Como se me hace imposible olvidar a mis sagradas musas
francesas, por las que siempre he sentido debilidad, abro hueco en esta
sección para dar paso a mi amada SOPHIE MARCEAU (París, 17 de noviembre
de 1966), una de las actrices más queridas de Francia que debutó a los 14 años
en el film La Boum (Claude Pinoteau, 1980), todo un exitazo que tuvo una
secuela y la convirtió en ídolo juvenil en su país. Sólo tres años más tarde recibió el Premio
César a la actriz más prometedora del cine francés. Su matrimonio con el
director experimental de origen ucraniano Andrzej Zulawski le llevó a estar a
sus órdenes en un par de ocasiones, en el violento drama L´amour braque (1985) y
en el drama de época La note bleue (1991).
Fue tras su intervención en la
popularísima y oscarizada Bravehearth (Mel Gibson, 1995) que
le llegó el éxito internacional, proyección que no desaprovechó engrosando su
filmografía con títulos como Anna Karenina (Bernard Rose,
1997), El sueño de una noche de verano (Michael Hoffman, 1999) y siendo
chica Bond en la peli número 19 de la saga El mundo nunca es suficiente
(Michael Apted, 1999). Después del fracaso como realizadora en sus dos únicos films
dirigidos (La disparaue de Deaville y Parlez
moi d´amour), ha seguido protagonizando títulos como el resultón
thriller El secreto de Anthony Zimmer (Jérôme Salle, 2005), la comedia de
relaciones familiares LOL (Lisa Azuelos 2008) y la cinta
bélica de espionaje Espías en la sombra (Jean-Paul Salomé, 2008). Sophie Marceau
tiene dos hijos, uno fruto del matrimonio con Zulawski y otro de su relación
con el productor norteamericano Jim Lemley. En la actualidad, esta hija de un
camionero, es pareja del también actor Christopher Lambert.
Te contaré, Sophie, al igual que otras legendarias bandas musicales de las décadas de los
60 y 70, tengo que agradecerle a King
Crimson que hiciera más llevaderos
todos aquellos años de mierda de mi infancia. Tal vez pocos lo adivinaran pero
fui un niño triste, solitario, con tendencia al malditismo y amante de la más
sublime decadencia. Los maravillosos refugios del cine, los libros, los cómics
y la música jamás lograron liberarme de un estado opresivo de melancolía, si
acaso profundizaron más en mi aislamiento y aflicción, pero, joder, cómo me
gustaba. King Crimson nos regaló “Epitaph”, para este cronista uno de los mejores
temas musicales de la historia que con el gran Robert Fripp a la guitarra y
cantado por Greg Lake (que sin fuerzas para soportar el
caudillaje de Fripp pronto abandonó el grupo para formar Emerson, Lake
& Palmer), está incluido en su álbum
debut “In the court of Crimson King” (1969): “Confusión es mi Epitafio / Al
tiempo que me arrastro por un sendero viejo y agrietado / Si lo logramos,
podemos sentarnos y reír / Pero me temo que mañana estaré llorando / Sí, me
temo que mañana estaré llorando”. Te deseo lo mejor, Sophie, ya sólo eres un
viento lejano, una excusa para mi desahogo, con palabras convertidas en hielo,
la revolución pendiente y la eterna soledad de los campos. ¡Amorea mortus sum!
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