lunes, 30 de agosto de 2021

CRÍTICA: "THE BOY THE BEHIND THE DOOR" (David Charbonier, Justin Powell, 2020)

 

Un terror atávico

“THE BOY BEHIND THE DOOR” êêêê

DIRECTOR: David Charbonier y Justin Powell.

INTÉRPRETES: Lonnie Chavis, Ezra Dewey, Kristin Bauer van Shaten, Scott Michael Foster, Micah Hauptman.

GÉNERO: Terror-thriller / DURACIÓN: 88 minutos / PAÍS: EE.UU. / AÑO: 2020.

     El año 2021 no está siendo especialmente bueno para el cinéfilo más purista. Salvo la magnífica Riders of Justice son poquísimas las producciones que rozan la excelencia. Uno de los títulos más reseñables que he podido ver es The Boy Behind the Door, aunque su año de producción es 2020. Ópera prima de los directores David Charbonier y Justin Powell, que este mismo año presentaron su nueva criatura, The Djinn, una fábula de terror minimalista sobre una niña muda atrapada en su apartamento con un siniestro monstruo después de pedir un deseo. Film que aún no he tenido la oportunidad de ver.

    Sí he tenido la ocasión de visionar The Boy Behind the Door, cuyo argumento sigue a dos niños, Bobby (Lonnie Chavis) y Kevin (Ezra Dewey) que mientras que juegan al béisbol en las afueras de su ciudad son secuestrados y encerrados en una misteriosa casa en mitad de ninguna parte. Bobby logra escapar de la casa, pero mientras corre a través del campo escucha los gritos desesperados de su amigo y decide dar la vuelta para intentar ayudarle.

    Al comienzo de la función, mientras los dos amigos están tumbados sobre la hierba, Kevin le confiesa a Bobby que desea largarse a otra ciudad donde siempre brille el sol, a California. Pero como son amigos para siempre, hasta el final, no lo harán el uno sin el otro. Una bella, poética y melancólica escena, que nos acerca a los sueños de dos preadolescentes minutos antes de que se ciernan sobre ellos las más oscuras tinieblas, un terror inesperado y brutal. El secuestro de niños es uno de los sucesos más sombríos para abordar un thriller tenso que transita por los amenazantes pasadizos del terror, pero The Boy Behind the Door versa sobre algo más poderoso y profundo: la amistad.

   Charbonier y Powell demuestran una habilidad y sensibilidad asombrosa al arrojar a sus dos jovencísimos protagonistas a los peligros cada vez más espeluznantes del secuestro aleatorio para ser entregados como carnaza para la violenta agresión sexual. La pareja de directores configuran una clase muy alarmante de tensión con un delicado equilibrio sobre un tema extremadamente desafiante. En el primer cuarto de metraje, cuando Bobby logra escapar del maletero del coche y puede correr a campo libre, oye los gritos angustiosos de su amigo Kevin, se para en seco y decide rescatarle. En apenas diez minutos surge una premisa escalofriante, con la cámara siguiendo a Bobby de manera sinuosa por la casa, convertida a partir de entonces en un personaje siniestro.

      Bobby tendrá un primer encontronazo con un sórdido tipo en la cocina. Pero será con la llegada de la dueña de la casa cuando se intensifique el terror mientras los niños luchan por sobrevivir. La tensión nunca decae, con Bobby convertido en un inusual héroe tratando de evitar los sucesivos ataques para liberar a Kevin de sus cadenas. Con la inspiración de clásicos como El Resplandor y El silencio de los corderos discurre esta desgarradora historia en la que sus dos jóvenes actores imprimen a sus personajes una notable autenticidad, dotando de rigor a valores como la amistad, la compasión y la perseverancia. Charbonier y Powell apenas se preocupan de perfilar a los demás personajes (notoria la ausencia de los padres) para centrarse en la desaparición y secuestro de los niños, en el peligro físico y el daño psicológico que los secuestradores les infringen. Y lo hacen con un virtuoso dominio de la composición visual, la planificación de escenas y el ritmo. Un juego mortal del gato y el ratón que se desarrolla en tiempo real y deja al espectador exhausto. Gran película.

jueves, 26 de agosto de 2021

LAS MEJORES PELÍCULAS DE CULTO: "SEGUNDO SANGRIENTO" (Tony Maylam, 1992)

 

“SEGUNDO SANGRIENTO” êêê

DIRECTOR: Tony Maylam.

