Plagio descarado en
el que sólo luce Guy Pearce
MS1: MÁXIMA SEGURIDAD
DIRECTORES: JAMES MATHER Y STEPHEN ST. LEGER.
INTÉRPRETES: GUY PEARCE, MAGGIE GRACE, PETER STORMARE, TOM
HOLLANDER, JOSEPH GILGUN.
GÉNERO: CIENCIA
FICCIÓN / FRANCIA / 2012 DURACIÓN: 95 MINUTOS.
Luc Besson es un tipo que me cae bien
aunque siempre me ha interesado más su faceta como director que como productor,
pues de esta última la única película que merece la pena rescatar es la
excelente Venganza (Pierre Morel, 2008) de la que, confesaré, la ansiedad
me corroe esperando su secuela. De todas formas, habrá que reconocer que el
cineasta francés es, desde hace mucho tiempo, el único europeo capaz de hacer
frente con sus producciones a la pesada maquinaria hollywoodiense. Ahora, tras
ver un corto dirigido por los irlandeses James
Mather y Stephen St. Leger, su compañía Europa Corp les financia esta ópera
prima en forma de thriller de ciencia ficción que lleva por título MS1:
MÁXIMA SEGURIDAD, un film que sólo funciona a medias, pero que acabará
convenciendo a muchos de que Guy Pearce
puede ser un espléndido héroe de acción.
Veamos: La MS1
es una prisión experimental situada en el espacio y que orbita a 50 millas de
la Tierra. En asa hermética fortaleza se encuentran encerrados los 500
criminales más peligrosos del planeta, a los que se mantiene en estado de
letargo inducido. La hija del presidente de los Estados Unidos, Emilie Warnock (Maggie Grace), encabeza
una expedición humanitaria a bordo de una estación espacial que llega a la MS1
justo en el mismo momento que tiene lugar un violento motín liderado por los
hermanos Alex (Vincent Regan) y Hydell (Joseph Gilgun). Emilie es
tomada como rehén junto con otros trabajadores de la prisión. Al presidente no
le queda otra alternativa que enviar al
antiguo agente Snow (Guy Pearce),
con la esperanza de rescatarla. Snow es un convicto encerrado por conspiración
y espionaje contra los Estados Unidos por el siniestro jefe de los servicios
secretos Langral (Peter Stormare), a
quien le prometen la conmutación de su pena si cumple con la misión –suicida-
de salvar a Emilie.
Como adivinarán
los aficionados más cinéfilos la trama no tiene nada de original, más bien
parece un plagio no confeso aunque nada soterrado del clásico de John Carpenter
1997:
Rescate en Nueva York con toques humorísticos al estilo de La
Jungla de cristal o El último boy scout, e incluso cuenta con ciertos
flashes atmosféricos que nos recuerdan a aquella interesante película firmada
por el propio Besson, El quinto elemento. Sí, demasiados
pegotes y resonancias como para tomarse el film demasiado en serio, no lo hago
porque sé que ciertos toques personales del productor me harán disfrutar el
momento y olvidar rápidamente un invento en el que Guy Pearce (actor por el que
tengo debilidad y que se convierte en lo mejor de la función) para limpiar su
nombre tiene que salvar a la hija del presidente, premisa muy manida con la que
sus responsables no inventan la pólvora. Toda
la película está punteada por esa cáustica ironía que tan bien han puesto en
práctica personajes interpretados por Bruce Willis o Stallone, pero de un
argumento esquemático sólo podían emanar personajes estereotipados a través de
un desarrollo dramático poco inteligente.
De modo que,
partiendo de tan sintética historia, el tándem de directores, guiados por
Besson, ponen énfasis en los códigos y tópicos del cine de acción estadounidense que tienen como único objetivo el puro y duro
entretenimiento. La peli ofrece lo que promete y en ningún momento se propone
ir más allá, uno no sabe si por las deficiencias del guión y su ajustado
presupuesto (20 millones de dólares no dan para muchas alegrías en cuanto a
efectos especiales: la secuencia de la persecución en moto es de chiste), o por el escaso talento de estos desconocidos
cineastas irlandeses a cuyo efecto esta cinta debería servir de lanzadera. El caso es que MS1: MÁXIMA SEGURIDAD no defraudará a los aficionados que se lo
pasan bomba con pelis como Fortaleza
infernal o el mítico film de Carpenter antes citado. Con una ambientación
asfixiante y unos escenarios fríos y metálicos en la línea de Alien, unos efectos especiales de videojuego y
unos personajes acartonados y previsibles (la tal Maggie Grace no da mucho juego
y el villano Joseph Gilgun cae simpático de villano tan sobreactuado), sólo Guy
Pearce se eleva como atractivo mayor, dando vida a un antihéroe rocoso,
sarcástico y castigador, el actor australiano hace uso de recursos que ponderan
su carisma de perdonavidas marcado por las cicatrices del pasado.
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