Drama - España/México, 1961 - 90
Minutos - Blanco y Negro.
DIRECTOR: LUIS BUÑUEL.
INTÉRPRETES: SILVIA PINAL, FERNANDO REY,
FRANCISCO RABAL, MARGARITA LOZANO, LOLA GAOS.
Luis Buñuel (Calanda, Teruel,
1900-México D.F., 1983) es el más internacional -con permiso de Almodóvar y
Amenábar- de todos los cineastas españoles, está considerado un monstruo
sagrado del Séptimo Arte y uno de sus principales creadores. Tras cursar sus
primeros estudios en Zaragoza se traslada a Madrid, en donde logra la
licenciatura de Filosofía y Letras, se hospeda en la famosa residencia de
estudiantes, allí convive con destacados miembros de la Generación del 27,
entre sus amigos más íntimos se encuentra Salvador Dalí y Federico García
Lorca. Atraído por el innovador movimiento surrealista francés, al cual se
incorpora en París, trabaja como ayudante de dirección de Jean Epstein.
Con
dinero prestado de su familia y un guión suyo y de Salvador Dalí rueda el
cortometraje surrealista Un perro andaluz (1928), y también con la
colaboración de Dalí realiza la provocadora La edad de oro (1930) que
causó un verdadero escándalo debido a que algunos consideraban que era un
atentado contra la iglesia y las instituciones. En España su primera producción
es el mediometraje documental Las Hurdes, tierra sin pan (1932) que fue
prohibido por el Gobierno de la República Española. Instalado en México, a
donde llega para filmar una versión de La casa de Bernarda Alba -que
jamás se realizaría- Buñuel acaba por nacionalizarse. Las obras más
sobresalientes de este genial autor son: Los olvidados (1950), El
(1952), Nazarín (1958), El ángel exterminador (1962), Diario
de una camarera (1963), Simón del desierto (1965), Bella de día
(1966), Tristana (1969), El discreto encanto de la burguesía
(1972), Ese oscuro objeto del deseo (1977).
Como hará en obras posteriores (Tristana, Ese oscuro objeto del deseo) Buñuel da rienda suelta en Viridiana a todas sus obsesiones tanto eróticas como religiosas -constantes temáticas de algunas de sus mejores películas- al contar la historia del hacendado Don Jaime (Fernando Rey), su sobrina, la novicia Viridiana (Silvia Pinal) y Jorge (Francisco Rabal) hijo de Don Jaime. Debido al gran parecido de Viridiana con su tía, fallecida la noche de bodas, su tío la convence para que se vista como ella, también le pide que se case con él, a lo que ésta se niega, y como lo que ella quiere es volver al convento, a Don Jaime, con la ayuda de la criada Ramona (Margarita Lozano) no le queda más remedio que narcotizarla, una vez que despierta y dispuesta a marchar, Viridiana se entera de que su tío se ha suicidado, con remordimientos renuncia a sus hábitos. Otra vez en la finca de su tío, se dedica a proteger y cuidar a los mendigos que tienen como alojamiento la hacienda. Por allí aparece un día Jorge con su amante, éste intenta sacar rentabilidad a la finca, pero pronto surgirá la atracción entre ellos.
Desde su espíritu provocador y
concepción anárquica, Buñuel obtiene con Viridiana unas severas críticas provenientes del
Vaticano, desde donde se tacha a la película de blasfema. Al igual que pasaría
con otros films suyos -Simón del desierto, La vía láctea- rebosantes
de duros y punzantes sarcasmos contra la iglesia, en España la censura la
prohíbe y su estreno sólo se produce tras la muerte del general Franco,
por orden del cual es retirada la nacionalidad al cineasta. Pero como se puede
comprobar a través de muchas de sus obras: Los
olvidados, demoledora denuncia social sobre la delincuencia y el abandono
juvenil. El ángel exterminador,
crítica implacable sobre ese ogro de mil cabezas que es la burguesía, e incluso Las Hurdes, tierra sin pan,
aplastante documento sobre la miseria y el desamparo de mi querida comarca
extremeña, soy de los que piensan que lo que realmente planea en toda su
filmografía es la búsqueda desesperada e ideológica de Dios, un Dios que no se
proyecta sobre lo que ve, y el escepticismo que le brota al mismo tiempo que le
enfurece y le causa ironía.
La cándida y recogida belleza de la mortificada Viridiana, la obsesiva atracción que muestra por ella su traumatizado tío Don Jaime, la voluntad férrea por conquistar el corazón de su prima del mundano y apuesto señorito Jorge, la servicial criada Ramona, dispuesta a agarrarse al clavo que le asegure su futuro y el de su hija, y todo ese grupo de seres harapientos e indomables que rodean a la protectora Viridiana, configuran un fresco inolvidable, sumamente gráfico y realista de la tradición picaresca española. Esta obra maestra ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes, plena de escenas memorables me gustan especialmente dos; la primera, aquella en que la novicia Viridiana es invitada a ordeñar con sus blancas y sensuales manos una vaca de cuya ubre cuelga un pezón muy parecido a un falo; la segunda, la de la famosa foto con la que Lola Gaos sorprende y fija para la posteridad una imposible Santa Cena.
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