La película BLOW UP (Michelangelo
Antonioni, 1966) ejerce un extraño magnetismo sobre algunos cineastas
norteamericanos, lo que da lugar a varios films inspirados en su premisa
argumental, entre los mejores se encuentran La Conversación
(Francis Ford Coppola, 1974) e Impacto (Brian De Palma, 1981). Ganadora
de la Palma de
Oro en el Festival de Cannes y estrenada en España con el título Blow
Up, deseo de una mañana de verano, el film nos
narra cómo tras revelar y ampliar unas fotografías tomadas en un parque vacío
para buscar una foto plácida que ultime su libro, el reportero de modas Thomas
(David Hemmings) advertirá que tal vez en los claroscuros de esas fotografías
se encuentre la clave de un crimen, la huella de un misterio insoluble que
puede que sólo exista en la mente del protagonista.
Uno de los títulos más destacados de la
década de los 60, filmado por Antonioni en pleno “swinging London” a raíz del
relato de Julio Cortazar “Las babas del
diablo”. Un lugar (Londres) y una época (los años 60) reveladores desde una
óptica cultural y caleidoscópica. El cartel (que nos muestra a Hemmings y su
modelo en pose imposible) atrapa a la perfección el aroma y la atmósfera de la
función, que deriva en una crítica satírica sobre la sofisticación y vacuidad
moderna (el mundo de la moda, la psicodelia, el ácido y la marihuana, la
música, los nuevos cauces de la sexualidad) y transforma la película más que en
un ejercicio de intriga en un corrosivo retrato de la pueril alienación de la
época. Así, un partido de tenis entre estudiantes de mimo nos conduce a un
ambiguo final, cuando Thomas, entre la expectación de los comediantes,
interviene en el partido para devolver una bola perdida. Un film aún hoy,
extraño y magnético.
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