Ejercicio de pericia técnica y corrosivo sentimentalismo
LO IMPOSIBLE êê
DIRECTOR: JUAN
ANTONIO BAYONA.
INTÉRPRETES:
NAOMI WATS, EWAN MCGREGOR, TOM HOLLAND, SAMUEL JOSLIN, OAKLEE PENDERGAST,
¿MARTA ETURA?
GÉNERO: MELODRAMA
/ EE. UU. / 2012 DURACIÓN: 107 MINUTOS.
Juan Antonio Bayona (Barcelona, 1975)
ha tardado cinco años en estrenar una nueva película desde su exitoso debut con
El
Orfanato (2007). Las expectativas generadas por ésta, su segunda obra,
son el mejor indicio de la jugosa
rentabilidad que con toda seguridad sacará en su itinerario por las taquillas,
una empresa a la que sirve de gran ayuda la eficaz y machacona campaña
publicitaria. Bayona es uno de los escasos ejemplos del cine español que hace
películas pensadas para un amplio espectro del público, y el público responde
con la certeza de que vivirá una experiencia emocionante, pero con la
convencimiento de que la reflexión sobre lo visto no dejará a nadie exhausto.
Vayamos con el
argumento: Un matrimonio formado por María
y Henry (Naomi Wats y Ewan
McGregor), llegan a Tailandia para pasar sus vacaciones de Navidad acompañados
de sus tres hijos: Lucas (Tom
Holland) el mayor y más independiente; Thomas
(Samuel Joslin) el hijo mediano; y Simon
(Oaklee Pendergast), el más pequeño. Todos disfrutan unidos del emocionante
ritual que supone el lanzamiento de candelas que iluminan el cielo en la noche
navideña. Sin embargo, nada puede predecir la tremenda catástrofe que se
avecina sobre esa parte del mundo al día siguiente: un terremoto da pie a la
formación de un tsunami que arrasa las costas del sudeste asiático llevando a
la muerte a varios centenares de miles de personas, en uno de los mayores
desastres naturales de la historia. La gran ola arrasa el hotel donde se aloja
la familia, quedando María y Lucas separados de los otros tres miembros de la
familia, dando así comienzo una odisea en
la que sólo el amor y la fuerza de voluntad les lleva a seguir con vida, con la
esperanza de reencontrarse con el resto de su familia, pues en medio de la
destrucción no saben si están vivos o muertos.
LO
IMPOSIBLE es un melodrama clásico con capucha de disaster movie que ataca más por la vía emocional que por la vía
intelectual. Con dos partes bien diferenciadas; en la espectacular primera
parte (menos de un tercio del metraje), asistimos a los demoledores efectos del
tsunami arrasando el hotel-resort en el que sea aloja la familia, todo un
alarde de pericia técnica que nos hace ver la magnitud del desastre y sus
desgarradoras consecuencias recogidas en planos aéreos y detalles (el pez
agonizando en un charco, un hombre desnudo que camina como un zombi, la
camioneta atestada de cadáveres) que angustian al espectador; y una segunda
parte que muestra la fatigosa, lacerante búsqueda emprendida por los miembros
de la familia con la esperanza de reencontrarse una vez ganada la batalla al
furioso océano.
Queda apuntado, el
apartado técnico raya a una altura sublime y los efectos especiales enfatizan
sin artificios la destrucción y el caos creado por la gran ola asesina. Se ha
puesto tanto interés en ello que se olvida de dotar de una mayor profundidad la
presentación de los personajes, perfilados con cuatro brochazos, y surgidos de
un guión pobre que delata -hasta en el mismo póster- la previsibilidad del
relato. La historia real es muy conocida, pero más allá de la ingrata sorpresa
con tufillo racial de ver ese retrato de familia española tan rubia, modélica y
fotogénica, Bayona confiere a la historia un tratamiento insano, sensiblero y
manipulador que en ocasiones resulta repulsivo, para lo que emplea todas las
claves y recursos del melodrama más pueril, efectista y lacrimógeno, un
objetivo para el que cuenta con la inestimable ayuda de la cargante música
creada por Fernando Velázquez.
Este cronista no tiene nada
que objetar al escalofriante y sobresaliente hiperrealismo con que está rodada
la catástrofe (una prueba de que en España tenemos técnicos tan competentes
como los de la poderosa industria hollywoodiense), pienso, además, que Jota Bayona es un buen director de actores,
capaz de sacar una interpretación convincente al acartonado Ewan McGregor, y
sus directrices detrás de la cámara tienen mucho que ver con la sobriedad
demostrada por Naomi Wats y en que Tom Holland se convierta en lo mejor de la
función a nivel actoral. No obstante, y siendo conscientes de que las películas
sobre desastres naturales tienen de antemano ganado el favor del público, me
molesta que el drama sufrido por esa familia convertida en epicentro
apocalíptico (lo del tsunami es un mínimo prólogo), sea lo único que le
interesa resaltar al director, en un ejercicio maniqueo que busca la lágrima
fácil y la empatía del espectador: solidaridad por doquier, la esperanza como
una llama que sigue alumbrando la constante búsqueda, planos de ojos llorosos y
situaciones de un desmesurado, corrosivo sentimentalismo.
Por otra parte, me extraña tanta expectación cuando sin
tantas alharacas ni efectismos Clint Eastwood narró una epopeya parecida en Más allá de la vida (2010), una película que pasó con más pena que gloria
por nuestras carteleras. A Bayona le interesa más indagar en los desastres
humanos que en los desastres naturales, arañar en la fractura emocional que, en
un instante, convierte tu placentera vida en una pesadilla de la que parece
imposible despertar. Si bien, entre la ola física y la ola emocional me quedo
con la primera, a la segunda se le ven demasiado las costuras, un juego poco
sutil que malea la angustia y los sentimientos del espectador, hasta alojarlo
en un tramo final en que, debilitado, es incapaz de apreciar la cursilería del invento.
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