS SUAVEMENTE
DIRECTOR: ANDREW DOMINIK.
INTÉRPRETES: BRAD PITT, BEN MENDELSOHN, SCOOT MACNAIRY, RICHARD JENKINS, JAMES GANDOLFINI, RAY LIOTTA.
GÉNERO: THRILLER / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 104 MINUTOS.   
          
      El thriller es un género que, salvo en la genial Drive y algún que otro título francés, está siendo muy maltratado en los últimos años víctima de la penosa decadencia de un Hollywood que sin imaginación, sin ideas, prefiere apostar por artefactos inanes destinados a un público con un bajo perfil cultural. Mi confianza en Andrew Dominik (que ya nos sorprendió en su ópera prima con la espléndida Chopper (2000), biopic sobre un violento asesino que lanzó a la fama a Eric Bana, y confirmó su talento con El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford (2007), un excelente western crepuscular que supuso su primera colaboración con Brad Pitt), no se ha visto traicionada con esta aportación al cine de mafiosos que lleva el sugerente título de MÁTALOS SUAVEMENTE, film que aunque desarrolla un argumento poco original está rodado con talento y una estilizada poesía de la violencia de gran impacto visual.

      El director neozelandés guioniza la novela “Cogan´s Trade” que George V. Higgins publicó en 1974 trasladando la acción a los días anteriores a la elección de Barack Obama para narrarnos una historia que comienza con el asalto de dos ladrones cochambrosos e inexpertos, Frankie y Russell (Scoot McNairy y Ben Mendelsohn) a una timba de póker controlada por la mafia, consiguiendo hacerse con un botín suculento y con la seguridad de que las culpas recaerán  en Markie Trattman (Ray Liotta), que ya lo había hecho anteriormente. Los capos de la mafia, humillados, contratan los servicios de Jackie Cogan (Brad Pitt), un investigador privado reconvertido en asesino a sueldo, para que resuelva el caso y castigue a los culpables. Cogan, el personaje más reflexivo y lúcido de la función, se pone a trabajar como acostumbra, topándose con una serie de personajes que dificultarán su misión y a los que tiene que apretar las tuercas antes de darles matarile.   

      Comentaba que el robo a unos mafiosos y la posterior venganza de estos se nos presenta a priori como una premisa nada original, no importa porque a Dominik lo que le interesa subrayar es la idea conceptual de que en América todo, incluido el crimen, es un negocio. Axioma por el que se rige la filosofía vital  de Jackie Cogan, un soberbio y templado Brad Pitt metido en la piel de in sicario al que disgusta que sus víctimas griten, lloren e imploren, pues lo que le agrada es matar suavemente, a distancia, con destreza, sin que nada le salpique: el es un liquidador profesional en un mundo de aficionados. 

     Entendida como una crítica al hipercapitalismo salvaje, MÁTALOS SUAVEMENTE remarca su discurso desde los secos cortes en los créditos iniciales que nos introducen en la hueca batalla política por la presidencia de la nación entre McCain y Obama, para armar inquietantes paralelismos protocolarios entre la política y el crimen, y la mafia, una dinastía asentada en un sistema de rangos diplomáticos tiene que restituir sus maltrechos bienes cobrando letales intereses. De eso se ocupa Cogan, arropado por una atmósfera oscura, sórdida y perversa, iniciando un recorrido asfixiante por tugurios y barrios destartalados en donde la crisis económica ha diseminado las esporas del infortunio y la destrucción.
 
      Estamos ante un virtuoso y reposado ejercicio de estilo, cine noir potente con diálogos extensos rotos por explosiones de violencia en las cuales el ralentí alcanza su máxima expresión y unas interpretaciones sin fisuras. Estaremos de acuerdo en que el mensaje sobre el estado crítico de la economía resulta demasiado enfático y reiterativo como telón de fondo de la turbia historia narrada, como excesivas son las retahílas verborréicas que se producen durante los encuentros entre el alcohólico y hastiado killer al que da oxígeno James Gandolfini y Brad Pitt, pero agradecemos la forma en que los silencios anudan la tensión (la entrada y salida de los dos desmañados ladrones del antro en que se desarrolla la timba de póker) o el impacto desolador de momentos que parecen intrascendentes (Pitt cruzando una calle mientras a su espalada un tipo que discute con otro le dispara varios tiros sin que Pitt se digne ni siquiera a volver la cabeza), es la cotidianidad de una jungla de asfalto que actúa como un espacio tétrico y totalizador que acoge todas las miserias. 

        El título, sacado de la mítica canción setentera de Roberta Flack “Killing me softly whit his song”, trata de definir el carácter escrupuloso, distante y aseado del protagonista (aunque si lo de Pitt es matar suavemente tal vez prefiera que me despellejen y sumerjan en una bañera con vinagre: otro ejemplo más de cómo los métodos traicionan a las apariencias), en contraposición con los grasientos harapos que lucen los atolondrados ladrones (unos pluscuamperfectos Mendelsohn y McNairy), como reflejo de su penuria y su ineludible perdición. Una iluminación gélida ambienta la tragedia sobre unos escenarios claustrofóbicos y desasosegantes, y en su oscuridad Andrew Dominik indaga en la reflexión crucial de la soledad inabarcable del hombre, ante una sociedad que ha laminado todos los referentes morales en pos de la supervivencia.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

LOS MEJORES CARTELES DE CINE: LA VIRGEN DE LA LUJURIA

      Para alguien tan fetichista, iconoclasta y mitómano como este cronista, los fotocromos, programas y carteles de cine siempre han sido preciados objetos de deseo, fetiches de incalculable valor simbólico, sentimental, artístico y de gran calado cultural. Lo que me propongo con esta sección –que aparecerá en nuestro blog de forma alternativa- es realizar un recuento nada exhaustivo de todos aquellos pósters de películas que por su poderoso magnetismo han logrado cautivarme hasta el punto de remover Roma con Santiago para conseguir que formen parte de mi exclusiva colección. Se da el caso -nada peculiar- de que algunos de esos carteles pertenecen a películas que me han interesado poco o nada, pero que por su genial composición, diseño, originalidad o exotismo han captado mi atención a pesar de que las películas que publicitan cayeron pronto en el olvido. Es el caso del cartel que nos ocupa, ideado para servir de imán al film del mexicano Arturo Ripstein La virgen de la lujuria (2002).  


      Una película que nos enfrenta a la decadencia artística del veterano Ripstein, gran cineasta que tantas veces ha conseguido conmoverme con títulos como El lugar sin límites, La mujer del puerto, Principio y fin o Profundo carmesí, y que dueño de un universo tan personal como sórdido, no acertó con esta adaptación de un relato de Max Aub ubicado en el México de la década de los 40 y centrado en el mundo de los exiliados españoles desesperados por la victoria franquista. Un film protagonizado por Luis Felipe Tovar dando vida a un camarero reservado y solitario cuyo tesoro más precioso es su colección de fotos pornográficas. Su vida cambia cuando conoce a Lola (Ariadna Gil), una prostituta de carácter autodestructivo e imprevisible con la que inicia una relación sadomasoquista que deja al camarero absolutamente colgado por la puta. Tanto que por merecer su amor será capaz de cualquier cosa, incluso de matar a Franco. Lo mejor de esta fallida, larguísima e inconexa película es sin duda el papel protagónico de Ariadna Gil, la actriz barcelonesa de 43 años asume de forma convincente el microcosmos asfixiante, mustio y desastrado tan característico de su autor. Un título bonito y un cartel magnífico que ilustra ese marco de decadencia y desprende el aroma morboso de tan sugestiva sordidez.