INTÉRPRETES: Rutger Hauer, Neil Duncan, Kim Cattrall, Alun Armstrong, Pete Poslethwaite. Michael J. Pollard, Ian Dury.

GÉNERO: Ciencia ficcion / DURACIÓN: 91 minutos / PAÍS: Reino Unido / AÑO: 1992.

     El director británico Tony Maylam apenas ha dirigido nada destacable, aparte de cuatro documentales que nadie ha visto y un par de series de televisión ochenteras, sólo ha dirigido Intriga en la playa (1979) una mediocre película de aventuras protagonizada por Michael York, y un slasher de culto titulado La quema (1981) que versa sobre la macabra broma que unos niños le hacen al conserje del colegio. A Maylam le recordaré por este último título y por Segundo Sangriento que, por cierto, fue su última película.

     Estamos ante una serie B que nos sitúa en el año 2008 (recuerden que la película se estrenó en 1992), un año en el que debido al calentamiento del planeta se han producido inundaciones en todo el mundo, también en la ciudad de Londres, sumergida varios metros bajo el agua. En este húmedo caos, la ley y el orden han desaparecido, y ha surgido un nuevo asesino sobrenatural, implacable e imposible de detener. El atípico policía Harley Stone (Rutger Hauer) conoce desafortunadamente al criminal… y hará lo que sea para acabar con él. Pero cuando el asesino es una pérfida maquina de matar de más de tres metros de altura, ni en el futuro hay armas capaces de detener su sangriento dominio.

    Falta por contar que el asesino sobrenatural tiene un vínculo especial con Stone: asesinó a su compañero y él sólo vive para la venganza. Ahora le han asignado un nuevo compañero, Dick Durkin (Neil Duncan), para la imperiosa misión de rescatar a su novia y luchar contra sus propios demonios. Segundo sangriento es una atractiva distopía que nos recrea un Londres inundado e infestado de ratas, de lluvia persistente y aspecto postapocalíptico, por donde se mueve un policía expeditivo y un horrible asesino alienígena. El universo que Maylam crea con un presupuesto de guerrilla tiene como referencia obras mayores como Blade Runner y efervescentes divertimentos como Predator 2, y apreciamos una aceptable puesta en escena, así como unos elaborados decorados.

    Si nos detenemos en su argumento podemos concluir que estamos ante un clásico procedimental, una buddy movie que sigue el curso tradicional de los thrillers sobre asesinos seriales utilizando muchos de sus distintivos códigos: policía duro, rebelde y decidido que presencia un como asesino sobrenatural mata a su compañero y al que asignan un nuevo colega culto pero ingenuo, con el que mantendrá una relación ambigua, tan tirante como amistosa.

     Los diálogos resultan amenos y en ocasiones chispeantes, una hilaridad que siempre tiene como protagonista al personaje que da oxígeno Neil Duncan, pues el tal Dick Durkin, el nuevo compañero de Stone, metido en su papel acabará tan loco como el propio Stone. Mención aparte merece la inmanente belleza de Kim Cattrall, regalándonos algunos sugerentes desnudos y cuyo peinado cuentan sirvió de inspiración a Tarantino para que lo utilizara Uma Thurman en Pulp Fiction. A Maylan le hubiéramos suplicado que la monstruosa criatura (excéntrica fusión entre Alien y Predator) tuviera más protagonismo, pero tal vez sin estar muy convencidos de su diseño las apariciones son escasas y fugaces. Insisto, para los precarios medios con que contaban sus responsables, Segundo sangriento tiene un aspecto visual aseado, se desarrolla con dinamismo, logra mantener la tensión e incluye alguna escena gore bien planificada. Podríamos preguntar por la procedencia del monstruoso y letal alienígena que arranca el corazón a sus víctimas, pero para qué, si la película huye de esa trascendencia que finalmente varios chiflados la hemos otorgado.

