Mejor que la segunda,
peor que la primera
MEN IN BLACK III (3D)
DIRECTOR: BARRY
SONNENFELD.
INTÉRPRETES: WILL
SMITH, TOMMY LEE JONES, JOSH BROLIN, ALICE EVE, EMMA THOMPSON.
GÉNERO:
CIENCIA-FICCIÓN / EE. UU. / 2012 DURACIÓN: 100 MINUTOS.
No voy a
reconocer, porque mentiría, que soy fan de la exitosa saga Men in black, nunca me
parecieron artefactos con la entidad suficiente para pasar a la historia del
cine por algo más que sus excelentes números en taquilla. Inspirada en una
novela gráfica, no resulta nada original en su premisa argumental ni tan
divertida como para que este cronista pueda recordar algunos de sus pueriles
gags. Cierto que la película seminal recaudó la friolera de 590 millones de
dólares con un presupuesto de 90, y a su pésima secuela, estrenada en 2002,
tampoco le fue nada mal, con unos apañados 442 millones partiendo de un
presupuesto sensiblemente elevado de 140, pero eso a mí no me dice nada. El
director Barry Sonnenfeld cuenta con
una trayectoria bastante paupérrima que incluye títulos como La
familia Addams 1 y 2, Conserje a su medida,
Wild
wild west, ¡Vaya vacaciones!, además de Men in black 1, 2
y 3.
Un currículum cochambroso del que sólo se salva Cómo conquistar Hollywood
(1995), una comedia de enredo que desarrolla un depurado sentido del humor.
MEN IN BLACK III comienza en la
actualidad, y los agentes J (Will
Smith) y K (Tommy Lee Jones) están
de regreso… justo a tiempo. J ha visto algunas cosas inexplicables en sus 15
años con los Hombres de Negro, pero nada, ni siquiera los extraterrestres, lo han dejado tan perplejo
como su irónico y reticente compañero. Ahora, que el criminal alienígena Boris “el animal” (Jemaine Clement) se
ha escapado de la prisión lunar para retroceder en el tiempo y vengarse de K
poniendo en peligro el destino del planeta, el agente J tendrá también que
viajar al pasado (concretamente al año 1969) para arreglar las cosas. J
descubre que hay secretos del universo que K nunca le mencionó, secretos que se
revelarán por sí solos. Mientras, hace equipo con su compañero K (de joven Josh
Brolin), para salvar su vida, el futuro de la agencia y de la humanidad.
Tras una década
desde el estreno de la segunda entrega, los aficionados se preguntarán si esta
tercera aporta algo nuevo, a lo que responderé taxativamente: absolutamente
nada. Will Smith, tras aquellas engañifas melodramáticas de En
busca de la felicidad y Siete almas, vuelve al terreno en
que mejor se desenvuelve después de cinco años sin aparecer por la pantalla
grande: los blockbusters de acción
recargados de humor ligero. Como en las
anteriores entregas el guión es pura entelequia, prestando siempre mucha más
atención y mimo al diseño de producción, la artillería pirotécnica y los
chistes tontos. Estaremos de acuerdo en que MEN
IN BLACK III es más aseada y divertida que la anterior secuela, la mirada
sobre los personajes resulta más cercana y emotiva –aunque sí, igual de
redundante-, con la apuesta del formato estereoscópico y ciertas resonancias a Regreso al futuro. La década prodigiosa
siempre está de moda, así no faltan los toques psicodélicos del flower power (ay, ese momento Andy Warhol) y la indescriptible atmósfera kitch sesentera, aspecto, por otra parte,
irrelevante, esgrimido para darle una nueva vuelta de tuerca a una historia ya
muy manida.
La saga muestra
muchos síntomas de agotamiento a pesar de los diez años transcurridos y de que
Sonnenfeld dota de un mayor dinamismo al invento, ayudado por los progresos
técnicos en cuanto a los efectos visuales CGI (resultón el diseño de los
alienígenas), no del todo aprovechados porque secuencias auténticas de acción
hay pocas. Con esta tercera entrega se cierra la trilogía y sus responsables
pueden dar la saga por amortizada, pero sigo pensando que la recuperación de
las aventuras de los Hombres de Negro era totalmente innecesaria, escasos
momentos verdaderamente hilarantes (algún gag acertado que tiene como
protagonista a Emma Thompson y la agradecible presencia de Bill Hader como
Warhol), aunque no está nada mal esa idea de que Will Smith viaje al pasado
saltando desde un rascacielos en un trayecto que coincide con los suicidas del
crack del 29. En fin, enésima muestra en
lo que va de año de cine fast-food, espectáculo mainstream que ante la carencia de chispa y frescura se abona al
territorio de la nostalgia y la melancolía (desde Neil Amstrong hasta las
referencias a Mick Jagger o Janis Joplin) para captar el interés del
espectador, aunque todo se reduce a un alien villano y alucinado que busca
vengarse del agente que le detuvo y encarceló. Tan típica como tópica, a pesar
de la sorpresa final.
Lo mejor: la
secuencia 3D del rascacielos, el diseño de la moto de Boris y el momento Andy
Warhol en The Factory.
Lo peor: la
redundancia y poca chispa de un invento agotado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario