Jodie Foster (Los Ángeles, California, 1962), una buena ciudad para
nacer si no tienes la desgracia, como le ocurrió a Jodie, de que tu padre
abandone a la familia después de tu nacimiento. A partir de entonces, sería su
madre la encargada de cuidar de ella y de sus otros tres hermanos mayores.
Fruto de la precariedad y de la necesidad de seguir adelante, su madre no cejó
en el empeño de introducirla desde muy pequeña en el mundo de la publicidad y
el espectáculo, acudiendo a todos los castings
que se convocaban en la ciudad de Los Ángeles. Tras su participación en varios spots televisivos, entre ellos aquel
famoso de la loción Coppertone, la pequeña actriz es elegida para formar parte
del reparto de la serie de televisión “Mayberry RFD”, en cuya emisión
aparecía también su hermano Buddy.
Su debut cinematográfico se produjo en
1972 junto a Michael Douglas en Napoleón y Samantha (Bernard
McEveety). Pero fue en 1976 cuando alcanzó una gran popularidad de la mano de Martin Scorsese (que ya había contado
con su concurso ofreciéndole un pequeño papel en su film de 1974 Alicia
ya no vive aquí) con un interpretación que sería clave en su carrera,
el de prostituta adolescente en el mítico film Taxi Driver (1976), una
cinta protagonizada por Robert De Niro que además de ganar La Palma de Oro en Cannes
obtuvo la nominación para la actriz californiana como Mejor Actriz de Reparto. John Hinckley, un perturbado
obsesionado con Jodie desde que la viera en esa magistral película de Scorsese,
intentó llamar su atención de la peor manera posible, atentando en 1981 contra
la vida del presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan. Lo demás es ya
historia: dos Oscar por sus actuaciones en Acusados y El silencio de los corderos,
y más de cuarenta títulos que recorren una filmografía fundamental aunque con
altibajos. Jodie Foster es, además de actriz, directora y productora.
Por
el rostro poco definido, dulce y aniñado de la actriz, la foto debe estar
tomada unos años después de su recordado trabajo como la púbere prostituta Iris
en el film esencial del director italoamericano, y anterior al intento de
magnicidio perpetrado (por delirio y despecho) por el tarado John Hinckley. Tal
vez por su simpleza, me fascina esta foto, la mirada de Jodie bascula entre la
candidez y el desafío, lo cautivador y lo provocativo. Nariz graciosilla y
respingona, cabello de natural rubio y sin necesidad de tintes ni planchado,
pelo que reposa sobre una espalda de nata blanca, piel como un cielo adornado
con lunares como estrellas, en postura cuasi fetal, que nos deja ver con
nitidez un muslo de nácar que enciende deseos ¿Quién fuera esa tela azul que esconde sagrados refugios, aromas, nuevas
teologías? De Jodie se dice que manda mucho, que sin ser vanidosa le gusta ser
respetada, se habla de su condición sexual, que si es feminista y lesbiana… por
ella, sólo por ella, también yo me he convertido en feminista y en lesbiano. Oh,
Dios nos ama.
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