CORAZONES DE
HIERRO
(CASUALTIES OF WAR)
Drama bélico -USA, 1989 - 110
Minutos - Color.
DIRECTOR: BRIAN DE PALMA.
INTÉRPRETES: MICHAEL J. FOX, SEAN PENN, DON
HARVEY, KEVIN DILLON, JOHN LEGUIZAMO.
EDITADA EN DVD POR: COLUMBIA
Perteneciente a la misma generación que
tantos ilustres colegas -Scorsese, Bogdanovich, Pollack, Spielberg- Brian De
Palma es un original cineasta que aunque ha reconocido la influencia ejercida
en su cine por autores tan dispares como el siempre recurrente maestro
Hitchcock y el ideólogo e intelectual Godard (referentes, por otra parte, tan
extendidos como comprensibles en miembros de dicha generación) esto no debe ser
motivo ni justificación para que, a veces, de manera tan frívola como poco
profesional, nos induzca a analizar su obra desde ópticas a menudo perezosas y
simplistas, siempre encauzadas hacia conclusiones peregrinas y en demasiados ocasiones
falsas, hirientes y arbitrarias. La personalidad de este carismático autor se
manifiesta de manera expresa y elocuente en toda su filmografía, modulada por
una constante exploración de temas, técnicas y recursos, un espléndido
currículum vertebrado en función de su calidad, originalidad y entretenimiento
-¡Hola mamá! (1970), El fantasma de la ópera (1981), Los
Intocables de Elliot Ness (1987)- que convierten su mirada en una de las
más interesantes de la industria, siendo especialmente refrescante su constante
vocación renovadora. Su último film -a la espera del estreno de la adaptación
que ha hecho de la obra maestra del gran James Ellroy, La Dalia Negra-
fue Femme Fatale (2002) un film apreciable en forma de thriller
sexual excesivo, en el que da rienda suelta a su libertad creativa y que, de
nuevo, dividió a crítica y público. A diferencia de lo que mucha gente cree,
fue De Palma y no Scorsese el descubridor de Robert De Niro para esto
del cine, le hizo debutar en Wedding party (1966), un largometraje que
tardó dos años en rodar, más tarde en Greetings (1968) y en ¡Hola
mamá!, adaptando débiles guiones suyos.
CORAZONES
DE HIERRO nos traslada a la guerra de Vietnam, en el corazón de ese
infierno el soldado Eriksson
(Michael J. Fox) es un novato recién llegado, una noche su pelotón sufre un
enfrentamiento con el enemigo durante el cual cae en una trampa preparada por
el viet-cong, de la que es salvado por el sargento Meserve (Sean Penn)
cuando está a punto de ser atacado. El sargento es un auténtico témpano de hielo
al que la guerra ha endurecido hasta extremos peligrosos. Un día, el operador
de radio del escuadrón es abatido por los disparos de un francotirador, un
hecho que provoca una reacción de rabia y sentimientos de venganza entre sus
compañeros. A raíz del incidente, se planea una arriesgada incursión
exploratoria en la aldea desde donde el técnico fue disparado, el sargento
Meserve es el encargado de llevarla a cabo, y para ello elige a los hombres que
le acompañarán, entre ellos está Eriksson. Pero en el pueblo sólo encuentran a
mujeres, ancianos y niños, y lleno de ira ante tal frustración, el sargento
ordena raptar a una joven e indefensa vietnamita con la intención de que sea
violada por todos los miembros del pelotón. Sólo Eriksson se opone a tan execrable
acción, se ha dado cuenta de que Meserve, quien anteriormente le ha salvado la
vida, es sólo un psicópata criminal al que sus hombres secundan porque le
temen. La chica, después de pasar por un auténtico calvario, es brutalmente
asesinada. El novato Eriksson denuncia lo sucedido con la certeza de que, aun
en la guerra, un crimen es un crimen.
El film, basado en acontecimientos
reales, es un proyecto que el director llevaba cerca de veinte años intentando
sacar adelante, pero no se hace con la confianza de los estudios hasta que tras
el gran éxito de Los Intocables consigue convencerlos, reuniendo el
dinero necesario y apoyándose para tal empresa en un estupendo guión de David
Rabe sacado del libro de Daniel Lang, con la garantía de contar además con un
magnífico plantel de jóvenes actores. El título original, que podemos traducir
como “ Víctimas de la guerra”, es mucho más acertado con el mensaje que la
película proyecta, que no es otro que hacer reflexionar, a través de un hecho
concreto, sobre la tragedia colectiva que suponen las víctimas inocentes de
toda confrontación bélica, la población civil, por la que no se tiene ninguna consideración y que, en
su indefensión y con asidua frecuencia, se convierten en el mejor blanco para poner en práctica las
mayores atrocidades, violándose así, sistemáticamente, las reglas, los derechos
y los principios humanitarios pactados entre los Estados. De Palma nos ofrece
esta visión estremecedora sin centrarse de forma primordial en el conflicto
puramente militarista -porque su denuncia es global y extensiva- sino que, con
un relato claramente de personajes, ahonda en la dramática realidad de la mano
de un grupo de jovencísimos soldados arrojados a la guerra, cuya estancia por
la barbarie y la sinrazón únicamente sirve para despojarlos de toda humanidad y
luchar desposeídos sin espíritu. Soldados a los que a su regreso -si
sobreviven- les espera una traumática, en muchos casos imposible reinserción,
entre la indiferencia y el abandono de quienes allí les enviaron.
Brian De Palma, realizador de innegable
fuerza visual, se nos presenta también como un perfeccionista y un gran amante
del realismo, cualidad que le llevó a someter a sus actores a una estricta
preparación militar, un entrenamiento que tuvo lugar en Thailandia -país donde
se desarrolló el rodaje- y que fue coordinado por un oficial del ejército ya
retirado, lo que proporciono una mayor autenticidad a las interpretaciones. De
cualquier forma, lo más atractivo e impactante de este particular descenso a
los infiernos es, a mi modo de ver, el acierto del cineasta por apartarse de la
convencional hazaña u odisea bélica -las vicisitudes de un grupo de soldados en
lucha por la supervivencia en una guerra sin sentido- y centrarse en el estudio
psicológico de los protagonistas; el megalómano psicópata sargento Meserve y el
novato Eriksson, un joven soldado asustado pero decidido, idealista y
benevolente. Planteando así un paralelismo entre dos guerras, la meramente
militar y la que se libra entre las conciencias. Es esa afilada descripción, el
análisis minucioso del enfrentamiento entre las dos personalidades, la
diferencia esencial que hace que CASUALTIES
OF WAR no sea un film más sobre el tan trillado tema del Vietnam, y se
nos presente como una lúcida introspección subjetiva acerca de los peores
registros morales y las más oscuras emociones humanas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario