miércoles, 22 de agosto de 2012

CRÍTICA: LOS MERCENARIOS 2


Ruido, furia y humo
LOS MERCENARIOS 2
DIRECTOR: SIMON WEST.
INTÉRPRETES: SYLVESTER STALLONE, JASON STATHAM, ARNOLD SCHWARZENEGGER, JEAN-CLAUDE VAN DAMME, CHUCK NORRIS, BRUCE WILLIS.
GÉNERO: ACCIÓN / EE. UU. / 2012  DURACIÓN: 102 MINUTOS.   
           
      Sylvester Stallone es, le pese a quien le pese, una leyenda viva del cine. No ya porque su debut cinematográfico con la inolvidable Rocky (John G. Avildsen, 1976) acaparara 3 Oscar partiendo de un libreto suyo y con el potro italiano como eficaz protagonista, también, cómo no, porque su imagen forma parte del imaginario colectivo de toda una generación que vio representada en él la figura de action-hero que el cine de acción necesitaba. Tras varios años de arrastrarse por producciones pedorras, Stallone reverdeció viejos laureles con Rocky Balboa (Sylvester Stallone, 2006) y Los Mercenarios (Sylvester Stallone, 2010), film que con un presupuesto de 80 millones de dólares acabó recaudando 274. La sorpresa fue mayúscula para todo el mundo menos para él, que venía observando que el público estaba cansado de peleas coreográficas y el abusivo uso del ralentí y los efectos infográficos, demandando una acción pura y dura, donde los combates viscerales, secos, violentos, tremendamente físicos, sirvieran como aproximación y homenaje a aquellos actioners de la vieja guardia.
     
      En esta secuela Sly logra reunir de nuevo a la crème de la crème de aquellos tipos rudos (faltan algunos como Mickey Rourke, que sí apareció en la primera, y Steven Seagal, con el que seguro contará para la próxima entrega), un equipo de mercenarios formado por Barney Ross (Sylvester Stallone), Lee Christmas (Jason Statham), Yin Yang (Jet Li), Gunnar Jensen (Dolph Lundgren), Toll Road (Randy Couture), Hale Caesar (Terry Crews), Billy El Niño (Liam Hemsworth) y Maggie (Yu Nan), que vuelven a aceptar una misión prácticamente rutinaria que les ofrece el Sr. Church (Bruce Willis). Pero algo sale mal y uno de sus compañeros muere a manos del retorcido Jean Vilain (Jean-Claude Van Damme), que junto con su ayudante Héctor (Scott Adkins), lidera un grupo de mercenarios en poder de un peligroso tesoro: cinco toneladas de plutonio para uso militar. Ross y los suyos se enfrentará a ellos con ahínco para vengar la terrible muerte de su colega y evitar una catástrofe nacional. Empresa para la que contará con la ayuda de viejos compañeros de armas como Trench (Arnold Schwarzenegger) y el veterano Booker (Chuck Norris).

      Stallone, concentrado ahora en su papel, deja que sea el británico Simon West (Con Air) el que en esta ocasión se encargue de la tarea de dirigir a esta banda de destroyers con sus infinitos egos. El aficionado debe comprender que no estamos ante una obra cumbre del realismo poético francés. No, estamos en el terreno de las explosiones, las tremendas balaseras y las ostias sin h y sin consagrar. LOS MERCENARIOS 2 cumple con la  misión que se impone, sin atenuar la violencia desplegada en la peli seminal, toneladas de testosterona para hacer progresar una historia trilladísima que tiene como mayores estímulos el desfile de gloriosas momias, los cambios de escenarios y el humor autoparódico. Ya saben, todos esos chistes malos y las características frases lapidarias como lenguaje cortante y sarcástico que utilizaban todos aquellos tipos duros en su época dorada. West sabe ser equitativo y sirve a cada estrella momentos para el lucimiento (aunque el bueno de Stallone se lleva algunas de propina), tampoco se corta en el arranque de la cinta, aliñando una ensalada de tiros como preludio para lo que nos espera: una película sin más pretensiones que hacer caja e, insisto, que homenajea a los films de acción de serie B de los 80 y 90, tan desprejuiciada como para no darse cuenta de su carácter caricaturesco.   

       Nunca he sido fan de esas pelis ni de sus anabolizados protagonistas, por lo que la nostalgia no tiene en mí una naturaleza depresiva, pero como creo que LOS MERCENARIOS 2 es al mismo tiempo una película desmitificadora en tanto que se burla de los códigos y claves que hicieron célebre este tipo de cine, nada me cuesta recomendarla a ese público que cansado de ñoñeces busque el entretenimiento puro y duro con dosis elevadas de acción, casquería y violencia gratuita. Ahí tenemos la aparición estelar de Chuck Norris para elevar hasta el infinito la hipérbole de los millones de chistes que ha generado. Cualquier excusa puede ser buena para armar una espectacular orgía de sangre; la venganza por el compañero caído o el siniestro complot de unos mercenarios terroristas. No faltan las referencias a míticos films como Terminator, Rambo o La jungla de cristal, y por si fuera poco, dos mitos del género, Stallone y Van Damme, se enfrentan en una contundente pelea a cara de perro. Lo que más  me hace dudar de la verosimilitud del invento es la edad media del elenco (Stallone tiene ya 66 años), un detalle sin importancia que me hace pedir la jubilación para todos estos viejos vendedores de humo.


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