Hace unos meses vi esta impactante y libérrima película
francesa titulada Q (conocida también por
el título de Desire), que nos narra, en un contexto social deteriorado por
la crisis, retazos de las vidas de varias personas que se pondrán patas arriba
cuando todas ellas conozcan a Cecile
(Déborah Révy), un personaje que simboliza el deseo y bucea por las pasiones
más profundas de aquellos que se cruzan en su camino: los detecta, los seduce y
les lleva hasta el grado máximo de excitación.
La película, inédita todavía en España, está
dedicada al recordado director, compositor y escritor francés Cyril Collard
(fallecido en 1993 de sida) y la dirigió en 2011 Laurent Bouhnik, conocido por estos lares por el film El
Invitado (2007), aquella resultona comedia en la que Daniel Auteil
quería impresionar a un posible jefe con una cena en su casa. Q comienza
con unas imágenes bañadas por un filtro
azul en donde vemos a un grupo de mujeres a quienes no se les ve la cara pero
sí sus cuerpos desnudos, en lo que parece ser un vestuario.
También oímos sus conversaciones sobre sus intimidades y sus fantasías sexuales. Tras la presentación seguimos a Cecile, que irá encontrando lo que esconde cada personaje mediante encuentros sexuales sin pudor y rodados de una forma explícita -abstenerse ñoñas y catetos- porque asistimos a coitos, masturbaciones y felaciones reales, pero puede que Cecile también se tope con algo de sí misma.
También oímos sus conversaciones sobre sus intimidades y sus fantasías sexuales. Tras la presentación seguimos a Cecile, que irá encontrando lo que esconde cada personaje mediante encuentros sexuales sin pudor y rodados de una forma explícita -abstenerse ñoñas y catetos- porque asistimos a coitos, masturbaciones y felaciones reales, pero puede que Cecile también se tope con algo de sí misma.
Y es que Cecile,
después de la traumática muerte de su padre, busca el apoyo de sus amigos,
consuelo que siempre llega a través de encuentros sexuales. Q explora los impulsos sexuales
convirtiéndose en una aventura subversiva, parca en diálogos no exentos de
ironía y que enfrenta al espectador a una pasión carnal desenfrenada,
transgresión muy típica del cine francés. Al fin y al cabo, el sexo es el
resultado de todas las historias de amor más bellas y la mejor manera de
demostrar el amor al ser querido… Digan lo que digan tantos palurdos.
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