jueves, 19 de agosto de 2021

CRÍTICA: "LA NUBE" (Just Philippot, 2020)

 

Vivir para seguir sufriendo

“LA NUBE” êêê

DIRECTOR: Just Philippot

INTÉRPRETES: Suliane Brahim, Nathalie Boyer, Marie Narbonne, Victor Bonnel, Stéphan Castang, Sofian Khammes, Christian Bovillete.

GÉNERO: Fantástico / DURACIÓN: 100 minutos / PAÍS: Francia / AÑO: 2020.

    El cine francés sigue explorando territorios dentro del fantaterror a pesar de ser un vasto paraje muy trillado. No conocía a Just Philippot que, en cualquier caso, cuenta con una escasa filmografía compuesta por un corto titulado A minuit ici tout s’arrete (2011) y que firmó uno de los capítulos de la película episódica 4 Histoires fantastiques (2018), ambas obras encuadradas en los elásticos géneros del terror, el fantástico y la ciencia ficción.

     Estamos, por lo tanto, ante su ópera prima, que con un libreto firmado por Jérome Genevray y Franck Victor nos narra la historia de Virginie (Suliane Brahim) a quien le resulta difícil compaginar su trabajo en la granja con la vida de madre soltera. Para sacar a su familia adelante dedica todo su esfuerzo al agotador trabajo de la cría de saltamontes comestibles. Una vida muy sacrificada a la que se unen las preocupaciones económicas y los problemas de índole familiar, la tensión con sus hijos y vecinos. Poco a poco Virginie comienza a desarrollar un extraño vínculo obsesivo con sus saltamontes, una obsesión que hace que ni sus propios hijos sean capaces de reconocerla.

     El comienzo de La nube tiene un cariz costumbrista que nos hace seguir el devenir cotidiano de una familia con sus problemas económicos y tensiones en el ámbito escolar de la hija adolescente que sufre las burlas de los compañeros de clase debido al trabajo de su madre. También conocemos al hijo pequeño, que adora a su cabra como recuerdo de su padre y la trata como a un perro. Pero el negocio no funciona como Virginie esperaba, demasiado sufrimiento para tan poca recompensa. No obstante, ella es ambiciosa y tras un ataque de rabia y una caída accidental dentro del invernadero de saltamontes que le produce una herida sangrante, encontrará el superalimento que revitalizará a los insectos cargándolos de energía. Entre el terror físico y la alegoría escuchamos los ecos de David Cronenberg para conformar el horror telúrico de una de las diez plagas bíblicas, y Philippot diseña un bucólico escenario que se irá tornando cada vez más espeluznante a medida que la fortuna sonríe a Virginie y su obsesión se vuelve más enfermiza.

     En un ambiente rural y naturalista, el director francés crea una atmósfera desasosegante y enrarecida, dotando a la función de un perturbador aspecto visual que nos remite a la película ya de culto Take Shelter (Jeff Nichols, 2011).  La nube discurre de una forma más o menos sosegada, con un medido y alucinado in crescendo en el que adivinamos un mensaje apocalíptico de tragedia ecologista, un futuro no muy lejano envuelto en tinieblas y desesperación. Con un tono de realismo dramático, la incomodidad del espectador se incrementa con la progresiva locura de Virginie, esa locura monstruosa que nos habita en estos tiempos sórdidos, bárbaros, confusos, y que nos acabará devorando.