ISABEL SARLI (Concordia, Entre Ríos,
Argentina, 9-07-1935) exuberante actriz argentina, también conocida como la
Coca Sarli,
que tuvo una amplísima y estelar participación en el cine social y erótico de
su país, exhibiendo sus poderosos encantos a lo largo de una treintena de
películas escritas, producidas, dirigidas y a veces interpretadas por su
marido, el egoistón Armando Bo, hasta que éste se cansó y le dejó el relevo de
la interpretación a su vástago, Víctor Bo, lo que fue objeto de no pocas
habladurías. Nacida Hilda Isabel Gorrindo Sarli, inició su carrera como modelo,
alcanzando muy pronto la fama al ser coronada Miss Argentina con sólo 20 años,
y Armando Bo, que de tonto no tenía ni un pelo, vio en sus nalgas dos torres de
petróleo y logró convencerla para que protagonizará “El trueno entre las hojas”
(1958), primera de la fructífera carrera cinematográfica emprendida por la
pareja hasta la muerte de Bo en 1981, un título que hizo entrar a Isabel Sarli
en la historia del cine argentino al protagonizar el primer desnudo total.
Aunque su carrera corrió paralela con la
dictadura del general Perón y rivalizó en popularidad con Eva Duarte (de la que
Sarli era una especie de alter ego social y populachero), nuestra neumática y
recordada diva, con más curvas que la pista de un excalectric y más asideros
que las Montañas Rocosas, siempre se quejó de que el régimen había censurado
muchas escenas en todas sus películas. Lo cierto es que a raíz de su primera
incursión cinematográfica su éxito fue imparable y la proyectó como un
auténtico icono sexual de una generación que, a lo largo de tres décadas, no
dejó de babear con sus exhibiciones en títulos tan gomosos como “Sabaleros”, “Favela”, “Carne”, “Fuego”, “Fiebre” o “Insaciable”,
todas de tan alto contenido erótico para la época que fueron censuradas en
varios países.
De la filmografía de la Coca Sarli, que se nos
confesaba tímida y necesitaba unos whyskitos para desinhibirse antes de rodar
escenas subidas de tono, recuerdo dos secuencias espectaculares: la primera
pertenece a su film Fiebre (1972), donde se lo hacía -o simulaba que se lo hacía- con
un caballo pura sangre; la segunda pertenece a uno de sus Films más explícitos
y célebres, Carne (1968), película
que hizo famosa su frase más memorable: ¿Qué pretende usted de mí? Y en la que
su voluptuosa y lasciva protagonista da vida a una empleada de una industria
cárnica que se marca un polvo antológico en un camión frigorífico repleto de
vacuno argentino. Todas sus películas, de argumentos insustanciales, divertidos e
inocentones, son un puro pretexto para mostrar a la Sarli como Dios la trajo al
mundo, al igual que la acción automática de juntar estas letras sirve de excusa
perfecta para recrearme de nuevo en el precioso cartel de su film más emblemático…
que todavía hoy sigue produciéndome cosquilleos.
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