LA
CONVERSACIÓN
(THE
CONVERSATION)
Thriller
- USA, 1974 - 109 Minutos - Color.
DIRECTOR: FRANCIS FORD COPPOLA.
INTÉRPRETES: GENE HACKMAN, JOHN CAZALE, ALLEN
GARFIELD, FREDERIC FORREST.
Sexta película de Francis Ford Coppola
y de la que a tenor de sus declaraciones más orgulloso se siente. Y es que no
siempre el autor italoamericano ha gozado de tanta libertad para producir,
escribir y dirigir como en este film de espionaje, es por eso que en diversas
ocasiones ha reconocido su admiración por Woody Allen, que hace sus propias
películas sin aceptar encargos de nadie, rodando sus propios guiones y
creándose una carrera muy personal. Con la esperanza de poder permitirse ese
lujo, es por lo que Coppola se ha visto a veces obligado a aceptar trabajos
alimenticios que seguro han reportado más beneficios que satisfacciones, o se
refugia en sus inmensos viñedos y bodegas
a la espera de mejores tiempos para la lírica.
LA CONVERSACIÓN cuenta cómo
unos hombres han sido contratados para grabar la conversación que se produce
entre una pareja en una plaza de San Francisco. La operación está coordinada
por el técnico experto en sonido Harry Caul (Gene Hackman), un hombre
solitario amante del jazz y aficionado al saxo que ni siquiera sabe para quien
trabaja. Como socio Harry tiene a Stan (John Cazale), los dos
desarrollan su labor en una vieja nave donde tienen montado su laboratorio de
sonido, es allí donde limpian y reconstruyen las grabaciones. Harry se dispone
a entregar el material grabado en las oficinas de un lujoso edificio, aunque no llega a un acuerdo con el precio se
sorprende al cruzarse con el hombre al que grabaron en la plaza, se encamina de
nuevo hacia la nave donde se encuentra su centro de operaciones y escucha otra
vez detenidamente las cintas, es ahora cuando escucha con nitidez “nos mataría si tuviera ocasión”. Poco
después, a la vuelta de una exposición de aparatos de sonido y vigilancia,
Harry invita a unos amigos a tomar unas copas en su estudio de sonido, una
chica intenta seducirle y éste, enfadado porque le han gastado una broma, echa
a todo el mundo menos a la chica, con la que se acuesta para luego quedarse
dormido. Cuando despierta la chica no está y las cintas han desaparecido, a
partir de entonces se ve envuelto en una misteriosa trama de suspense y
asesinato.
La película Blow up (1966)
del italiano Michelangelo Antonioni, en la que un fotógrafo de modelos en el
Londres del ácido y la psicodelia descubre un asesinato al ampliar unas fotos
que previamente había tomado en un parque, ejerce un curioso y extraño
magnetismo sobre algunos cineastas norteamericanos, lo que da lugar a varios
films, entre los mejores se encuentran Impacto (1981) de Brian De
Palma, y éste de Coppola, en el que el director de El Padrino cambia
el fotógrafo por un técnico de sonido, y la cámara y las películas por
micrófonos y cintas magnéticas, todo para profundizar en uno de los temas que
más le preocupan: el poder y sus secuelas de autodestrucción, la corrupción y
la deshumanización del individuo.
A través de una historia kafkiana que
deja entrever cierta influencia de Hermann Hesse y su famosa novela El lobo
estepario -sobre todo en algunos rasgos del protagonista, que también se
llama Harry- el realizador nos muestra el peligro que supone la utilización de
sofisticados aparatos tecnológicos para
desnudar la privacidad de las acciones más comunes e íntimas, el poder
que eso otorga y las ventajas que puede reportar en el control fascistoide de
cierto orden social. Desde la larga escena inicial, sobre la que se
desarrolla todo el film, nos sentimos horrorizados al contemplar lo vulnerables
que podemos ser ante ciertos mecanismos de espionaje, lo cual produce un estado
de impotencia, angustia, soledad y desesperación. La perfecta descripción de
Harry el solitario, un hombre taciturno y escrupuloso al que su trabajo acaba
afectando y su conciencia no le deja vivir, viéndose abocado a los inevitables
límites de la cordura y refugiándose en su saxo para no caer definitivamente en
el abismo.
La sensación de que más allá de uno mismo
no se pude confiar en nadie, la forma en que a veces queda anulada la línea
entre lo real y lo imaginario, el demoledor final en el hilo perturbador de
todo el film, son elementos que enmarcan esta obra como una de las más ambiguas
y personales de su autor, que la dota de un sentido tan caótico y desorientador
como apasionante y atractivo. La película obtuvo tres nominaciones a los Oscars
y ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes`74.
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