El peso del 11-S sobre la conciencia colectiva norteamericana
OBJETIVO: LA CASA BLANCA êê
DIRECTOR: ANTOINE FUQUA.
INTÉRPRETES: GERARD BUTLER, AARON ECKHART, DYLAN, RICK
YUNE, DYLAN MACDERMOTT, MORGAN FREEMAN.
GÉNERO: ACCIÓN / EE.
UU. / 2013 DURACIÓN: 119 MINUTOS.
Cualquier
aficionado sabe que el público potencial de esta película no es el que acude a
ver una cinta de Theo Angelopoulos o Manoel de Oliveira. Estamos ante un film
de acción pura y dura sin más trascendencia que la trivial evasión, el
entretenimiento sin una lógica interna que no sea el burdo proselitismo
patriotero. Es, en suma, lo que en España llamamos atinadamente “una
americanada”, uno de esos artefactos que como la mediocre Air Force One o la
magnífica 1997: Rescate en Nueva York tienen al presidente en apuros de
los Estados Unidos como figura omnipresente.
OBJETIVO:
LA CASA BLANCA nos narra cómo a plena luz del día un grupo terroristas
norcoreanos liderado por Kang Yeonsak
(Rick Yune) asalta la Casa Blanca tomando como rehenes al mismísimo presidente,
Benjamin Asher (Aaron Eckhart) y a
todo su gabinete. Mientras en los jardines de la residencia presidencial se
libre una encarnizada batalla, el antiguo miembro del Servicio Secreto, Mike Banning (Gerald Butler) consigue
abrirse camino hacia el asediado edificio gubernamental con el objetivo de
proteger y rescatar a Asher, para quien trabajó hasta la muerte accidental de
la esposa del presidente, Margaret (Ashley
Judd)
Banning
despliega todas sus habilidades y contundencia para conseguir llevar a cabo su
misión, que será seguida paso a paso por el presidente en funciones, Alan Trumbull (Morgan Freeman). Cuando
Kang comienza a ejecutar rehenes con la amenaza de seguir haciéndolo si no se
cumplen sus disparatadas pretensiones, toda la seguridad nacional del país
tendrá que confiar en Banning, tanto para salvar al presidente y a su hijo Connor (Finley Jacobsen) como para
evitar que los terroristas pongan en marcha su aterrador plan de exterminio.
Antoine Fuqua, director de la excelente
Día
de entrenamiento, no ha vuelto a rayar a tanta altura desde entonces,
aunque cierto es que nos ha presentado algunos films aseados como El
rey Arturo o Los amos de Brooklyn. Con claras
resonancias a las pelis de acción de los años 80 y 90 y dos grandes influencias
en mente: la citada 1997: Rescate en Nueva York y La Jungla de Cristal, el
cineasta nacido en Pittsburgh nos presenta una serie B que con sus limitaciones
y sin ánimo de dejar estela cumple sus objetivos sin que ni una sola secuencia
quede grabada en las retinas del espectador ni permanezca en la memoria tras
abandonar la sala.
El espíritu
de los tiempos indica ahora que los villanos tienen que ser norcoreanos como en
otras ocasiones fueron rusos o islamistas, da igual porque el vacío – y la
dolorosa impotencia- alojado por los atentados del 11-S en la conciencia
colectiva norteamericana, con un meridiano diagnóstico de estrés
post-traumático, necesita pocas coartadas para montar un espectáculo patriotero
en donde el Mal, como un ente mutante y polifórmico, nunca descansa y hace
aflorar a héroes de pacotilla para su aniquilación.
Las set-pieces de acción
están bien rodadas, pero a la función le falta el sarcasmo de un Bruce Willis
solo contra el mundo, aquí la bandera de las barras y estrellas sólo sirve para
dar cobertura a una angustia emocional que deriva en una estruendosa balasera y
explosiones como eructos incontrolables de una nación permanentemente amenazada
e incapaces de encontrar respuestas al desolador interrogante ¿por qué nos
odian tanto? No lo sé, y a nivel personal puedo decir que los Estados Unidos de
América tienen todo lo bueno y todo lo malo que amo y detesto de un país y una
sociedad, pero podría exponer algunas respuestas a esa dramática pregunta.
El anacronismo de la propuesta (que
parece una producción de la mítica Menahem Golan y Yoram Globus) no invita
demasiado a la reflexión, elevando la figura del héroe rebosante de
testosterona como contrapunto ideal de un villano de opereta. Insisto, OBJETIVO: LA CASA BLANCA sólo se
salva por su nula trascendencia, por algunas escenas de acción bien
planificadas (como el asalto al jardín del edificio gubernamental), por la rigurosa
recreación de escenarios y las dosis ruido y de sadismo necesarias para evitar
los cambios de postura y la dulce somnolencia. Esta película todavía no ha sido
estrenada en los Estados Unidos, es muy probable que cuando lo haga una legión
de fantasmas sobrevuelen las salas recordando al público su lacerante
indefensión.
No hay comentarios:
Publicar un comentario